Ambos países enfrentan desequilibrios macroeconómicos considerables con orígenes similares y los han llevado a tomar medidas muy parecidas para corregir las causas y evitar un mayor deterioro de la economía.
Argentina presenta una inflación creciente, a noviembre de 2023 era de 160%, una de las mayores del mundo, en buena medida resultado de la expansión monetaria provocada por las necesidades de financiamiento del sector público. Si bien se había recuperado de la baja en el PIB que se registró en 2020 por motivo de la pandemia, para 2023 se estima que la producción del país disminuya en alrededor de 1%. Enfrenta una escasez en la generación de dólares, tuvo fenómenos climatológicos que afectaron sustancialmente la producción de granos y por ende de las exportaciones. Ello dentro de un contexto de tipo de cambio controlado, donde existen más de 15 tipos de cambio, según el uso que se le va a dar, pero con un amplio margen entre ellos. Antes de la devaluación del peso argentino en diciembre, el rango iba desde 450 pesos hasta 900 pesos.
La situación de Cuba es bastante similar. Se estima que en 2023 la inflación llegue al 30% también producto de la expansión monetaria generada por el banco central para financiar el déficit del gobierno que alcanza el 18% del PIB. En 2020 el PIB se contrajo en 10.9%, nivel muy similar al que se registró en Argentina, pero no se ha logrado reponer, ya que su crecimiento en los dos años siguientes anduvo alrededor del 1.5% y se estima que en 2023 la producción disminuya 2.0%. También tiene un problema en la balanza de pagos, la falta de turismo, que representa el 11% del PIB, ha provocado una caída en la generación de dólares en un contexto donde importa cerca del 80% de los alimentos que consume. El tipo de cambio oficial, fijo desde 2021, es de 24 pesos por dólar, se aplica solamente a las empresas del estado, para las empresas y personas físicas es de 120 pesos por dólar y en el mercado negro el dólar se cotiza en 250 pesos.
Ante estos problemas ambas naciones están instrumentando medidas de política económica muy similares. Coinciden ambos en incrementar los precios del transporte, del gas, de los energéticos, de los servicios que provee el Estado, como son la energía eléctrica y el agua, en el caso de Cuba están incrementándose en alrededor del 25%, van a reducir los subsidios que se otorgan a alimentos, Argentina de manera generalizada y en Cuba, donde aún existe la tarjeta de racionamiento, tendrán precios diferenciados según el nivel de ingresos. Ambos países van a disminuir el tamaño del aparato gubernamental para controlar el gasto y reducir las necesidades de financiamiento del sector público. Respecto al tipo de cambio en Argentina ya se devaluó el tipo de cambio oficial y todo apunta a que se irán disminuyendo el número de tipos de cambio, en tanto que en Cuba se anunció que próximamente se determinará una nueva cotización del precio oficial del peso cubano.
Existen algunas diferencias en cuanto a la forma de reducir el déficit público, en Argentina se van a vender las empresas públicas, por el costo que le generan al Estado y para fomentar una mayor participación del sector privado, en tanto que en Cuba se mantendrán y el ajuste solamente se concentrará en la cantidad de empleados del gobierno. Cuba va a incrementar los aranceles a los bienes finales que importa y disminuirá los de bienes intermedios, como una forma de fomentar la producción nacional.
A pesar de que las posiciones ideológicas de los gobiernos de ambas naciones son diametralmente opuestas, muchas de las medidas para combatir la inflación y los desequilibrios macroeconómicos son similares (reducir subsidios y gastos del gobierno, ajustar el tipo de cambio, etc.) porque son los instrumentos más adecuados para lograr sus objetivos. No se trata de ideología sino de política económica.
