Invertir en cualquier entorno plantea varios caminos, cada elección se debe fundamentar en una tesis de inversión que se adapte al perfil de riesgo individual y a los activos de inversión que se tienen al alcance. Pero durante los últimos meses, deshojar la margarita de qué activos utilizar ha sido un dolor de cabeza en un entorno donde la guerra es un sinsabor que nos aqueja.
Rusia vs Ucrania. Capítulo I del nuevo orden mundial
No es la primera vez que un conflicto armado define el rumbo de los inversionistas, de hecho, me parece, sin menospreciar la tragedia humana que significa una guerra, que el entorno de economía de guerra actual es meramente observar un cuadro por segundo y no ver toda la película completa.
La fragilidad actual de la economía no radica en lo que está pasando, si no en el pasado reciente y en el futuro no tan cercano. Me voy a explicar.
El pasado
El crecimiento de la economía mundial en el último par de años se cimentó en una barra libre de dinero barato que nos va a dejar una resaca que durará más de lo que los bancos centrales previeron en su carácter de “barmans”. Pasamos de tener un mercado de valores donde teníamos muy claro cuáles eran los activos libres de riesgo a un mercado con activos de riesgo sin rendimientos. Quienes tenían dinero para invertir empezaron a buscar cualquier cosa que permitiese un retorno, sin importar si se entendía o no en qué se estaba invirtiendo. La escalada de precios (en casi todos los índices, regiones, sectores y activos) se volvió un alivio para el inversor que se amarraba a un futuro que una enfermedad le estaba arrebatando.
La pandemia nos devolvió a nuestra realidad: somos tan frágiles como los tejidos globales de nuestra economía, Taleb lo definió bien: Nunca en la historia “la cancelación de un regalo de navidad en Nueva York significó despidos en China”.
La necedad de pensar que esta vez sería distinto nos hizo pensar (otra vez) que los mercados de valores no machucarían a los especuladores, principalmente los de renta variable y los de bonos de largo plazo. La guerra fue un pretexto para que “Mr. Mercado”, hiciera lo que siempre ha hecho: Ajustar a la realidad a los inversores que buscan grandes rendimientos en periodos cortos y darle la oportunidad a quienes pagan un precio y buscan valor.
El futuro. Los mercados de valores son un indicador adelantado de la economía, lo que estamos viendo en las semanas recientes se traduce como: la economía no va a estar bien en 2022 comparándola con 2021. Seamos honestos, ¿la economía va a seguir creciendo? Sin duda, pero de nueva cuenta queremos proyectar en precios y en números porcentuales lo que sucederá en los próximos meses y años con una urgencia que nos hace olvidarnos de la mejor herramienta para invertir: El sentido común.
Se nos olvidó muy rápido que nuestra sobrevivencia la revisábamos día tras día, casi hora tras hora, a través de comunicados que nos decían cuánta gente se contagiaba, cuántos morían y cuantos se recuperaban, cada minuto contaba y los apreciábamos como si fuera el último. Pero se nos olvidó muy rápido apreciar el presente para valorar el futuro.
El futuro cercano es incierto por varios motivos, caminamos sobre aguas que no habíamos pisado antes, nunca se había inyectado tanto dinero y tan rápido en la economía, no se habían recortado con tanta premura las tasas de interés y el mundo no había visto una recuperación tan rápida, pero tan sostenida artificialmente como lo hicimos hace algunos pocos meses.
El resultado es que ya estamos viviendo una inflación que será persistente y un reto para todos. Los ciudadanos, los más pobres, se han empobrecido más como resultado de la pandemia y las clases medias sufrirán la erosión de su patrimonio vía un aumento en los precios de los bienes y servicios. No hay mayor poder confiscatorio en el mundo que la inflación. Lo que pasa entre Rusia y Ucrania es el primer “round” de una dinámica mundial que nos tiene preparados varios episodios de una realidad diferente a la que conocemos desde el orden mundial que se estableció al concluir la Segunda Guerra Mundial.
Estados Unidos dejará de ser antes de que concluya esta década la economía más grande del mundo. China (junto con sus aliados) ocupará un rol protagónico e inexorable para los políticos e incalculable para los economistas. Vamos a tener que aprender a vivir con las fricciones de un mundo que no será el mismo. Los mercados de valores se van a enfrentar al choque de dos trenes.
No es pesimismo, de hecho, me emociona vivir en primera fila la construcción de una nueva realidad que nos abrirá múltiples oportunidades. Para los inversionistas, mi recomendación es entender en qué se está invirtiendo, las sorpresas serán evitables sólo si enmarcamos en el perfil de riesgo los activos de inversión en los que se diversifiquen.
Sé que los últimos meses han sido difíciles, los he vivido desde los zapatos del inversionista y también en los del asesor que ayuda a gestionar el dinero de terceros. No vengo a pedirles que crean en lo que les digo, vengo a probar lo que ha sucedido: Todos los mercados de valores regresan y sobreviven a pandemidas, guerras y cambios geopolíticos, (1a y 2a guerra mundial, fin del patrón oro y nacimiento y conclusión de la guerra fría). La flexibilidad y la capacidad de adaptabilidad de los agentes económicos (empezando por el ser humano) nos muestran una y otra y otra vez que los baches que los mercados de valores se encuentran en el camino son sorteados con éxito.
Darle tiempo al tiempo y tener la mente abierta a los cambios serán el abono de inversiones exitosas.
Les deseo felices inversiones.