Quiero un rendimiento seguro, alto y de corto plazo. Esta frase utópica que tantas veces he escuchado de personas deseosas de convertir sus ahorros en fuente eterna de inagotables recursos conlleva una búsqueda de eternos desencuentros entre la realidad y la fantasía.
El Santo Grial de los inversionistas es encontrar la fórmula que permita tener lo mejor de todos mundos posibles: rendimientos seguros, palpables y predecibles con tasas de retorno que provoquen la palidez de los mejores fondos de inversión manejados por expertos economistas y si eso es posible en periodos cortos, pues que mejor, dinero seguro, fácil y rápido a la mano. Con este escenario aventamos la corbata al cesto de basura y nos dedicamos a vivir de nuestros rendimientos.
No, esto último descrito en el párrafo anterior no va a suceder. Es comprensible que el ahorrador desea maximizar las utilidades de su inversión, pero de ninguna forma acontecerá en periodos cortos. Lejos quedaron aquellos sueños de viudas con fortunas de sucursal bancaria que todos los meses acudían a la cita con su dinero y así retirar sus rendimientos para mantener, sin mucho esfuerzo, su modus vivendi.
Remotamente quedó en el recuerdo la generación de hombres y mujeres que construyeron un patrimonio invertido en títulos de ensueño que por el efecto de una política economía ineficiente generaban tasas de interés desorbitadas. Somos los herederos de mitológicas historias de inversionistas capaces de vivir mejor de sus ahorros invertidos que del fruto de su trabajo diario.
La historia nos tuerce el brazo. Si entender el momento actual de las tasas de interés nos es complicado, es una victoria lograr explicarle a un jubilado cómo es posible que sus ahorros invertidos en deuda emitida por el gobierno mexicano apenas superan el 3.25%, cuando este mismo individuo podía invertir durante enero de 1988 su dinero en Cetes a tasas de interés del 159%.
El argumento de cómo se transfiguró esa realidad es simple pero también inverosímil para ciertos individuos, sobre todo para los que tienen más años a cuestas: En este país se ha realizado un eficiente trabajo en materia de política económica. Con este escenario, es imposible que con el sólo invertir nuestro dinero estos recursos se multiplicaran como si el Rey Midas los tocara con el índice.
Igual que en la leyenda, el llegar al encuentro con el Grial conllevará una búsqueda en la que se arriesga todo. Miles de inversionistas encontraron el abismo al acercarse a caballeros que sobre un blanco corcel fueron envueltos con sueños de rendimientos altos y garantizados, el nombre y apellido de esos lobos con piel de corderos los sabemos casi todos. Son muy conocidas las instituciones que desaparecieron con los ahorros de personas que creyeron en historias adornadas con promesas que sólo tenían cabida en la fantasía y el desconocimiento de los principios básicos de las finanzas patrimoniales.
El Santo Grial de las inversiones sí existe, y es lo opuesto a todo lo comentado en los párrafos superiores. El cáliz que recompensará al inversionista es el premio a quienes de forma disciplinada, constante y diversificada construyen su patrimonio de la mano de asesores e instituciones que tienen las virtudes necesarias para afrontar un camino largo y con escollos. Para quienes desean seguir creyendo en la forma fácil y rápida de generar dinero, las noticias no serán buenas en el futuro, pero para quienes opten por el camino largo, bueno, para ellos el Grial será la respuesta.
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