“No me digas que me quieres
no me digas que me adoras
que me amas
que me extrañas
que no te creo nada”.
Si tienes más de 30 años escuchaste esta canción en un casete que regresabas con una pluma o lápiz y seguramente el auto-stereo del automóvil destrozó más de una vez varias de tus cintas favoritas. Ingrata, canción insignia del álbum Re de Café Tacuba fue lanzada en 1994, año en entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hecho que transformó la vida de los que vivíamos en un bloque comercial que a mediados de los noventas representaba el 27.8% del PIB mundial y que englobaba a Estados Unidos, Canadá y México.
Los que acaban de cumplir la mayoría de edad, en aquel entonces no habían nacido y los que cargan con tres décadas de vida apenas cursarían en aquellos días el 3er grado de educación primaria. El mundo ha cambiado desde entonces y para quienes comprábamos con Nuevos Pesos refrescos en envases de vidrio retornable, el planeta no escucharía en muchos años nombres de empresas como Netflix o Tesla, Dubai era un poblado de pescadores árabes y ese año se jugaría el mundial de futbol en un país que no tenía liga profesional de futbol soccer.
Por aquellos tiempos la empresa mexicana mejor posicionada en la lista de las 500 más grandes del mundo era Grupo Financiero Bancomer en el lugar 273 y Teléfonos de México era la número 294, en ese pasado tan reciente y lejano a la vez, la familia que actualmente controla el conglomerado telefónico más grande de México no pintaba dentro de las más ricas del orbe: la familia Slim sumaba $3,700 millones de USD, muy por debajo del mexicano mejor posicionado que era Emilio Azcarraga Milmo con $5,100 millones de USD. Los nombres que actualmente suenan en los listados de multimillonarios de esa década eran muy diferentes: en primer lugar estaba la familia Walton con 23,500 millones y en segundo lugar la Familia Mars con su emporio de comida que valía 9,200 millones. La economía mexicana daba tumbos sexenales y tenía una dependencia petrolera que provocaba que antes de que se firmara el tratado comercial más grande del mundo nuestras exportaciones de hidrocarburos representaran el 75% del total de lo que vendíamos al exterior contra el 11% actual. Este dato nos permite tener un respiro ante los actuales vaivenes del precio del petróleo, con el escenario económico actual, si México no hubiera cambiado su dinámica de país extractor de petróleo, sencillamente la nación estaría quebrada.
La era digital que hoy vivimos era una utopía concebida sobre la base de primitivas computadoras con monitores del tamaño de una televisión que cuando conectábamos a Internet por la línea telefónica generaban un sonido muy peculiar, los disquetes de 3½ eran los bisabuelos de las actuales memorias USB y Microsoft no era ni la sombra de lo que actualmente es, en ese sentido la empresa de tecnología mejor ubicada en 1992 entre las mayores multinacionales era IBM.
El sexenio de Ernesto Zedillo recibió el litro de gasolina en $2.24, en 1993 la inflación acumulada fue de: 7.05%, por lejano que nos parezca, la cotización del dólar en enero de 1994 era: $3.10
Los teléfonos inteligentes no existían, le faltaban 2 años a Google para nacer y una empresa coreana llamada Samsung se enfocaba en su principal negocio: hornos de microondas. En México las consolas favoritas de videojuegos eran Super Nintendo y Sega, nadie imaginaba que una empresa japonesa que fabricaba videocaseteras bajo su marca Betamax, algún día desplazaría a los gigantes de los videojuegos con su revolucionario concepto de Sony-XBOX.
El descontento social se incubaba en Chiapas y en algún lugar incierto de la República Mexicana se trazaba la idea de ponerle una bala en la cabeza a un candidato presidencial. Los acontecimientos de todo el año desembocaron en decisiones que comprometieron la economía mexicana a finales de 1994, “el error de Diciembre” de ser un tópico económico se volvió un concepto al que se lo comió la cultura popular. Aquel México no estaba preparado para afrontar el entorno global con 6,300 millones de USD en reservas internacionales (actualmente México tiene $175 mil millones) y la poca confianza en la estabilidad macroeconómica de largo plazo no permitía que el Banco de México emitiera instrumentos por arriba de 0.3 años contra el plazo promedio actual de 7.7 años.
La vida antes del TLC era otra, quienes la vivimos la recordamos con música, crisis económicas y series de televisión que marcaron nuestra memoria, quienes no la vivieron han escuchado muchas historias que se volvieron folclor popular, yo creo que la mayoría esas historias son ciertas.
Email:. [email protected]
Twitter: @garoarenas