Es muy loable que el nuevo gobierno desee fomentar el desarrollo científico y tecnológico en el país y que ello se materialice en la fabricación nacional de automóviles eléctricos de bajo costo. Esa es la tendencia de la industria automotriz y es importante no rezagarnos, también tienen un impacto favorable en el medio ambiente. Para lograr el objetivo se pueden seguir diversos caminos, algunos más eficientes que otros.
Cuando el consumo de un bien tiene impactos negativos para la sociedad, como el caso del tabaco, el alcohol o las bebidas azucaradas, que afectan a la salud de la población, o actividades industriales que contaminan, el gobierno interviene para reducir la externalidad negativa, ya que los costos privados no reflejan los costos sociales. Por ello, impone impuestos para reducir el consumo de los bienes e incrementar el costo de las empresas contaminantes. De la misma manera, cuando el producto tiene un beneficio social, el gobierno interviene para fomentar su consumo y lograr la externalidad positiva, un buen ejemplo es las vacunas, el gobierno no tiene que fabricar todas las vacunas, lo que hace es pagarlas y llevar a cabo campañas gratuitas de vacunación en la población objetivo.
El gobierno no tiene vocación empresarial, cada vez que establece una empresa termina siendo una carga para las finanzas públicas. Tenemos el ejemplo de Mexicana de Aviación, sus ingresos no alcanzan a cubrir sus gastos corrientes, olvidémonos de los de inversión. A un año del inicio de sus operaciones ya tuvo que cerrar casi la mitad de sus rutas (8 de 18 rutas), ya sea por falta de mercado o de infraestructura para atenderlos, entiéndase aviones, lo que refleja una falta absoluta de planeación y la carencia de un modelo de negocio viable.
Que el gobierno se involucre directamente en la producción de los automóviles eléctricos es un camino totalmente erróneo para el propósito que se busca, quiere poner plantas en diversas partes del país, contradiciendo el principio de lograr grandes niveles de producción para disminuir el costo unitario. Ninguna empresa automotriz disemina sus plantas de manufactura. Lo que debe hacer es fomentar, a través de otros mecanismos, que se establezcan empresas que produzcan los automóviles eléctricos que se desean. Dar incentivos fiscales a las empresas que lo hagan, por ejemplo, otorgándoles depreciación acelerada, para que recuperen de manera más rápida sus costos de inversión, así como créditos en condiciones más favorables. Se puede incentivar la adquisición de los automóviles a través de subsidios a los compradores. De esta manera, si la calidad y seguridad de los automóviles no satisfacen al mercado, el gobierno no tendrá ningún costo si los automóviles no se venden ni las pérdidas se reflejarán en las finanzas públicas, el riesgo lo corre el fabricante y por ello la empresa que los manufacture va a estar interesada en que el producto se venda en el mercado para poder recuperar su inversión.
Lo que se requiere es de una política de desarrollo e investigación tecnológica que fomente a que las empresas y las universidades dediquen recursos a ese tema. Eso implica aumentarles los presupuestos a las universidades, contrario a lo que se planteó en un inicio en el presupuesto del gobierno de 2025. Dar marcha atrás a la decisión de apoyar solamente a investigadores y proyectos de investigación en universidades públicas. Se necesita dedicar mayores recursos a la investigación y desarrollo, tanto por parte del gobierno como de las empresas y nuevamente a través de medidas fiscales se puede incentivar a las empresas que asignen más recursos a dicho propósito. También se necesita orientar la educación hacia la tecnología, enviar a los estudiantes al extranjero para poder diseminar posteriormente ese conocimiento en el país. La capacitación en el extranjero es uno de los pilares que sustentó el desarrollo tecnológico e industrial de los países asiáticos. Mientras las acciones concretas del gobierno no sean consistentes con el objetivo de fomentar la ciencia y tecnología, esta será solamente una frase más de los discursos políticos.