Al igual que la casi todas las revoluciones sociales contemporáneas la mexicana nació por un conflicto incubado en un desgaste social como resultado de la desigualdad económica existente a principios del siglo pasado. Después de 108 años de iniciado ese conflicto armado es indispensable evaluar el concepto de revolución. Las revoluciones que están transformando al mundo van más allá de un sistema político, la profunda revolución que está cambiando la generación y distribución de la riqueza del mundo se lucha en el ámbito tecnológico. Desafíos como la generación de energías renovables y la factibilidad de que la inteligencia artificial suplante el quehacer humano son cuestiones que generaran más cambios que los que todas las generaciones antes de nosotros hayan vivido.
La reinvención de la Revolución Mexicana
¿Qué hizo México durante 108 años? Podría parecer poco, pero la nación afrontó con éxito varios retos, tal vez el más importante de todos, fue generar un clima de paz y estabilidad social, que aunque por momentos resquebrajado, ha sido el pilar sobre el que se ha construido una economía que está dentro de las 15 más grandes del mundo, no es poca cosa, al concluir el conflicto revolucionario, el país estaba quebrado, el semifeudalismo porfirista, había colapsado y las deudas y dependencia del extranjero pudieron haber sido el caldo de cultivo para una espiral de inacabables conflictos armados, la paz social se construyó sobre un partido político único que reinó más tiempo que Fidel en Cuba y Muamar el Gadafi en Libia.
La vida económica del México postrevolucionario caminó de la mano del petróleo, todo lo que Pemex le aportó al país sucumbió ante el desgaste del tiempo y los cambios tecnológicos. Petróleos Mexicanos se volvió el estandarte de la revolución, por las venas del país corría petróleo, pero con el paso de las décadas la relación economía-petróleo se volvió una insana dependencia. La reciente reforma energética impulsada en el último sexenio ha dejado el sabor del mariachi, es decir, llegando al final de la fiesta.
Los tres cambios económicos más importantes en la economía de México desde la nacionalización de la industria petrolera (Que fue la culminación económica del sueño revolucionario) se dieron en 1994 y tienen que ver con la implementación de las AFORES, la independencia del Banco de México y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El país transitó por un periodo muy corto en una transfiguración de su industria hacia la manufactura, Estados Unidos se volvió nuestro principal socio comercial y hoy le vendemos al vecino del norte casi el 80% de todo lo que exportamos.
¿La Revolución Mexicana fue exitosa? Se cumplieron metas y otras tantas no, el rezago existente entre el crecimiento económico y el desarrollo es un gran adeudo, la pobreza sigue siendo un lastre ominoso. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONVEAL) 53.4 millones de mexicanos están en situación de pobreza de los que 9.4 están en pobreza extrema, es decir, 43% de la población en México no tiene dinero suficiente para adquirir los bienes y servicios de la canasta básica. La Revolución le falló a esos mexicanos.
Los retos son enormes, en un mundo que está cambiando a una velocidad demencial. El futuro nos está rebasando y la revolución a la que nos estamos enfrentando no combate cacicazgos políticos; Las estirpes porfirianas con cortes afrancesadas han cedido su lugar a empresas amodorradas en su zona de confort, lo que hace 108 años se resolvió a tiros, hoy se debe combatir en las aulas y en los centros de investigación. La correlación entre educación y bienestar económico que tienen los países más desarrollados es inequívoca, parafraseando a Pancho Villa: “Primero le pago a un maestro que a un general”. Si desenmarañamos uno de los grandes adeudos de la revolución, encontraremos que la educación se corrompió y a mi parecer, ahí estará el fracaso o el éxito de la revolución tecnológica en la que todos estamos inmersos. En los próximos 10 años la generación de nuevos conocimientos y el avance tecnológico será más grande que todo el saber que hemos reunido a lo largo de la historia de la humanidad. De ese tamaño es el reto que tenemos.
Será un desafío cambiar el concepto que tenemos de la palabra revolución, transformar la idea de las carrilleras y balas calzadas en hombres y mujeres en vetustas fotos amarillentas que simbolizaron el cambio social más grande del país por nuevos conceptos que se adapten al presente y futuro es la lucha que todos enfrentaremos. Reinventar la Revolución Mexicana es indispensable aquí y ahora. ¿Será fácil? No. Pero tenemos con que hacerlo.