El foco de atención económico apareció detrás de la gran Muralla China sin avisar a nadie. Durante los últimos días, Evergrande ha estado bajo los reflectores financieros de todo el mundo. Esta empresa, la segunda inmobiliaria más grande del gigante asiático ha admitido que es probable que no pueda pagar una deuda cercana a 300 mil millones de dólares, lo que significa un riesgo latente de quiebra y por el tamaño de su endeudamiento y su voluminosa red de filiales generará volatilidad en los mercados de valores y en las divisas.
¿Evergrande será el nuevo Lehman Brothers? No lo creo.
Esta misma semana existe un compromiso de pago por 83.5 millones de dólares de intereses, el 23 de septiembre por su bono de marzo del año 2022 y el 29 de septiembre tiene otro compromiso de 47.5 millones por su bono de marzo de 2024, este par de títulos entrarían en impago si no liquida los intereses dentro de los 30 días posteriores a la fecha prevista de pago. En lo que resta de 2021 los pagos superan los 660 millones de dólares, aunado a esto la empresa tiene deudas con cientos de miles de clientes que adelantaron dinero por propiedades aun no construidas. Por cierto, si existe un activo que no me gusta en los portafolios de mis inversionistas son los bonos corporativos.
Los miedos existentes provienen de un quebranto que podría afectar a toda la economía de China, no es poca cosa, sus activos representan aproximadamente el 2% del PIB de China y sus pasivos involucran a más de 128 bancos y más de 121 instituciones no bancarias. El salpicadero sería monumental.
La empresa desde el año 2015 era reconocida por emitir bonos con altos rendimientos conocidos como high-yield con los que financiaba su crecimiento, ya desde ese año se reportaba que su deuda ascendía a 57 mil millones de dólares. El mote que Evergrande tenía ya causaba inquietudes: “la inmobiliaria más endeudada del mundo”.
La pandemia fue la gota que derramó el vaso. En agosto de 2020, el gobierno de Pekin anunció medidas para controlar el endeudamiento de las inmobiliarias como respuesta a inquietudes de una burbuja inmobiliaria, a principios de septiembre la compañía mandó una carta al Gobierno de la provincia de Guangdou, alegando que tenía problemas de liquidez lo que podría provocar el impago de sus préstamos. Desde entonces todo el mundo se ha estado comiendo las uñas.
El tema generará aversión global al riesgo, al menos, hasta saber el desenlace de la compañía o una posible intervención del gobierno de China, ¿Cuándo podríamos saber esto? Semanas, tal vez un mes. Lo cierto es que la autoridad del gigante asiático tiene la solvencia necesaria para rescatar a Evergrande. ¿Se vestirán de héroes? Es muy probable.
Mientras tanto, los mercados han hecho lo que mejor saben: sobre-reaccionar y por eso vemos fuertes retrocesos en activos de riesgo y en monedas emergentes. Los inversionistas que han tenido ganancias durante los últimos meses han encontrado un pretexto ideal para tomar utilidades.
Hay quien compara esto con el caso de Lehman Brothers. Mi opinión es que no hay punto de comparación. El sistema financiero mundial en 2008 se dinamitó por un colapso sistémico de los grupos financieros, y a pesar de eso, los gobiernos del mundo detuvieron el alud. China es la segunda economía del mundo, pero su sector inmobiliario no tiene aún la capacidad de arrastrar al planeta hacia una nueva crisis financiera, al menos, no por ahora.
Mientras tanto, estos eventos son los que provocan que al peso le duela todo, aunque también los designios del banco central de EEUU serán los hilos que moverán al peso en las próximas semanas. Ver a la moneda local en niveles de $20.50 spot es probable. Tendremos días de volatilidad, para quienes ya tenemos tiempo en este negocio, sabemos que históricamente los meses de septiembre (¿casualidad?) los mercados de capitales tienen retornos negativos.
Es un bache en el camino del crecimiento post-pandemia. La economía del mundo seguirá creciendo, aunque nadie ha dicho que será fácil.