La cafetería se ubicaba en Coyoacán, tenía el aire caldoso y el reloj apuntaba las 5 de la tarde, el Ingeniero Escudero revisaba junto con su esposa una hoja con los rendimientos de diferentes instrumentos de inversión, los números eran un vaivén de datos que polarizaban los diferentes activos: los dólares americanos habían pagado más de un 30% en los últimos 2 años, la Bolsa Mexicana de Valores no había caminado desde que en septiembre del 2014 tocó su máximo histórico en 46,357.40 puntos y los portafolios de Deuda Gubernamental habían dependido de tasas de interés que estaban en sus mínimos históricos.
Sr. Arenas, todos ustedes no sirven para nada.
La inquietud en tono de queja del Ingeniero era porque me aseguraba que la labor de un buen asesor de inversiones era saber el futuro de los acontecimientos económicos y en consecuencia, adivinar cuáles eran los activos de inversión que premiarían al inversionista con el mayor rendimiento sin ningún riesgo.
Nada más distante de la realidad. La idea del Ing. Escudero era una fantasía construida sobre la tesis de que los economistas, financieros, corredores de bolsa o multimillonarios con sombrero de copa tienen a su disposición un oraculo, un cumulo de información que va más allá de los mortales y que les permite augurar el comportamiento de los mercados. No, así no funcionan las cosas.
El mercado de acciones, bonos o divisas es un mecanismo a través del que se intercambian esos activos de un vendedor hacia un comprador. Oferentes y demandantes convergen buscando el mejor precio para vender o comprar y esa tensión es la que provoca que una acción mueva su precio o que una divisa se deprecie o aprecie contra otra: Si en el mundo se compran más dólares que pesos, la consecuencia será que el dólar se aprecie versus nuestra moneda. Un profesor me dijo hace mucho tiempo: Un perico podría ser un sabio economista si entiende que el precio de cualquier cosa esta determinado por su oferta y demanda.
Reflexiónelo un poco con un activo diferente a una acción. ¿Qué tal su casa?, imagine que quiere venderla y que cuando usted está a punto de cerrar la operación, su vecino de forma muy inoportuna decide también vender su casa a un precio menor. Si usted quiere mantenerse en la competencia tendrá que bajar el precio. Ahora, pensemos en el caso opuesto: En su calle todo mundo está subiendo el precio de su vivienda y los compradores están dispuestos a pagar el precio que sea, obviamente, usted no estará dispuesto a quedarse fuera de la fiesta.
En los grandes mercados de acciones o bonos, es cierto que existen agentes económicos que tienen más peso que otros: Un inversionista que compra 100 millones de una acción tendrá más poder de influencia en el precio que una persona que invierte 1,000 pesos, sin embargo, estos movimientos solamente van a tener efectos en el corto plazo, la operación del gran inversionista se disolverá y hará que el mercado refleje de nuevo un precio eficiente. Mientras los plazos son más cortos, es más dificil determinar el precio de un titulo.
En el año 2013 se le otorgó el Premio Nobel de Economía al Profesor norteameriano Eugene F. Fama cuando demostró que los precios en las acciones eran muy dificiles de predecir en el corto plazo, porque hay una gran cantidad de información que se incorpora tan rapidamente al mercado lo que provoca que la volatilidad aumente.
Su conclusión fue que en periodos cortos, era prácticamente imposible establecer el precio correcto de los productos financieros y encontrar formas de beneficiarse de esta volatilidad. En idioma cristiano: No le crea a su compadre cuando le afirma que en una semana los Dólares estarán en 20 pesos.
¿Ha escuchado que la unica vacuna contra la volatilidad es aumentar el plazo de su inversión? Otro Premio Nobel de Economía, Robert J. Shiller, Profesor de la Universidad de Yale, analizó el desarrollo de los precios de productos financieros en el largo plazo. Sus conclusiones fueron muy alentadoras. Determinó que los precios de los productos a largo plazo son más fáciles de predecir, ya que excluyen volatilidades de corto plazo (¿Recuerda el ejemplo del inversionista de los 100 millones?).
El Ing. Escudero, es uno de muchos inversionistas que desean ver resultados en periodos cortos, generalmente menores a 3 años, y ese deseo de obtener resultados puede ser adverso para la mayoría de inversiones en activos financieros, por lo que resulta de mucho valor recordar el consejo de Warren Buffett:
Los mercados financieros son el mecanismo para traspasar dinero de la gente impaciente a las personas pacientes.