El reto se postra titánico ante Andrés Manuel López Obrador. La filiación partidista es lo de menos, retar a la corrupción y los círculos concentricos que la rodean, así como la visión de Dante imaginando al infierno en su comedia, es una labor más grande que cualquier meta financiera que he visto en mis 40 años de vida. Ganar esta guerra sería heróico, perderla sería dantesco.
El reto de cambiar a México en 2190 días.
¿Desarticular la corrupción podría hacer crecer económicamente al país? Sin duda, pero existen otros retos. AMLO inicia su gestión con múltiples desafíos económicos que deben tener prioridad en sus primeros días de gobierno, para muchos que nos dedicamos a la gestión del dinero, los primeros 100 días dan un adelanto de lo que se puede esperar en toda la administración. Las manecillas caminan y el tiempo apremia, en las propias palabras del Presidente, “No tiene derecho a fallar”.
Una de las prioridades en la fila de los múltiples retos es darle certidumbre a los mercados financieros y es que para bien o para mal, nunca ningún gobierno en cualquier parte del mundo ha tenido éxito sin llevar una coexistencia amistosa con los dueños del dinero, los gobiernos y los inversionistas se necesitan mutuamente, así ha sido desde que en la Florencia renacentista los italianos inventaron el mercado de bonos que convirtió a los ciudadanos en inversionistas.
Desde hoy, el presidente tiene la obligación de dar certeza jurídica y crear las condiciones propicias para que los inversionistas nacionales e internacionales participen en la vida económica de México, estos mismos inversionistas han estado nerviosos durante los últimos meses y es que después del 1º de julio la actitud y discurso conciliador del Presidente contrastó con su postura sobre el NAIM, las concesiones mineras y en su momento también los comentarios de una parte de la bancada del PT que se posicionaron sobre temas como las comisiones bancarias y la estatización del sistema de Ahorro para el Retiro de los Trabajadores (AFORES).
Poder maniobrar en un entorno económico complejo a nivel mundial deberá ser un acto de precisión casi quirúrgica para las autoridades económicas del nuevo gobierno, les tocará aprender a gobernar en un entorno que no se antoja fácil. Durante el año el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores ha tenido un retroceso de más de un 15% y el peso se ha depreciado un 3% versus el dólar. No he encontrado a alguien que discrepe con el diagnóstico del nuevo gobierno, el país está sumido en una crisis de corrupción y es urgente recortar las brechas de ingreso entre la población. Pero las formas en que esto se realice son las que estarán debajo de la lupa.
Reconciliarse con la iniciativa privada es un paso que no se antoja fácil, pero ya se han dado los primeros “guiños”, desde que AMLO ganó la presidencia un grupo de empresarios ofreció su apoyo, recientemente un equipo de reconocidos empresarios mexicanos han pasado a formalizar un grupo de asesores que estarán cercanos al Presidente. Lo urgente será que los proyectos presentados en el futuro cercano sean factibles y rentables. Aunque el Presidente afirma que la política y la economía deben de separarse, lo cierto es que ambas se interconectan por el simple hecho de que la principal función de un gobierno es generar bienestar entre sus ciudadanos y el bienestar es producto de una correcta gestión económica.
Los retos son enormes y el ánimo de todo mundo es tener un mejor país, ahí en ese punto es donde nos intercontectamos. Al nuevo gobierno le deseo la mejor de las suertes. Si le va bien a la nueva administración nos irá bien a todos.
