La pregunta por sí sola punza, no es que el país sea hipocondríaco, ojalá y lo fuera. El padecimiento es crónico y la enfermedad se ha anclado hasta la medula de la sociedad. La corrupción abate y desmotiva la inversión privada, los inversionistas nacionales y extranjeros, fuente generadora de empleo y en consecuencia de bienestar se piensan dos veces antes de poner un dólar en este país en donde la tierra se diluye en socavones con forma de heridas. ¿Qué le duele a México?
A México le duele la corrupción.
Obredecht y Pemex, OHL y el gobierno del Estado de México, el Ferrari y la Fiscalía Anticorrupción (Y la lista se podría ampliar hasta la frontera de la menoría) no son casos aislados, todos tienen nombre con apellido y sin excepción todos tienen partido político.
Los números macroeconómicos que hoy se ven sólidos, son el mejor colchón que los gobernantes de moral relajada tienen como justificante de sus pillerías. El tipo de cambio está en su mejor nivel desde que Trump se empezaba a convertir en un clavo en el zapato, las calificadoras internacionales vuelven a ver a México con ojos de amor y el empleo, el tan añorado pleno empleo, es un dato con el que el INEGI nos sorprende: Más empleos que nunca antes en la historia…
¿Cuál es la realidad? La realidad que entre líneas se deja ver en los informes de gobierno federales y estatales nos dibujan un lugar más parecido a Noruega o Suiza que a la triste imagen de Juchitán en Oaxaca; el temblor que nos estremece todos los días, es una carretera o un puente desbaratándose sin temblor de por medio y no se diga de funcionarios públicos extraditados entre un circo de acusaciones de todos contra todos y donde el que mejor la libra es al que se le acusa de menos vilezas.
La economía está frenada por los hombres que deberían de procurar meter el acelerador hasta el fondo, el automovil en el que viajan no lleva el mismo rumbo que el del resto del país, México crece lo mismo que la economía más grande del mundo, EEUU este año crecerá por arriba del 2% mientras que nosotros creceremos en un rango de 2-2.5%, con la diferencia de que los vecinos del norte suman el 25% del PIB global y México está situado 15 escalones abajo en la fila de los países más ricos del mundo. En este país donde a diario se levantan mansiones de fábula, también existen chozas donde los huracanes se llevan el patrimonio de toda una vida de miles de personas. Lo peor no es que el país crezca poco, lo peor es que el crecimiento en México es desigual.
La economía es la ciencia de la riqueza, de su generación y de su distribución. Esta es una de tantas acepciones enciclopédicas que se pueden encontrar. La ortodoxia nos dice que aquí y ahora la riqueza, sea mucha o poca, cada vez se genera y distribuye con más dificultad y para eso el ente regulador, llamado gobierno tiene un rol protagónico, o nos ayuda o nos mete el pie, y últimamente no está ayudando mucho. Hay duda y desconfianza, con ambas, los pilares democráticos de la sociedad se vuelven de cristal y ante cualquier evento, ya sea de 8.2 grados Richter o de un soborno al director de una paraestatal, los ciudadanos reaccionan con repudio y hartazgo. A la vuelta de unos meses tendremos nuevo Presidente. Muchos políticos, no se acuerdan que hay país de por medio porque ya se están lamiendo los bigotes.
Para el resto de los mexicanos se vienen meses de concienzudas preguntas, ¿Alguno de elos candidatos presidencialesserá el menos peor?, ¿Quién robará menos?, ¿Con qué candidato me voy a desquitar? Sufrimos por lo que tenemos y por lo que vamos a tener en el próximo sexenio. En fin, al mal tiempo buena cara, la mejor que podamos poner, porque a pesar de tanta desgracia propia e importada, en este país seguimos siendo más los buenos que los malos y por pura probabilidad algún día, un día de estos, uno de esos tantos buenos ciudadanos, nos tendrá que gobernar.
¡Feliz mes patrio!