Tucidides fue un maestro en la narrativa clásica griega. De forma magistral enmarcó en su obra La Guerra del Peloponeso un enfrentamiento que duró 27 años entre griegos contra griegos, y en donde no había buenos ni malos, sino un conflicto donde las culpas se reparten en partes iguales… en ese mundo lejano en siglos y muy cercano en parecido al mundo actual se narran los deseos de una potencia mundial que ha construido un imperio autosuficiente y cuyas ansias de crecimiento no encontraban límites. Se detalla a una Atenas que con mirada recelososa observa a Esparta, a la cual ve como una amenaza para el status quo hasta entonces controlado por el gobierno ateniense.
El contexto presente no es distante. La actual Atenas es comandada por un rubio emperador que no ha tenido el menor empacho en levantarle la voz a cualquiera que tenga de frente. Del otro lado del mundo, está su némesis: La China de mil cuatrocientas millones de cabezas se levanta como una contraparte del sueño americano. Los dos polos políticos y culturales del mundo están al borde de una colisión económica.
Por qué Estados Unidos iría a una guerra comercial contra China.
Trump, hace énfasis en un supuesto desequilibrio en las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos, además acusa al gobierno de Pekin de manipular su divisa para estimular las exportaciones de China al mundo, en esencia acusa a China de competir deslealmente.
El actual presidente norteamericano de manera recurrente puntualiza la importancia que tiene la recuperación de empleos en su país y esa espinilla es la que China le patea con más fuerza. De acuerdo a varios estudios, 2 millones de empleos norteamericanos se han perdido desde que China se adhirió a la Organización Mundial del Comercio en 2001.
Sin duda, a nadie le conviene una carrera que tiene como meta el colapso de la economía mundial. En este conflicto se involucran las dos economías más grandes del planeta, a todos beneficia la evolución de relaciones comerciales positivas tanto para China como para Estados Unidos, y también para la economía global.
El mundo tiene una dinámica de traslado de mercancías y capitales alucinante. Tanto China como EEUU son pilares de las principales cadenas globales de suministro. En el caso de que estas dos economías decidan encerrarse atrás de su muro y su muralla respectivamente, muchos países como nosotros nos veríamos perjudicados por un conflicto comercial. Y como en la Guerra del Peloponeso los involucrados podrían sobrevivir por muchos años, aunque las bajas serían cuantiosas.
El enorme mercado chino es la fuente del crecimiento de empresas estadounidenses como Apple, General Motors y Boeing, que tienen una fuerte presencia en China. Y a su vez China tiene un enorme superávit comercial con EEUU que sumó más de 30,000 millones mensualmente durante 2016. Si Estados Unidos le cierra la puerta a China, ese dinero se esfumaría de la balanza comercial de los chinos.
No he encontrado un solo especialista que localice un punto favorable a un choque comercial entre estos dos países, tal vez, el único beneficiado en el corto plazo sería el mandatario norteamericano que capitalizaría políticamente una victoria sobre un rival del mismo peso. Por cierto, la moraleja de La Guerra del Peloponeso es aplastante. La conclusión con la que Tucidides corona su escrito describe los estragos de una guerra que deja tan maltrecho al imperio griego que nunca logra recuperarse y con este conflicto bélico se inicia el fin de la civilización griega.
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