Ayer y hoy los mercados se han mostrado muy jubilosos ante las declaraciones de la presidenta de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Janet Yellen, en el Economic Club de Nueva York. En síntesis, el martes insinuó que daría a los inversores su droga favorita: más compras de activos para seguir inflando los índices bursátiles.
Yellen dijo que era apropiado que el Comité de Mercado Abierto de la Fed (FOMC por sus siglas en inglés) “procediera con cautela” en lo que se refiere a nuevas alzas de tasas de interés, debido a que los riesgos para la economía global se han incrementado.
A decir verdad el tema de un ciclo “cauteloso” de alza de tipos no es nada nuevo. Lo mismo había dicho Yellen antes de la primera subida de 25 puntos base en diciembre. Lo novedoso, reiteramos, es lo explícito que ha hecho ya que, en caso de problemas, habrá una nueva ronda de compra de activos, un QE4.
Esto ya lo habíamos anticipado en este espacio en noviembre de 2015. En ese entonces aseveramos:
Cuando llegue la siguiente recesión a Estados Unidos, (la Fed) recurrirá de manera desesperada a cualquier herramienta para repetir la locura de reinflar burbujas. En esa baraja no descarte tasas negativas y/o un QE4.
Yellen dijo ayer que la Fed tenía aún margen de maniobra para flexibilizar la política monetaria incluso si las tasas llegan a cero de nuevo, manejando las expectativas de los tipos de interés y aumentando “el tamaño o duración de nuestras tenencias de valores de largo plazo.”
Es decir, no se atrevió a pronunciar las palabras Quantitative Easing (QE) pero no hizo falta.
Aumentar el tamaño de sus valores significa justo eso, entrar al mercado a comprar bonos y activos respaldados por hipotecas para aumentar su precio y reducir sus tasas de rendimiento. Manejar la “duración” quiere decir vender activos de corto plazo para reemplazarlos por otros de vencimiento más largo, como hizo antes con la Operación Twist.
Nada hace más felices a los mercados que un anuncio como ese, razón por la cual al cierre de este artículo índices como el Dow Jones, el S&P500, la Bolsa Mexicana de Valores, etc. continuaban en al alza y el dólar a la baja. En México la fortaleza del peso continúa, gracias a lo cual el billete verde se encuentra en niveles mínimos de 2016, alrededor de los 17.20 pesos por unidad.
El discurso de Yellen ha hecho que prácticamente se descarten subidas de tasa de fondos federales en lo que resta del año, por lo que su rango actual de 0.25 a 0.50 se mantendría.
La titular del banco central estadounidense mencionó dos riesgos para el crecimiento global: la desaceleración de China y los precios de las materias primas, del petróleo en particular. Afirmó que hay incertidumbre respecto a la transición de la economía china de un modelo exportador hacia fuentes domésticas de crecimiento. Agregó que mayores caídas en el precio del petróleo tendrían efectos “adversos” en la economía global.
De manera que aquellos optimistas que aún repiten que un precio del crudo bajo “ayuda” al crecimiento, han sido desmentidos por la propia Yellen. Aquí hemos reiterado que el desplome de las materias primas no es una circunstancia que estimularía la producción, sino un síntoma de que la economía global en general, y en particular la de China y Estados Unidos, se están desacelerando.
Hay indicios que los propios funcionarios de la Fed ya no pueden pasar por alto con puro optimismo. El crecimiento del PIB estadounidense se desaceleró a un ritmo de 1.4 por ciento en el cuarto trimestre de 2015, mientras que el estimado GDPNow de la Fed de Atlanta –al corte del lunes- ubica una expansión de sólo 0.6 por ciento para el primer cuarto de 2016.
Así que no debemos caer en la trampa: las malas noticias no son “buenas noticias” porque la Fed prometa inyectar más liquidez al mercado y a aumentar la especulación en el mercado de bonos. No. Una nueva recesión es cuestión de tiempo y es imposible saber con certeza cómo reaccionarán los inversores. “Imprimir” dinero siempre genera optimismo temporal, pero nada hace por dar fuerza estructural de largo plazo a la economía.
Todo lo contrario. Ante esta calma que antecede a la tempestad, habrá que aprovechar, si se abaratan lo suficiente, oportunidades de compra en el propio dólar –que ante una nueva crisis podría inflarse en burbuja- y verdaderos activos refugio como el oro y la plata.
Las malas noticias son lo que son.