Aquí ya hemos advertido desde principios del 2015 de las señales que empezaban a multiplicarse sobre una desaceleración global que se acabaría convirtiendo en recesión. Según un documento que HSBC elaboró esta misma semana para sus clientes, ese momento ya ha llegado.
Según este documento, el comercio mundial se está desplomando a un ritmo alarmante (en junio pasado alcanzó una tasa negativa de -8.4%). Estos descensos sólo se encuentran en lapsos recesivos.
El Producto Interno Bruto (PIB) global medido en dólares ya se encuentra en recesión, según HSBC, incluso ya más pronunciada que la de 2001. Hasta el momento la contracción económica sería del -3.4 por ciento, unos 1.37 millones de millones de dólares. Está claro, que se está midiendo la fortaleza del dólar y con ello, amplificando el impacto. Pero, el dólar es todavía la divisa de reserva mundial, y este dato nos refleja lo negativo que resulta para todos esta fortaleza: para los emergentes (EM) cuyas monedas se han devaluado, y también para los países desarrollados (DM). Nadie celebra un “súper” dólar.
El gráfico siguiente (cortesía de Zerohedge) ilustra el momento recesivo global (medido en dólares).
No es casualidad que los mercados ya descarten que la Reserva Federal (Fed) aumente las tasas de interés este año, y sólo consideran una moderada probabilidad para mediados de 2016. Si seguimos con esta tendencia, la escalada de tasas se seguirá retrasando, y como hemos advertido, no es imposible ver medidas como tipos de interés negativos y hasta un QE4 para debilitar al dólar.
HSBC en su reporte destaca el “limitado”efecto de las rondas de “flexibilización cuantitativa”, que han emprendido los mayores bancos centrales del orbe como la Fed, el Central Europeo (BCE) y el de Japón (BoJ). Una frase clave del informe es que “las políticas de QE no han generado más valor del que han destruido.”
Para los mercantilistas amantes de la “devaluación competitiva”, el documento indica que los relativos incrementos en los estímulos por parte del BCE y BoJ han modificado los tipos de cambio, pero no ha producido “cifras de crecimiento de exportaciones suficientemente grandes”, para poder compensar la falta de dinamismo en la economía.
Los mercados financieros enfrentan vientos en contra en tres vertientes, según el reporte: “crecimiento más lento y la limitada capacidad de los bancos centrales para moderar las recesiones cíclicas, en un momento en el que la prima de riesgo es relativamente limitada en mercados clave. Por lo tanto, nuestra asignación de activos es muy conservadora hacia el futuro.”
HSBC confirma que en este momento, es un error grave creerse que la desaceleración será “temporal” y que las perspectivas de crecimiento son alentadoras. Todo lo contrario.
En esa situación, la mesa está más que puesta para que con cualquier pretexto estalle una nueva crisis financiera que haría que, los activos refugio como el dólar, los bonos del tesoro y el oro, se pudieran disparar a nuevos máximos. Reiteramos que todavía es tiempo de hacer previsiones y tomar medidas de autodefensa financiera.
Tanto al gobierno como al Banco de México, como ya ha ocurrido en el pasado, el nuevo estallido de burbujas en mercados globales de activos los tomará por sorpresa. El optimismo es mal consejero.