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Grecia. O cómo vivir para siempre del contribuyente europeo

El viernes se llegó a un acuerdo tras el tercer Eurogrupo desde que Syriza ganó las elecciones en Grecia. Con este acuerdo, que se tomó con las instituciones que supervisan este rescate, - la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) conocidos hasta ahora como Troika- se decidió extender por cuatro meses más el programa de rescate griego que expira el 28 de febrero. 

Se contrapone la confianza de los funcionarios griegos en que se les apruebe el paquete de reformas que propondrá, con la actitud no muy optimista de los alemanes. Según el experto financiero Hans Michelbach, en el periódico Handelsblatt, apuntaba: 

es inconcebible que el parlamento alemán pueda tomar una decisión final sobre el programa puente para Grecia antes de que termine febrero. 

 

Las propuestas griegas que prometen no generan mucha confianza. De nuevo han dicho que quieren pagar sus deudas, pero se sabe que ni pueden ni van a hacerlo. De hecho, el gobierno de la izquierda radical que encabeza a Syriza está comenzando a quedar mal con sus propios electores. Si recordamos, Alexis Tsipras, primer ministro griego, prometía en la campaña que le llevó al poder abandonar la austeridad gubernamental para estimular la economía. Este incumplimiento -bastante evidente después de los acuerdos del viernes- está empezando a provocar divisiones interiores en Syriza. Así, uno de sus eurodiputados, Manolis Glezos, afirmaba: 

El cambio de nombre de la 'troika' a 'instituciones', el del 'memorando' por 'acuerdo' y el de 'prestamistas' por 'socios' no cambia la realidad anterior.

 

Está claro que Tsipras tiene dos opciones: cumplir su palabra ante el electorado a costa de abandonar el euro y arruinar más al país, o quedar mal con los votantes para permanecer en la moneda única. Alemania lo acorraló por una sencilla razón: el que paga, manda. La realidad es que dio su brazo a torcer, porque resulta imposible terminar con la austeridad si lo que no se tiene , es dinero para gastar. Por eso su demanda se puede resumir en tres cosas: euros, euros y más euros.
La opción de abandonar esta divisa, pese a lo atractivo que era para quienes votaron por Syriza, nos llevaría al pasado, habría que volver al dracma, una moneda cuyo valor sería ínfimo y que cada segundo se devaluaría aún más debido a la hiperinflación. El plan pues para acabar con la austeridad, nació muerto.

Aunque no lo admitan, los alemanes están más dispuestos a seguir dando dinero a Grecia a cambio de más promesas de cambio y pago, que a permitir su salida del euro, ya que podría sentar un precedente para otras naciones mucho más grandes e importantes como España. De esta forma, el país helénico representa un enorme riesgo sistémico, tan grande, que es capaz de doblar a Alemania que, en contraataque, hará firmar a Tsipras los compromisos que espera de él, aunque ya se sabe que en el futuro, la palabra griega vale un centavo. Todos se hacen los tontos. Lo que quieren los griegos es seguir viviendo de los contribuyentes europeos para siempre, pues sin más rescate, Atenas no puede pagar. 

Grecia enfrentará de marzo a agosto compromisos de pago por 11 mil millones de euros que no tiene, y menos aún cuando sus ingresos se han desplomado. El gobierno de Tsipras tiene que encontrar la forma de mantener un superávit primario para que sus acreedores hagan como que le creen.
Por su parte, Atenas dice que logrará esto combatiendo el lavado de dinero, la evasión fiscal y con recortes en el servicio público. Como quiera, transcurridos los cuatro meses, el tercer rescate financiero para Grecia será inevitable. Así, el Financial Times lo estima en cuandoo menos 37.8 mil millones de euros para este año. 
¿Qué dirá entonces Tsipras para justificar una petición o aceptación de este tipo, cuando lo que lo llevó al poder fue su lucha por acabar con las exigencias del segundo rescate?

 

Queda bastante claro que para que el auero sea sostenible necesita que los estados miembros tengan disciplina fiscal y no que se sigan acumulando deudas impagables, como la griega, que como hemos dicho, asciende a unos 323 mil millones de euros. Se mire por donde se mire, no podría cubrir jamás. Teniendo clara la situación, lo mejor para la eurozona y los propios griegos sería que aceptaran esta realidad. Tarde o temprano el contribuyente europeo dirá “no más”,  y entonces habrá dos alternativas: patear a Grecia fuera del euro, con las consecuencias aludidas para la eurozona, o perdonarle la mayor parte de su deuda como debió ocurrir desde un inicio. Esto último es lo más probable. Los propios miembros de la zona euro –tenedores del 60% de sus pasivos, serían quienes asumirían la mayor parte de las pérdidas.

Nadie niega que habría una crisis enorme, pero al menos, el precedente y la lección de que no se debe echar dinero bueno al malo, servirían de ejemplo y se podría comenzar a hablar por fin de una verdadera salida. Mientras esto no ocurra, cualquier supuesta solución no es más que pura fantasía. 

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  1. #1
    27/02/15 01:53

    Buenos dias!
    No creo que los griegos quieran vivir del contribuyente europeo, más bien creo que Grecia se encuentra en una situación complicada entre otras cosas por la gestión privada y por las decisiones políticas que se han ido tomando, empezando quizás por las dificultades con las que ya entró en el euro, entrada que parecía obligada por el prestigio histórico del país, ¿Cómo no iba a entrar Grecia en el euro? Esa cuestión era insólita.
    Lo que creo también es que los griegos,y con ello me refiero al pueblo heleno, quieren salir de la situación en la que se encuentran inmersos, dudo mucho que quieran vivir de las ayudas caritativas de los demás.
    Y bueno en lo que respecta a España, no nos olvidemos de que aquí ya ha existido un rescate a la banca española a cambio de nada...
    Un saludo!