Este domingo finalizó un encuentro más de los ministros de finanzas y banqueros centrales del G20, que se celebró este fin de semana en Australia. En el G20 se incluyen a las 19 economías más grandes del mundo más la Unión Europea.
En su comunicado oficial, el G20 sigue dando obviedades de que actúa como un guiñol, en el cual las personas que mueven los hilos, están muy felices haciendo que esos líderes financieros repitan sin parar el discurso que les han diseñado.
Lo malo es que esos discursos se convierten en erróneas acciones políticas y económicas que no nos llevan a una salida real de la crisis que inició en 2008, cuyos orígenes reales por cierto, se remontan tan lejos como a la desmonetización de la plata en el siglo XIX, y a la desmonetización del oro en el siglo XX.
En este largo proceso, que un científico monetario como el Profesor Antal E. Fekete considera un hecho artero y planificado, se mezclaron los conceptos de dinero y crédito hasta acabar completamente fusionados. Por eso hoy el “dinero” es en realidad dinero fíat, es decir, un papel o dígitos en cuentas bancarias que no son más que una deuda, pero que a la gente se le educa para que crea que es dinero de verdad.
La diferencia se haya en que ese dinero de verdad es un extintor de deuda, un pago en sí mismo.
El oro y la plata, dinero real
Es por ello que el oro y la plata sí lo son, pues quien los recibe se siente pagado con una mercancía de valor real que puede atesorar para siempre. Esto no ocurre con el dinero de papel del que las personas tienen que deshacerse en cuanto antes, pues su valor mengua a gran velocidad y no puede ser guardado por mucho tiempo. Los gobiernos corrompen su propia divisa.
Gracias a todo esto, la idea de impulsar la economía con deuda, consumo y crédito que se expanden de manera exponencial, solamente puede existir en un sistema de dinero fíat, pues a diferencia de los metales preciosos monetarios, este sí puede ser creado ilimitadamente a costa de sus defraudados tenedores, y de toda la gente que cada día se esfuerza más y más por ganar cada vez menos de ese falso dinero.
Hoy nos encontramos en la fase final de este largo experimento universal de dinero fíat y deudas sin límites, pues alcanzamos el punto en el que ya ni siquiera con cantidades históricas de “estímulos monetarios” (eufemismo que se refiere a la impresión masiva de billetes) en las economías más grandes del orbe, ni con permanentes déficits fiscales, es posible continuar con la expansión el crecimiento económico.
Así lo confirma una vez más el propio G20, que en su declaratoria asegura que
A pesar de estas mejoras recientes, la economía global continúa lejos de alcanzar crecimiento fuerte, sostenido y balanceado. Estamos de acuerdo en que la economía enfrenta todavía debilidades en algunas áreas de la demanda, y que el crecimiento está aún por debajo de las tasas necesarias para que hacer que nuestros ciudadanos regresen al empleo y cumplan sus aspiraciones de desarrollo
El punto 3 del comunicado continúa explicando sus falsas teorías:
Reconocemos que la política monetaria debe seguir siendo acomodaticia en muchas economías avanzadas, y que debe normalizarse a su debido tiempo, mismo que estará condicionado a la perspectiva de estabilidad de precios y crecimiento económico.
El G20
Resumiendo, el G20 renueva votos en su compromiso de estimular la demanda global a través de más flexibilización cuantitativa, y se fija como objetivo un crecimiento del PIB colectivo mayor de 2 por ciento durante los próximos 5 años, o sea más de dos billones de dólares en términos reales.
Para conseguir este objetivo, el G20 dice además que tomará acciones concretas como
incrementar la inversión, elevar el empleo y la participación, incrementar el comercio y promover la competencia además de las políticas macroeconómicas.
Todo esto nos dice que las equivocadas teorías monetaristas y keynesianas se encuentran dirigidas por: bancos centrales y gobiernos de estos países. Un intento de planificación central evidente, ha sustituido al libre mercado.
No han bastado todos estos años de intentos fallidos en levantar el crecimiento económico mundial, para cerciorarse de que si siguen usando las mismas políticas obtendrán siempre los mismos resultados: más deuda, dispendio, burbujas de activos (índices bursátiles, bonos, divisas, etc.) y acumulación de oro y plata en manos privadas, pero menos producción, empleo y desarrollo.
La debilidad de la demanda como la denomina, y su miedo a las presiones deflacionarias, son síntomas de un mal mayor y no la causa de la enfermedad económica, pero eso no es capaz de verlo el G20.
De esta manera, los países miembros (incluido México) se han convertido en puros títeres de las malas ideas impuestas por una élite, que tras bambalinas, continúa beneficiándose del statu quo y de su brazo ejecutor: el dinero de papel.
Por eso veremos muchos encuentros y muchas cumbres más, pero que no traerán cambio alguno de fondo. El G20 y otros foros, seguirán realizando lo mismo como si de plegarias se trataran. Solamente cavan más hondo el hoyo en el que nos encontramos.
Mientras tanto, esa misma élite a la que hemos aludido, seguirá solapando la colosal transferencia de oro de Occidente hacia Oriente (principalmente hacia China) para apropiarse a tiempo y una vez más aprovecharse del nuevo sistema que resurgirá de las cenizas del actual, cuyo final trágico, es inevitable.
En ese reinicio, como hemos adelantado, quedará claro que no era necesaria más deuda, consumo y crédito, sino todo lo contrario: más ahorro, austeridad y formación de capital. Para entonces, las naciones que sí lo hicieron y atesoraron dinero auténtico, el oro, dictaminarán las nuevas reglas, desplazarán al dólar y serán las voces cantantes en el Fondo Monetario Internacional.
Ojalá que dentro de la academia y la intelectualidad, las pocas voces que hoy criticamos y cuestionamos a las corrientes predominantes, seamos acompañados. La verdadera solución a las preocupaciones económicas que nos afectan, pasan por dejar de lado los antiguos dogmas que nos trajeron hasta aquí, y construir sobre cimientos sólidos.
De no hacerlo, el cáncer del dinero fíat que corrompe el presente de nuestra sociedad, a la par que carcome el progreso y futuro del ser humano continuará avanzando, condenando a cientos de millones de personas a un final que no merecen, pero del que no los podremos salvar.