Estados Unidos vive una ola de cambios en la opinión pública, que ha logrado que diversos estados de la Unión se sumen a una legalización del consumo de marihuana.
Marihuana legal
Un total de 20 entidades, además del Distrito de Columbia, ya permiten el uso de la marihuana cuando menos para fines medicinales. De entre estos países sobresale Colorado, que desde el 1 de enero de este año liberó y reguló la venta de marihuana para fines recreativos.
Este giro en las percepciones de la población estadounidense, ha provocado que gobernantes que con anterioridad se oponían a su legalización, terminen por sumarse.
El caso más reciente es el del demócrata gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo. Su plan será más restrictivo que el de Colorado y California, ya que solamente daría a 20 hospitales prescribirla a enfermos con cáncer, glaucoma y otras enfermedades que determinará el Departamento de Salud estatal.
Sin duda alguna, es cuestión de tiempo, en primer lugar, para que más estados avancen en la legalización de la marihuana con propósitos curativos, y luego, para en una despenalización al estilo Colorado.
Mientras eso pasa ahí y en otros países como Uruguay, nos tenemos que preguntar: ¿Hasta cuándo nos daremos cuenta en México que cuanto más tardemos en terminar esa “guerra” contra la marihuana, más alto será el costo que pagaremos por esa lucha?
La hora de acabar con ella ha llegado. De no hacerlo (contrario a lo que se cree) estaríamos condenando a miles o quizás millones de jóvenes mexicanos a la drogadicción, y a seguir hinchando las billeteras de los mafiosos.
Explico por qué
En el país, según la Encuesta Nacional de Adicciones 2011 en lo que se refiere a drogas ilícitas, la marihuana continua siendo la que más se consume, con un porcentaje de 80% del total de drogas.
Se han concretado avances en el control del consumo, pero que a nivel legal siguen siendo insignificantes.
En México la dosis máxima de consumo personal e inmediato según la Ley General de Salud, apenas llega a cinco gramos, y la falsa moral de los políticos nos mantiene todavía en un nivel de empezar el debate sobre la legalización legalización de la marihuana. Más pérdida de un valioso tiempo.
De seguir así, podríamos tardar décadas mientras discutimos vanamente, continuando en la irracionalidad de permitir ese consumo individual mínimo, pero persiguiendo el tráfico de marihuana.
El peligro de la situación
El peligro de esta situación y del que nadie habla, es que mientras la marihuana se vaya abaratando más y más en Estados Unidos con la legalización total (que seguirá expandiéndose) la prohibición de ésta en México y su consecuente encarecimiento, hará más rentable para los narcotraficantes que la droga se venda ahora en territorio nacional.
O damos el gran paso a tiempo también hacia la legalización pronto de la marihuana, o los logros alcanzados hasta ahora en prevenir las adicciones, serán echados a la basura. Un “mal” menor para evitar una tragedia.
Y es que según la conclusión de la misma Encuesta Nacional de Adicciones
La tendencia al crecimiento que se observó entre 2002 y 2008 parece haberse detenido en los siguientes tres años de 2008 a 2011, no se observan cambios significativos en la proporción de personas que reportan consumo de cualquier droga en el último año […] Tampoco se aprecian diferencias en el consumo por tipo de droga.
Así pues, un precio más elevado de la marihuana en México como consecuencia de mantener su prohibición, giraría hacia aquí los ojos no sólo de traficantes mexicanos, sino también de los estadounidenses, que forzarían el consumo ahora en México, sobre todo entre los adolescentes para ganar clientes.
Es por esto que paradójicamente conservar la restricción del consumo de marihuana disparará la demanda ésta, y eliminarla, la podría contener con trabajo de prevención. Los vendedores buscarán compensar acá, lo que dejen de ganar allá.
Como puede observar, no se trata de las falaces propuestas de legalizar bajo el argumento de que así se terminaría con la violencia de los grupos del crimen organizado. Son dos cosas diferentes.
Principalmente porque la marihuana representa solamente una parte de los ingresos que generan los cárteles de la droga, no la totalidad. Sin dinero no se van a quedar. Las demás sustancias prohibidas las seguirán comercializando con amplias ganancias.
En segundo lugar, para regresar al orden y el fin de la violencia en México tenemos que fortalecer nuestro débil Estado de derecho, es decir, cumplir y hacer cumplir la ley como es obligación de la autoridad, y no nada más por despenalizar el consumo de la marihuana.
La legalización de la marihuana significaría tener un control mayor sobre la demanda, a pesar de que siguiera existiendo el contrabando como en otros mercados.
Además, se recaudarían impuestos que se podrían reconducir a fortalecer las campañas de prevención de adicciones, así como para la rehabilitación de los drogadictos, que dejarían en definitiva de ser tratados como criminales en lugar de como enfermos.
Por supuesto, el mejor escenario posible sería una despenalización plena en el país, pero debemos reconocer que según encuestas como la que realizó Parametría el año pasado, aún existe una resistencia fuerte de la sociedad.
Un 80% de los habitantes de México se opondría a la legalización de la marihuana según la propia encuesta, pero un 66% está a favor del uso medicinal. De manera que el arranque para legalizar la marihuana debería partir también desde este último punto.
En última instancia, lo que está en juego es la libertad de las personas para decidir sobre sí mismos, en lugar de permitir que el gobierno nos siga diciendo lo que es “bueno” y “malo” para nosotros.
El ejercicio cabal de nuestra ciudadanía no existirá mientras no gocemos de esa libertad inherente a la naturaleza humana, y sigamos cediendo ese magnífico poder a las manos siempre corruptas del Estado.
Las cartas están sobre la mesa, es hora de la siguiente partida, señores legisladores.