La semana pasada, la agencia oficial de noticias de China, Xinhua, publicó en inglés el artículo titulado “La falla fiscal de EE.UU garantiza un mundo ‘desamericanizado´”, bajo la firma de Liu Chang.
Un mensaje así, de un país que está obsesionado por controlarlo todo, debería ser considerado como una plena declaración de intereses de sustituir a Estados Unidos como primer economía mundial y al dólar como divisa de reserva universal.
Para que ello ocurra, el régimen chino tendrá tarde o temprano que soltar los controles que tiene todavía en su economía, y en particular del yuan, si de verdad pretende desplazar al dólar como divisa de ahorro y transacciones universal.
China aprovechó así la coyuntura del debate sobre la elevación del techo de endeudamiento estadounidense para expresar su posición respecto a aquel país, y el abuso de su “súper poder” que, asegura, ha introducido caos al mundo “desplazando los riesgos financieros al extranjero, instigando tensiones regionales por disputas territoriales y peleando guerras injustificadas al amparo de mentiras descaradas”.
Está claro que Beijing no está conforme con la idea descarada del gobierno y Reserva Federal estadounidenses, de devaluar al dólar para “estimular” el crecimiento y “equilibrar” los desbalances comerciales existentes, pues lo único que ha provocado es una guerra mundial de divisas. Nadie quiere, ni en Europa, ni Japón, ni en Gran Bretaña, ser el último en esa carrera devaluatoria en la que todos pierden.
Eso ha propiciado que China, el principal tenedor de deuda estadounidense, se plantee hacer frente al inevitable colapso global del sistema refugiándose en el siste divisas irredimibles: el oro.
No sería coincidencia entonces, que el artículo de Xinhua reflejara el mismo sentir que los números dados a conocer ayer por el Tesoro americano, que dan cuenta de que al cierre de agosto, los chinos redujeron a un mínimo de seis meses el total de “treasuries” en sus manos a 1.27 billones de dólares (trillones en inglés). Solo el tiempo confirmará si se trata una baja temporal o una tendencia definitiva, pero es un hecho que continuarán diversificando sus reservas pase lo que pase.
China sabe que a los americanos no los podrá vencer jamás por la vía militar, pero también reconoce que el “talón de Aquiles” lo tienen en el billete verde y sus exponenciales e impagables deudas. La elevación de los topes de deuda, será un proceso permanente.
Debido a esto, China está animando a sus ciudadanos a ahorrar en oro, invirtiendo en la producción minera del país a fin de que se quede dentro de las fronteras chinas. Por ello mismo se rumorea que el gobierno chino está acumulando reservas áureas en secreto, pues no ha dado a conocer estadísticas actualizadas al respecto.
Del lado del sector privado, la demanda de oro también ha subido hasta el punto en que, según estimaciones, ahora es incluso más alta que la del resto de la producción minera mundial.
La Bolsa de Oro de Shanghai (Shanhai Gold Exchange) tiene el monopolio de entrega física del metal en la China continental, y utiliza a Hong Kong como enlace desde donde importa desde el exterior. Entre ambos puntos, en los primeros ocho meses de este año han entregado alrededor de 1,730 toneladas a manos privadas, que equivalen a un ritmo anualizado de 2,600 toneladas, aproximadamente.
Si la producción minera fuera de territorio chino es de unas 2,260 toneladas, quiere decir que existe un déficit para satisfacer el insaciable apetito de oro del resto de Asia, sobre todo de India, y que de alguna manera ese metal está saliendo de algún lado.
Por tanto, a quienes debemos mirar es a los bancos centrales occidentales, que podrían estar vendiendo oro a China, un oro que jamás volverá a sus respectivos países si pasa a manos asiáticas.
Las ventas realizadas por los Fondos Cotizados (ETFs) este año de 670 toneladas a la fecha, y el reciclaje, son por completo insuficientes para cubrir esa enorme y permanente demanda.
No es casual tampoco que las exportaciones de oro del Reino Unido hacia Suiza, el principal refinador del orbe, hayan saltado a 1,016.3 toneladas de enero a agosto de 2013, cuando en 2012 fueron de apenas 85.1 toneladas en el mismo período. La clave está en que ese metal precioso no llega para quedarse por completo, sino para ser a su vez exportado en su mayoría, ya fundido y refinado en nuevas barras más pequeñas, a consumidores en Asia.
Koos Jansen. en su blog In Gold We Trust, ha informado que las importaciones netas de Hong Kong desde Suiza alcanzan ya las 598 toneladas en lo que va de 2013, unas cifras que ya revelan la realidad existente en el mercado del oro en China.
Por tanto, mientras Occidente sigue obsesionado con denostar al oro, en deprimir sus precios y “estimular” sus economías con gasto público e impresión monetaria, China seguirá acumulando fuerza y preparándose para ese mundo “desamericanizado” al que aspira, y para el cual, no tendrá que soltar ni una sola bomba.