Dicen por ahí que «no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista» y que «todo lo que empieza, termina».
Sin duda, la actual situación del peso mexicano frente al dólar estadounidense, tanto por el fenómeno de depreciación como por las perspectivas mismas de ello, no podría ser mejor resumida que por los dichos de antaño, pues, así como hay algunos que lo ven con angustia, hay quienes lo visualizan con cierto grado de sosiego, y, del mismo modo que muchos vislumbran al par USDMXN retornando hacia niveles debajo de MXN$ 17, otros dilucidan que eso ya quedó atrás.
¿Quién tendrá la razón?
El par USDMXN, cuyo rango temporal del proceso de apreciación cambiaria dio inicio en diciembre de 2021, en términos de retorno mensual, acumula dos meses consecutivos de retrocesos, aunado a que, septiembre de 2023 es el mes en el que se ha registrado la mayor depreciación, siendo ésta de -2.93% (Gráfica 1).
No obstante lo anterior, el peso mexicano, con una apreciación acumulada anual del orden de 13.53%, se posiciona, de entre las principales monedas emergentes, como la segunda con mejor desempeño frente al dólar estadounidense, detrás del florín húngaro, que registra un avance de 14.72% (Gráfica 2).
Si bien parte de la debilidad mostrada por nuestra moneda durante el último bimestre corresponde a factores internos, como la reducción gradual del programa de cobertura cambiaria desde US$ 7.4B a US$ 3.7B, contrastando los datos anteriormente expuestos, podemos concluir que, de forma general, han influido mayormente factores externos; basta con revisar el margen y la rapidez con la que se ha acelerado el índice DXY, el cual desde mediados de julio acumula un alza de 6.41% (Gráfica 3).
Desde la visión técnica, la depreciación del peso mexicano se avizoraba por al menos 2 elementos. El primero, la divergencia entre el Índice de Fuerza Relativa (RSI, por sus siglas en inglés) y el oscilador técnico MACD que comenzó a formarse a mediados de junio. Y, el segundo, el toque en la banda de soportes de MXN$ 16.40 – MXN$ 16.60 que fijé y le compartí a mediados de julio (Gráfica 4).
El par USDMXN, cuyo rango temporal del proceso de apreciación cambiaria dio inicio en diciembre de 2021, en términos de retorno mensual, acumula dos meses consecutivos de retrocesos, aunado a que, septiembre de 2023 es el mes en el que se ha registrado la mayor depreciación, siendo ésta de -2.93% (Gráfica 1).
No obstante lo anterior, el peso mexicano, con una apreciación acumulada anual del orden de 13.53%, se posiciona, de entre las principales monedas emergentes, como la segunda con mejor desempeño frente al dólar estadounidense, detrás del florín húngaro, que registra un avance de 14.72% (Gráfica 2).
Si bien parte de la debilidad mostrada por nuestra moneda durante el último bimestre corresponde a factores internos, como la reducción gradual del programa de cobertura cambiaria desde US$ 7.4B a US$ 3.7B, contrastando los datos anteriormente expuestos, podemos concluir que, de forma general, han influido mayormente factores externos; basta con revisar el margen y la rapidez con la que se ha acelerado el índice DXY, el cual desde mediados de julio acumula un alza de 6.41% (Gráfica 3).
Desde la visión técnica, la depreciación del peso mexicano se avizoraba por al menos 2 elementos. El primero, la divergencia entre el Índice de Fuerza Relativa (RSI, por sus siglas en inglés) y el oscilador técnico MACD que comenzó a formarse a mediados de junio. Y, el segundo, el toque en la banda de soportes de MXN$ 16.40 – MXN$ 16.60 que fijé y le compartí a mediados de julio (Gráfica 4).
Por ahora y de acuerdo con la tendencia actual, de retomar la tendencia a la baja, el nivel de soporte sería MXN$ 17.20. Por el contrario, de continuar, se esperaría que llegara a la banda de resistencias de MXN$ 17.90 – MXN$ 18.
Ahora bien, ¿cómo se vislumbra el panorama de riesgos para el par USDMXN durante el 4T23?
Por raro que pueda parecer, todo se reduce a uno solo, la inflación, siendo la causa raíz o consecuencia de riesgos muy puntuales: alargamiento del ciclo restrictivo de la FED; mayor resiliencia en la actividad económica americana; presiones de costos, particularmente de los energéticos, y, laxitud en el tono de la postura monetaria del Banco de México (Banxico).
Sin embargo, coexisten otros como un posible cierre del gobierno americano hacia noviembre de este año y el empeoramiento de las condiciones geopolíticas.
Así de incierto y volátil el mercado cambiario.