Un par de años después de análisis meticulosos, reuniones ejecutivas diversas y mucho trabajo de campo, TESLA (NASDAQ: TSLA), la automotriz más valiosa del mundo, por capitalización de mercado (US$ 625.82B, al 3 de marzo de 2023), como parte de su plan de expansión de capacidad instalada, anunció que su séptima gigafactory se ubicará en Nuevo León, México.
Con ello, ¿qué le esperaría a nuestro país?
El hecho que una de las diez compañías más grandes del mundo, por capitalización de mercado, haya visto a México como una parte angular para lograr el cumplimiento de sus objetivos, es, por sí misma, una noticia digna de celebrarse, lo es más si se considera que quien estuvo detrás de esa decisión es, al 3 de marzo de 2023, el segundo hombre más rico del mundo.
Si consideramos que la fortuna de Elon Musk podría equipararse al Producto Interno Bruto (PIB) de un país, éste vendría ostentando la posición séptima en Latinoamérica con US$ 181B, detrás de Perú, cuya economía totaliza US$ 223B (Gráfica 1).
Teniendo esto en mente, el proceso de nearshoring podría tener una consolidación mucho más rápida y profunda, siguiendo, muchos empresarios, las pisadas de Elon Musk por tierra azteca.
Durante 2022, se estima que la Inversión Extranjera Directa (IED) cerró en US$ 35.29B (el tercer nivel más alto en lo que va del siglo), significando un crecimiento anual del orden de 11.88%, explicado, en su mayoría y por segundo año consecutivo, por el concepto de nuevas inversiones de empresas con participación extranjera (Gráfica 2).
Desagregándolo por sector económico, en los últimos 23 años, las industrias manufactureras han representado la mayor ponderación, con 47.08%, destacando la fabricación de automóviles y camiones, particularmente, la fabricación de partes de vehículos automotores.
En cuanto a los estados donde más inversión se ha recabado destacan la Ciudad de México (22.33%), Nuevo León (9.74%) y el Estado de México (8.94%).
De acuerdo con el último reporte de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), México ocupa el décimo lugar como país receptor de Inversión Extranjera Directa (IED) y el segundo lugar en Latinoamérica.
En conclusión, existen las condiciones para que México se consolide como una potencia automotriz a nivel internacional.
El arribo de inversiones como ésta trae, en cadena, una serie de fenómenos en el ecosistema económico, financiero y corporativo, en el corto y mediano plazo. Revisemos cuáles sectores se verían beneficiados y de qué forma (Tabla 1):
I. Desde empresas proveedoras de servicios financieros hasta algunos Fideicomisos de Infraestructura y Bienes Raíces (FIBRAS). Las primeras, como consecuencia de una mayor necesidad de financiamiento por parte de las empresas que instalarían parte o todas sus operaciones en el país, así como el uso de servicios de intermediación de divisas y productos financieros derivados. Los segundos, por la creciente demanda de espacios de uso industrial, comercial y corporativo.
II. El asentamiento de nuevas compañías, en la mayoría de los casos, conllevaría a la necesidad de mejora de la infraestructura existente, desembocando en la ampliación, remodelación y, desde luego, construcción, siendo un catalizador para las empresas de materiales de construcción.
III. Tanto proveedoras de servicios logísticos como de servicios aeroportuarios se verían ampliamente beneficiadas.
IV. Se estima que la inversión inicial de TSLA, de aproximadamente US$ 5B, generaría alrededor de 6K empleos tan sólo en la industria automotriz, lo que, en consecuencia, se traduciría en un mayor ingreso, reflejándose a través del consumo, mejorando los márgenes de tiendas departamentales y restaurantes.
Es un hecho que, en medio de un panorama lleno de incertidumbre, la inversión de TSLA en México llega en un momento oportuno, dejando al descubierto la capacidad técnica y el talento humano que tenemos.
La pregunta ahora es: ¿Continuaremos aprovechando oportunidades como ésta o nos negaremos a salir de nuestras zonas de comodidad?
