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La economía es muy sencilla, por eso hay muchos supuestos intelectuales y expertos que persisten en sofisticarla y complicarla al máximo. La verdad, es que es tan simple que en una economía de libre mercado, donde se respete la propiedad privada, cualquier persona que sepa sumar y restar puede volverse muy rica. Pero es necesario, que sea capaz de satisfacer las necesidades de los clientes y entonces, ganar sus favores para que así le compren masivamente sus productos y servicios. Ejemplos, sobran.
 
Las leyes de la economía son idénticas para todas las personas, empresas, hogares o países en su totalidad. 
 
Así pues, su empresa o país van a poder progresar si primero que todo tiene control sobre sus finanzas. Nadie puede gastar más de lo que gana, y si es así, solo es posible a través de la deuda, es decir, haciendo que alguien más le pague la diferencia.
 
El problema es que si este comportamiento no varía, las deudas, intereses y pagos crecen tanto, que se llega tarde o temprano a la quiebra, es decir, se llega a una situación en la que todos pierden: el que prestó no podrá recuperar su dinero, y el deudor, perderá lo que tiene y estará más pobre incluso, que al empezar. 

 
El primero de los malos hábitos a controlar para salir a delante es: gastar más de lo que se gana. Si usted está en esta situación, hay una luz amarilla que se enciende y la cual tendremos que solucionar antes de que sea alerta roja. El consumismo como hemos visto, no puede ser la salida a nuestra crisis personal o incluso del país. 
 
El jueves pasado la Secretaría de Hacienda y Crédito Publico recortó su pronóstico de crecimiento para México, después del Banco de México, que ya lo había hecho antes. Pese a la mediocridad de nuestra economía –ya crónica, se sigue pensando que impulsando el crédito, haciendo que la gente, empresas y gobierno gasten de más y se endeuden será como lograremos prosperar. ¡Falso! 
 
Para poder progresar todos tenemos primero que organizar nuestro presupuesto, para después empezar a ahorrar.
 
Todas las enormes fortunas y el progreso nacional proceden de los ahorros, tanto propios, como de los inversionistas que se aventuran a poner dinero en proyectos de los emprendedores. Ahí es cuando se convierte el ahorro en capital, la real base del crecimiento y desarrollo permanentes.
 
Entonces tantos estudios para localizar las causas de la pobreza, no tienen razón de ser. La pobreza es en sí misma la condición natural del ser humano, pues así empezamos el caminar en este mundo como especie. La riqueza, sí tiene interpretaciones y causas, y todas trascurren por la acumulación de ahorro/capital.
 
El recolector que haya considerado la idea de plantear una herramienta para recolectar más y más rápido comenzó a su manera una cierta “acumulación de capital”. Lo mismo el agricultor, el cazador, etc. La acumulación del capital es la que posibilita el progreso, y al proceder del ahorro, este solo puede existir renunciando a nuestro consumo presente. No hay más ciencia.
 
Así entendemos la gravedad de las políticas oficiales de presionar que haya más demanda, pues al final, el desenlace es que no solo no se acumula más capital, sino que se consume el existente. La consecuencia, es más pobreza y miseria que la que se quería esquivar.
 
Por eso México no crece, ni podrá crecer entretanto no disponga de una economía abierta, en donde el libre mercado, la garantía de propiedad privada y la acción empresarial imperen. Para ello hace falta vigencia del Estado de Derecho con un gobierno mínimo. El estímulo de adueñarse de una ganancia fruto de su empresarialidad –y mantenerla, es el único aliciente real para estimular el crecimiento, y de manera natural induce al ahorro para poder acumular más capital.
 
Así de fácil y de difícil la tenemos. Por eso como hemos reiterado, no tenemos que aguardar a que el gobierno lo haga. Empecemos por disciplinar nuestros gastos, ahorrar e incentivar nuestro espíritu empresarial. La suerte de nuestro país no tiene por qué ser la nuestra.
 
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