El miércoles se dio una de las noticias más importantes en materia financiera en lo que va del año: la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) decidió incumplir las expectativas de los mercados, y no reducir el monto de su “estímulo” monetario.
Cabe recordar que con este programa conocido como “flexibilización cuantitativa” (QE, en inglés), la Fed “imprime” en total 85 mil millones de dólares (mdd) al mes a través de compras de activos respaldados en hipotecas y bonos del Tesoro, con la falsa esperanza de que tal inyección de liquidez ayudará a la recuperación de la economía estadounidense. La amplia mayoría de analistas e instituciones financieras, esperaban un recorte alrededor de 10 mil mdd.
Sin embargo, en este blog advertimos desde mayo primero, que no debía caerse en el análisis “cortoplacista” de las aparentes buenas noticias económicas para deducir que la Fed recortaría el QE, pues dijimos “ni hay recuperación real ni los estímulos serán retirados”.
También, que si bien la Fed hablaba de una posible reducción en la impresión monetaria, asimismo aseguraba que dependiendo de las condiciones económicas podría aumentarla: “Faltaría quizás que aclararan que podrían mantenerla”, agregamos. El miércoles, esto se cumplió.
El Comité de Mercado Abierto (FOMC por sus siglas en inglés) de la Fed decidió esperar “más evidencia” de que el progreso económico que ha observado será sostenido, antes de ajustar su ritmo de compra de activos.
Su presidente, Ben Bernanke, afirmó que los datos no proveen “evidencia suficiente” de que la economía cumplirá con sus siempre optimistas pronósticos, lo que justificaba la decisión.
No obstante, aunque el todopoderoso Bernanke lo niegue, la realidad es que desde mayo –cuando se manejó por primera vez la posibilidad de reducir los apoyos monetarios, las condiciones en todos los mercados comenzaron a deteriorarse de una manera que, ahora confirmamos, la Fed no está dispuesta a tolerar.
Quizás el indicador más incómodo haya sido el de las tasas de rendimiento de los bonos, que desde aquel mes comenzaron a dispararse a niveles no vistos desde 2011, y anticipaban que por fin, su burbuja, había reventado.
Tasas de interés al alza es justo lo contrario al objetivo descarado de la Reserva Federal, de manipular y mantenerlas artificialmente bajas, para de este modo “ayudar” a recomponer el maltrecho mercado inmobiliario estadounidense.
Una vez más se confirma que mucho más importante que lo que dice el FOMC o Bernanke, es lo que no dice, pero que requiere ser interpretado.
De entrada la decisión de la Fed es una admisión tácita de que su estrategia de impresión masiva de dólares no ha funcionado, pues su meta central de elevar el empleo, ha tenido solo avances pírricos. Se inyecta más de un billón de dólares (trillón, en inglés), y la meta de 6.5% en la tasa de desempleo ni siquiera se ha alcanzado.
Por otro lado, el QE ha servido para inflar burbujas de activos y divisas en países emergentes como México, pero también en los índices bursátiles y los bonos del Tesoro estadounidenses. El que éstos hayan sufrido pérdidas a partir de la insinuación de mayo de la Fed, es prueba contundente de que la economía americana y mundial pende de alfileres, tan frágiles, que una simple reducción de 10 mil mdd en el QE en la visión de la Fed, hubiese sido desastrosa y con efectos graves.
No por nada Bernanke dijo en su conferencia de prensa que el banco central “daba la bienvenida” a la mejora en los mercados ocurrida con el anuncio. Y es que prácticamente todo menos el dólar, tuvieron ganancias de consideración, destacando entre todos los activos el oro, que experimentó una explosiva alza vertical desde instantes antes de que se publicara el comunicado oficial.
Es un hecho que como de costumbre, alguien pudo filtrar información privilegiada a privilegiados “traders” en el mercado del oro para obtener pingües ganancias en cuestión de segundos. Luego de haber iniciado el día en alrededor de 1,300 dólares la onza, el metal alcanzó niveles arriba de 1,360.
Aunque Bernanke dejó abierta la posibilidad de un recorte del QE antes de concluir el año, lo cierto es que no sucederá.
El titular de la Fed también buscó descargar culpa de las presiones económicas en los próximos debates que se darán en el Congreso, y advirtió que una falla en elevar el tope de endeudamiento del gobierno tendría efectos negativos.
Todo ello significa que debemos entender que el sistema entero es un adicto a dos drogas: la de impresión monetaria y la del endeudamiento sin límites. Ambas, no pueden sostenerse para siempre.
Por eso, debemos entender que esas colosales deudas impagables en la “matrix” del sistema, y la urgencia por devaluar su divisa (el dólar) a la mayor velocidad posible, nos obligan a buscar refugios financieros seguros como el oro, la plata y otros activos reales, pues el colapso general, aunque no sabemos cuándo se presente, es inevitable.