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¿Ansiedad bursátil?

La última semana, personalmente, me ha traído gratos pero agridulces recuerdos e incluso, me ha permitido revivirlos (aunque ya desde otra visión), pues en un mercado tan agitado como el que hoy se atestigua, dio inicio formalmente mi vida profesional (como Jr. Research Analyst en una firma de inversiones), en el comienzo de la peor crisis sanitaria del último siglo que se suscitara por allá en el lejano 2020.

A razón de esa paramnesia, una de las rememoraciones más allegadas que ha estado rondando en mi cabeza y que me permitiré compartirle fue aquella de una reunión que nos encontrábamos celebrando mi equipo de trabajo y mi colega con nuestros líderes en la que discutíamos de qué forma podría ser rebalanceado el portafolio de inversión internacional. En cierto momento, uno de ellos escribió algunos tickers de acciones que, desde su perspectiva, más temprano que tarde se perfilarían como los grandes ganadores una vez que el tumulto cediera, pues su análisis (preponderantemente de corte fundamental) arrojaba que su precio de mercado actual, si bien ampliamente castigado, se encontraba en descuento frente a su valor intrínseco desde hace tiempo, por lo que existía un margen de seguridad muy atractivo. Posterior a eso, cada uno prosiguió a emitir su opinión, siendo la mía una de las más pesimistas, ya que, desde mi perspectiva, las condiciones distaban de ser propicias para comprar algo, finalizando con un «no hay para donde hacerse» al momento justo en que veía cómo se encontraba culminando la sesión bursátil el S&P 500, para cerrar con una caída de -9.51%.

El resto es historia.


Claramente y de forma expresa lo manifiesto, esa «historia» (junto con todas las anteriores) no es garantía de absolutamente nada, pues lo que llevó a que la Bolsa corrigiera o cayera en mercado bajista en esos periodos no es la misma causal por la que adolece hoy. No obstante lo anterior, precisamente esa historia (y cabe mencionar que no por casualidad y mucho menos por «arte de magia») nos devela que siempre (la Bolsa) ha encontrado un punto de inflexión y con ello, continuar con su tendencia creciente, registrando un retorno promedio anualizado del orden de 9.31% en los últimos 74 años, significando un retorno acumulado de 28,689.13% (Gráfica 1).

La conclusión entonces sería que ante escenarios como el que impera la mejor estrategia a seguir sería mantenernos invertidos (hold) y/o incrementar nuestra exposición en el mercado (promediar a la baja). ¿Simple o no?


La realidad es que no lo es y más allá de la experiencia o la lógica financiera, la decisión de cerrar posiciones y huir de los activos de riesgo descansa en el aspecto emocional y el rechazo natural que los humanos le tenemos al sentimiento de pérdida, haciéndose presente la idea de «¿será que esta vez sea diferente?».

A modo de reflexión, analicemos algunas tácticas que resultan útiles aplicar en episodios de alta volatilidad de incertidumbre tomando como base el ciclo por el que atraviesa el inversionista (fundamental o técnico) al momento de participar en el mercado accionario, sólo que con un enfoque general y no de mercado, como el que se presenta en el gráfico, bajo el entendido que, naturalmente e independientemente de la tendencia secular, uno decide comprar acciones de la empresa «A» por encima de las de la empresa «B» porque las expectativas en cuanto al margen de ganancia son más altas y no al revés (Gráfica 2):

  • I. Optimismo, emoción y codicia: ya invertido (en el activo), durante los primeros indicios de revalorización experimentaremos una sensación de reconforte y placer, la cual se exacerbará en la medida que el precio de mercado vaya acercándose al objetivo planteado. Es normal que aparezca el impulso de vender o aumentar la posición en estos momentos, pero es recomendable no hacerlo, anteponiendo la paciencia y la prudencia.

  • II. Euforia, ansiedad y negación: algo que se tiende a «olvidar» es que la trayectoria de cumplimiento de una estrategia de inversión no es lineal (como cualquier cosa en la vida), y, en consecuencia, se registrarán en muchas ocasiones lapsos de desaceleración. En estricta teoría, el inversionista desde antes de abrir su posición y durante su permanencia, ya debió considerar posibles retrocesos, dicho lo cual, no debería causarle perturbaciones.

  • III. Miedo, desesperación, pánico y resignación: ésta es la etapa en la que la mayoría de los participantes del mercado se sitúan en este momento, atrapados en un sentimiento de perturbación y en algunos casos de frustración, tentándolos a asimilar las pérdidas. Es preponderante que antes de tomar una decisión radical, nos demos un espacio para reflexionar nuestra estrategia; ¿se trata de una inversión (cuyo enfoque es el largo plazo) o es una operación meramente especulativa? De ser una inversión, ¿los fundamentales del negocio han cambiado y por consiguiente han influido en su caída o simplemente su reciente comportamiento responde al ruido del mercado? A menos que sus respuestas sean la segunda opción para la primera pregunta y la opción uno para la segunda pregunta, la venta podría ser la alternativa inteligente.

  • IV. Desánimo y depresión: el punto de salida para muchos inversionistas, pero, al mismo tiempo, el punto de entrada para otros. En estos días he escuchado una opinión divergente en la industria financiera, pues por un lado algunos analistas aseguran que lo peor ya ha sucedido y que nos encontramos en un periodo de reconfiguración (sugiriendo compra), mientras otros (junto con Ray Dalio y Larry Fink) subestiman la acumulación, previendo más ajustes en el corto y mediano plazo (sugiriendo venta). Más allá de las opiniones, es importante no dejarse sesgar y a su vez, revaluar nuestro análisis (junto al del mercado) a partir de diversos indicadores y métricas con el objeto de identificar si se trata de una bull trap o de un redireccionamiento de la tendencia.

  • V. Esperanza, alivio y optimismo: alude al principio de un nuevo ciclo alcista. Por increíble que parezca es difícil de identificar, pero ahí le va una estadística que ya le compartí en otra ocasión, de acuerdo con el promedio de duración de los últimos 3 mercados seculares, se esperaría que el actual concluyese hacia el 2031.

Tal vez no se vislumbra como tal en el ciclo, pero una de las tácticas mejor guardadas de los grandes inversionistas es no hacer nada hasta que se tenga una mayor claridad, que, bajo este contexto, serían avances en las negociaciones en materia comercial incitadas por el gobierno americano con el resto de los países del globo.

Un último comentario, duro pero cierto: el mercado, usted ni nadie lo puede controlar, pero sí sus inversiones.



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