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Año bisiesto, año siniestro

No pretendiendo exagerar ni mucho menos caer en supersticiones, lo cierto es que aquellos años cuyos días suman 366 (como el 2024), históricamente, han sido testigos de hechos desfavorables, tales como el hundimiento del Titanic, asesinatos de diversas figuras políticas y artísticas, y la pandemia de COVID-19.


Hablando propiamente de 2024, no es secreto que la agenda política y económica que se espera viene muy cargada y compleja. Analicemos cómo podría repercutirnos dentro del contexto local (Tabla 1):

  • I. Si bien los periodos electorales nacionales no han incidido de forma agresiva en el desempeño de las actividades económicas, la realidad es que algunos sectores y subsectores suelen desacelerarse, como parte de un fenómeno transitorio, el cual se explica por la asimilación del nuevo gobierno y sus políticas. Ahora bien, desglosando el entorno político actual y sin afán de entrar en temas políticos (aunque será uno de los tópicos de los cuales se hablará más en este año), es importante hacer mención, pero sobre todo reconocer que, pese a que México sea gobernado por un partido de izquierda, coexiste un entorno de solidez económica y fiscal, aunado a un gran atractivo de empresas e inversionistas extranjeros por colocar sus capitales en el país. En ese sentido, también resulta relevante señalar que, independientemente del partido que resulte triunfante, no hay en las boletas algún nombre «disruptivo» como lo fue hace 6 años. Sin embargo, resultará esencial que las autoridades garanticen completa legalidad y transparencia de los resultados electorales, asimismo, que se vea, independientemente de la candidata, una visión promercado (dado el contexto del nearshoring), en búsqueda, a correspondencia, de evitar el desencadenamiento de una crisis social e institucional y el desaprovechamiento del proceso de desglobalización internacional, y, por consiguiente, un elevamiento del nivel de riesgo país.

  • II. Claramente, los efectos del endurecimiento monetario en Estados Unidos de América, contra todo pronóstico, no fueron visibles en los últimos 2 años, y la realidad es que, desde mediados del año pasado, los niveles del indicador de la probabilidad de recesión para dentro de 1 año han descendido alrededor de 1,900 puntos base, aunado a que, la mayoría de los analistas auguran un soft landing; no obstante, el nivel continúa perfilándose para los siguientes 11 meses por encima del 50%, pudiendo esperar si no una recesión, un crecimiento mesurado. Hoy, a diferencia de hace algunos meses, la política fiscal se posiciona por encima de la política monetaria como la posible causa raíz de una desaceleración económica (o recesión) en la Unión Americana, situación con la que tendría que lidiar el nuevo gobierno. Más allá del cómo y cuándo suceda, naturalmente, se esperarían implicaciones en la economía mexicana, lo que, en suma, con el entorno electoral, podría repercutir en la actividad industrial, el comercio exterior y el consumo. Las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran que la economía americana crecería a una tasa anual de 1.5%; por debajo del estimado de 2.1% de 2023, la economía mexicana, 2.1%; por debajo del estimado de 3.2% de 2023, y, la economía mundial, 2.9%; por debajo del estimado de 3% de 2023.

  • III. Al corte de octubre de 2023, la inflación anual del G20 se ubicó en 5.7%, su segundo nivel más bajo del mencionado año (a reserva de los próximos datos), que, si bien permanece elevada, en nada se compara con el nivel de 9.4% registrado en octubre de 2022. En Estados Unidos de América, el último dato (noviembre de 2023), la posiciona en 3.1% (contra noviembre de 2022, 7.1%). En México, la lectura más reciente (noviembre de 2023), se sitúa en 4.32% (contra noviembre de 2022, 7.80%). En síntesis, la inflación ya está disminuyendo, y, en estricto sentido, el mercado ya espera (incluso ya ha descontado) un pronto ajuste a la baja de los réditos referenciales. Aunque, desde una perspectiva meramente subjetiva, es un tanto prematura y exagerada la reacción de los inversionistas (al menos en México), ya que, desde agosto, la convergencia al 3% se ha ralentizado, disminuyendo la tasa anual mes a mes apenas unas décimas, lo que evidencia que el ciclo de relajación monetaria que se avecina será lento.

En este año prevalecerá la lógica sobre los pronósticos y las causalidades sobre las casualidades.

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