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En la lectura de mayo de 2023, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) se desaceleró por segunda vez al hilo en la comparación mensual, en el orden de -0.22%, con lo cual la inflación general anual se ubicó en 5.84%; cifra por debajo del consenso, de 5.9%, y, el nivel más bajo desde junio de 2021.


Hablando de sus componentes, la inflación no subyacente, en la comparación mensual, registró su tercera variación negativa consecutiva, de -1.88%; la mayor en las últimas 54 quincenas en las que se ha encontrado fuera del rango objetivo de 3 porciento +/- un punto porcentual del Banco de México (Banxico), situándose en una tasa anualizada de 1.24%. Por su parte, la inflación subyacente, que, si bien se aceleró frente al mes anterior, en el orden de 0.32%, se trató de su menor avance registrado en el actual ciclo inflacionario, quedando en una tasa interanual de 7.39% (Gráfica 1).

Estas cifras, en esencia, son positivas, pues claramente en México comienza a presenciarse un fenómeno de carácter deflacionario.No obstante lo anterior, la tendencia bajista del INPC no se ha visto reflejada (del todo) en el bolsillo del consumidor.  

Veamos el porqué de ello.


Al analizar la evolución de los niveles generales de precios, el primer punto que debe revisarse es la comparación relativa mensual, lo cual nos permitirá visualizar cuál ha sido la variación de la inflación en el corto plazo.

Dicho esto, cuando nos enfocamos exclusivamente en la evolución mensual que han registrado los precios de los principales productos de la despensa desde marzo de 2021, vemos que, ciertamente, los correspondientes a las frutas y verduras, y, de los pecuarios, han mostrado desaceleraciones en 8 y 7 ocasiones, respectivamente, pero su trayectoria dista de ser consistente. En cuanto a los precios de los alimentos, bebidas y tabaco, no han dejado de aumentar ni una sola vez (Gráfica 2).

Ahora bien, hablando de las comparaciones anuales, la inflación de las frutas y verduras son las únicas que ya se sitúan dentro del rango objetivo, en 3.73%, mientras que la inflación de los alimentos, bebidas y tabaco, junto con la de los pecuarios, es de 11.44% y 5.91%, a correspondencia.

En síntesis, los precios siguen subiendo, sólo que en menor medida.


En línea con lo anterior, cuando se comparan los niveles actuales de la inflación general y el Índice de Precios de la Canasta de Consumo Mínimo (IPCCM), subíndice del INPC integrado por un subconjunto de 176 de sus productos y servicios genéricos, contra los del cuarto mes de 2020, periodo en que se reflejaron los efectos del cierre de las actividades económicas como consecuencia del confinamiento impuesto para contener los contagios por COVID-19 entre la población, y, contra los del tercer mes de 2021, fecha de inicio del episodio inflacionario actual, confirmamos que los precios se mantienen muy alejados de los registrados al inicio de la pandemia y del comienzo del ciclo inflacionario, arriba del 20% y del 10%, respectivamente (Gráfica 3).


De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (CONEVAL), en abril de 2023, una canasta básica de alimentos urbana costaba MXN$ 2,173.93 al mes por persona, en contraste, en abril de 2022, MXN$ 1,978.54; en marzo de 2021, MXN$ 1,693.38, y, en abril de 2020, MXN$ 1,632.51, significando un incremento de 9.88%, 28.38% y 33.16%, a correspondencia (Gráfica 4).

Estos datos reflejan muy bien el sentir de los consumidores, ya que, a diferencia del INPC, que mide la variación promedio de los precios de 299 productos de forma ponderada con el gasto promedio de los hogares mexicanos, la canasta alimentaria urbana se concentra solamente en 37.  
En ese sentido, es importante mencionar que la inflación difiere de hogar en hogar, pues cada uno gasta de diferente manera.

Entonces, ¿cuál sería la respuesta para que los datos inflacionarios se perciban en el bolsillo del consumidor?

La solución para que los precios retornen hacia los registrados hace 2 o 3 años es un fenómeno deflacionario generalizado en el mundo, algo complicado y hasta cierto punto imposible, dado el contexto económico y comercial postpandemia, el cual, recordemos, se reconfiguró por las mismas razones que nos llevó a ver niveles inflacionarios no vistos en varias décadas.

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