Contrario a lo que se pensaría, cuán más dinero se tiene hay una mayor propensión a caer en quiebra que cuando no. ¿Quiere ejemplos? Cuando los emprendedores se convierten en empresarios; cuando el patrimonio neto de un inversionista individual rebasa el millón de dólares estadounidenses, o cuando un trabajador recibe el bono de fin de año.
Lo anterior, por supuesto, no es una regla ni mucho menos una condición que podría generalizarse, ya que el manejo de los recursos financieros está ligado a variables diversas, como la edad, la experiencia, las emociones, el contexto social y económico, y, sin lugar a duda, la educación financiera.
Si bien se ha hablado en demasía sobre cómo salvaguardar su dinero, no existen homogeneidades, pues cada perfil es diferente. No obstante, al hablar de cómo desproteger su dinero, sí hay homogeneidades.
Partiendo de esa lógica, veamos cuáles son las mejores prácticas para quedarnos sin un centavo a finales de año (Tabla 1):
Partiendo de esa lógica, veamos cuáles son las mejores prácticas para quedarnos sin un centavo a finales de año (Tabla 1):
- I. Para qué preocuparnos en optimizar nuestros gastos si «el dinero viene y va», así que despreocúpese si antes de terminar el mes se declara insolvente, para eso está el aguinaldo.
- II. Desde pagar deudas hasta pagar los servicios de streaming por suscripción. Ahí se va el bono de fin de año. Todo es necesario, imprescindible e irremplazable, de manera que «el cochinito» por 𝒏 año consecutivo se quedará sin cena de Navidad.
- III. Pensar en el futuro, ¿para qué? Ahora que se es joven y solvente, mejor aprovecharlo en los descuentos y con ello hacerme de todo lo que siempre quise, ya mañana veré cómo me las arreglo.
- IV. Tarjetazo, total, si sólo se paga el mínimo de la tarjeta de crédito, no hay riesgo que se deshabilite el plástico, ni cargos por manejo de cuenta o intereses moratorios, y lo más importante, no se verá afectado el historial crediticio.
¿Simple, o no?
Probablemente, si la retórica hubiese sido distinta apostaría a que más de un lector aseguraría estar ya preparado para la cuesta de enero, pero bajo el contexto actual y como siempre, preferiría apostar en que el primo de un amigo ya se gastó el afamado bono de fin de año.
Por lo anterior, tal vez si por esta ocasión comenzamos por el problema en lugar de la solución, el próximo año el aguinaldo rendirá, «el cochinito» cenará, tendremos una mayor consciencia sobre nuestro futuro y nos pondremos al día con nuestras deudas.
Usted decide.