Hacia finales de la semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer los datos de la inflación general anual de 2021, la cual se ubicó en 7.36%, que, si bien está por debajo del consenso, que apuntaba un 7.45%, es la cifra más alta en lo que va del siglo.
La esencia del actual descontrol inflacionario internacional es un desequilibrio de la oferta y la demanda que se suscitó como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Por el lado de la oferta, la disrupción de la cadena de suministro, resultando en la escasez de diversos productos. De lado de la demanda, un exceso de liquidez, a razón de los esfuerzos gubernamentales para incentivar el consumo de los agentes económicos.
Asimismo, el comportamiento y la evolución que han registrado los niveles generales de precios nos deja entrever que los actuales retos van más allá de un carácter «transitorio», como todavía hasta el 4T21 solía acuñársele (al fenómeno inflacionario) aquí y en China.
¿Hemos llegado al límite? ¿Los precios comenzarán a descender en el futuro inmediato? ¿En cuánto tiempo la inflación convergerá al rango objetivo de 3 por ciento +/- un punto porcentual? Revisémoslo juntos.
Al analizar los datos más recientes, la inflación del último mes del año que recién concluye aumentó 0.36 puntos porcentuales en la comparación mensual, significando el incremento más bajo registrado desde hace 3 meses y para un periodo similar en 9 años, influenciado principalmente por el descenso de la inflación no subyacente, de -0.90% mensual, que se explica por los ajustes de los precios de los energéticos en el mercado mundial. A su vez, la inflación subyacente tuvo un incremento mensual del orden de 0.80%, reflejando efectos estacionales; no obstante, es el mayor en 22 años (Gráfica 1).
Revisando la trayectoria de la inflación y sus componentes durante el 2021, podemos ver que mientras el alza del componente subyacente se ha mantenido moderadamente más estable, su par, el componente no subyacente, desde principios del 2T21 comenzó a oscilar en el umbral de los dos dígitos, cerrando en diciembre con un alza anual de 11.74%, la más alta sólo detrás de 2017, cuando se aceleró 12.62% a tasa anualizada (Gráfica 2).
Al analizar los datos más recientes, la inflación del último mes del año que recién concluye aumentó 0.36 puntos porcentuales en la comparación mensual, significando el incremento más bajo registrado desde hace 3 meses y para un periodo similar en 9 años, influenciado principalmente por el descenso de la inflación no subyacente, de -0.90% mensual, que se explica por los ajustes de los precios de los energéticos en el mercado mundial. A su vez, la inflación subyacente tuvo un incremento mensual del orden de 0.80%, reflejando efectos estacionales; no obstante, es el mayor en 22 años (Gráfica 1).
Revisando la trayectoria de la inflación y sus componentes durante el 2021, podemos ver que mientras el alza del componente subyacente se ha mantenido moderadamente más estable, su par, el componente no subyacente, desde principios del 2T21 comenzó a oscilar en el umbral de los dos dígitos, cerrando en diciembre con un alza anual de 11.74%, la más alta sólo detrás de 2017, cuando se aceleró 12.62% a tasa anualizada (Gráfica 2).
Pero ¿qué subcomponentes específicamente están impulsando dicha alza?
Cuando comparamos el desempeño del último año de los subcomponentes de la inflación subyacente (mercancías y servicios) contra los subcomponentes de la inflación no subyacente (agropecuarios, y, energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno), vemos que el primer grupo registró una variación anual promedio de 4.60%, mientras que el segundo, del orden de 8.71%, pudiendo concluir que el principal precursor de esta espiral inflacionaria es el componente no subyacente (Grafica 3).
El consenso de analistas estima que la inflación general cerrará 2022 en niveles de 4.16% y 2023 en 3.70%, de acuerdo con la primera encuesta de Citibanamex del año. Por su parte, los pronósticos de inflación más recientes del Banco de México (Banxico) indican que la tasa inflacionaria comenzará a ceder gradualmente hasta converger en su rango objetivo en el 2S23. En ese sentido, será necesario un mayor endurecimiento de la política monetaria (Gráfica 4).
Cuando comparamos el desempeño del último año de los subcomponentes de la inflación subyacente (mercancías y servicios) contra los subcomponentes de la inflación no subyacente (agropecuarios, y, energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno), vemos que el primer grupo registró una variación anual promedio de 4.60%, mientras que el segundo, del orden de 8.71%, pudiendo concluir que el principal precursor de esta espiral inflacionaria es el componente no subyacente (Grafica 3).
El consenso de analistas estima que la inflación general cerrará 2022 en niveles de 4.16% y 2023 en 3.70%, de acuerdo con la primera encuesta de Citibanamex del año. Por su parte, los pronósticos de inflación más recientes del Banco de México (Banxico) indican que la tasa inflacionaria comenzará a ceder gradualmente hasta converger en su rango objetivo en el 2S23. En ese sentido, será necesario un mayor endurecimiento de la política monetaria (Gráfica 4).
A pesar de la disminución marginal que se presentó en diciembre, el balance de riesgos para la inflación nacional permanece al alza para los primeros tres meses o tal vez hasta la primera mitad de 2022, derivado de factores internos y externos. Hablando de los primeros, por riesgos idiosincráticos, como el incremento al salario mínimo, por ejemplo, y, las actualizaciones en el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS). En cuanto a los segundos, mayores presiones en las cadenas de suministro por la implementación de confinamientos para contener a la variante Ómicron y las que se avecinan, volatilidad en el mercado energético (consecuencia de riesgos geopolíticos, al menos en el corto plazo) e inflación importada, proveniente de las economías avanzadas.
Nos guste o no, la inflación es el impuesto más universal de todos.