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Hace algunas semanas en éste, su espacio, comentaba que el comportamiento del mercado accionario se asemeja a una montaña rusa, dado que va experimentando alzas y bajas de diferente intensidad y duración a través del tiempo. La naturaleza de la renta variable sobre la renta fija, simple, pero un complejo cóctel de emociones en la mente de cualquier inversionista.

Teóricamente, el resultado de comprar una determinada acción devela la realización de un meticuloso estudio de la compañía en cuestión, así como la delimitación de un horizonte de inversión a partir de un perfil de riesgo dado. Sin embargo, de acuerdo con las finanzas conductuales, la gran mayoría de las veces las personas toman decisiones de inversión basadas en la emoción que, en el raciocinio. Por otro lado, la experiencia ha demostrado que el mercado no descuenta rápidamente las externalidades que afectan el valor de las empresas; principio básico de la famosa hipótesis del mercado eficiente (EMH, por sus siglas en inglés).


La aversión a la pérdida es el punto angular ante cualquier cosa que nos dispongamos a hacer. Suponga usted que durante su andar encontró USD$ 5, hecho que indudablemente le hubiese «hecho el día», sólo hasta aquel momento donde tristemente se diera cuenta que su saco estaba roto. A pesar de ser los mismos USD$ 5, ni más ni menos, su pérdida le dolería el doble (Gráfica 1).

La Bolsa está inmersa de plusvalías y minusvalías en cada momento de la sesión bursátil; dos términos que se sabe no son sinónimos de ganancia y pérdida, respectivamente, pero que inherentemente se utilizan como tal.


El principal índice bursátil del mercado estadounidense, el S&P 500, ha registrado más alzas que bajas diarias en los últimos 10 años. Esto deja al descubierto que un inversionista que haya participado en cualquier momento en dicho mercado durante todo este tiempo, en promedio, el 57% de los días bursátiles ha logrado acrecentar su patrimonio, mientras que el 43% restante ha decrecido su capital (Tabla 1).  

Sin embargo, poniéndonos estrictos, ese 57% son plusvalías mas no ganancias y el otro 43%, minusvalías mas no pérdidas, y no será una ganancia o una pérdida hasta que materialice su inversión; es decir, tome utilidades o pérdidas, según sea el caso.


Los seres humanos por naturaleza tendemos a ser reacios a las pérdidas; sin embargo, cada uno tenemos un nivel de tolerancia al riesgo única, la cual va de acuerdo con nuestra edad, ingreso o el horizonte temporal de inversión. Una encuesta realizada por la Autoridad de Conducta Financiera (FCA, por sus siglas en inglés), encontró que tres cuartas partes de los inversionistas jóvenes afirman sentirse competitivos cuando colocan su dinero en productos financieros de alto riesgo (Gráfica 2).

No importando cuál sea su edad o perfil de riesgo, sobre la mesa dos comentarios que estoy seguro le brindarán un enorme valor agregado a su estrategia de inversión:

  • 1. No revise su balance diariamente, es altamente probable que se decepcione la mayoría de las ocasiones, y

  • 2. Siga la regla anterior.

Por último, le dejo una frase de Seth Klarman:

«La Bolsa es la historia de ciclos de conducta humana responsable de sobrerreacciones en ambas direcciones».

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