Una de las características del mercado financiero es que está lleno de contrastes. Para empezar, la teoría y la práctica, como se ha visto en el último año, son muy diferentes. Los pronósticos y estimaciones son sólo eso, expectativas. Y, por más que se quiera, los retornos pasados no son garantía de retornos futuros.
Durante el 2S20, la Bolsa y los activos de riesgo registraron un crecimiento boyante, al tiempo que la economía emprendió un proceso de recuperación rápido y «forzado», situaciones que se extendieron por todo 2021 y, para algunos, prevalecería en 2022.
Según Jason Zweig, reconocido columnista de The Wall Street Journal, del 23 de marzo de 2020 al 23 de marzo de 2021, el 96% de las acciones americanas tuvieron retornos positivos. Esto significó un récord histórico para el mercado de valores, pues se trató del porcentaje más alto de ganadores durante cualquier periodo de 12 meses en la historia.
Sin ser irónico o exagerado, dicho dato deja entrever que, prácticamente, todos estaban haciendo dinero por segundo y por doquier; fuese invirtiendo en acciones, en una Sociedad de Propósito Específico para la Adquisición de Empresas (SPAC, por sus siglas en inglés) o en criptoactivos.
Para bien o para mal (depende por cómo se vea), la realidad es otra. En la primera mitad de 2022, el color rojo, característico del mercado bajista, ha teñido las pizarras de la mayoría de las sesiones bursátiles. De hecho, el interés de búsqueda para el término “bear market” recientemente se acercó a los niveles máximos de 100, registrados a principios de marzo de 2020 (Gráfica 1).
Y, ciertamente, dicha curiosidad, por decirle de alguna manera, tiene causalidad. El S&P 500 registró uno de sus peores primeros semestres de la historia, con un retroceso de -20.57% (Gráfica 2).
Poniendo en contraste el desempeño general de la renta variable, el URTH, el Fondo Cotizado en Bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) que mejor representa al mercado bursátil global, en junio cayó en mercado bajista, cerrando el 1S22 con una minusvalía acumulada anual del orden de 20.33% (Gráfica 3).
Hoy, podemos contrastar dos ópticas; por un lado, la exuberancia en su máximo esplendor, y, por el otro, el comportamiento de rebaño en su máxima expresión (Gráfica 4). No olvide que, el dinero fácil se pierde fácilmente.
En 2021, quien gusta de leer el periódico físico o virtual, en más de una ocasión se encontró con titulares y encabezados relacionados a casos de éxito con la inversión, especialmente con activos no financieros (Figura 1).
Casualmente, el día en que fue publicado el titular de New York Post (Figura 1), el mercado de criptomonedas dio inicio al crypto winter, el cual, al corte del primer día de julio, ha evaporizado US$ 1T de capitalización de mercado del espectro criptográfico, y, ha reducido en más del 50% el precio de varias criptomonedas (Gráfica 5).
Pero no todo es renta variable o criptoactivos, los bonos también han estado envueltos en la misma odisea. El Bloomberg Barclays Aggregate Bond Index, creado en 1976, históricamente tuvo su peor minusvalía anual en 1994, de 2.9%. Actualmente, al cierre del 1S22, el índice acumula un balance negativo del orden de 10.2% (Gráfica 6).
Tanto los bonos del Tesoro como diversos índices de corta duración, incluyendo el AGG visto anteriormente, han registrado retornos que, si se contraponen sobre una base ajustada al riesgo, resultan ser los peores en décadas (Gráfica 7).
Para bien o para mal (depende por cómo se vea), la realidad es otra. En la primera mitad de 2022, el color rojo, característico del mercado bajista, ha teñido las pizarras de la mayoría de las sesiones bursátiles. De hecho, el interés de búsqueda para el término “bear market” recientemente se acercó a los niveles máximos de 100, registrados a principios de marzo de 2020 (Gráfica 1).
Y, ciertamente, dicha curiosidad, por decirle de alguna manera, tiene causalidad. El S&P 500 registró uno de sus peores primeros semestres de la historia, con un retroceso de -20.57% (Gráfica 2).
Poniendo en contraste el desempeño general de la renta variable, el URTH, el Fondo Cotizado en Bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) que mejor representa al mercado bursátil global, en junio cayó en mercado bajista, cerrando el 1S22 con una minusvalía acumulada anual del orden de 20.33% (Gráfica 3).
Hoy, podemos contrastar dos ópticas; por un lado, la exuberancia en su máximo esplendor, y, por el otro, el comportamiento de rebaño en su máxima expresión (Gráfica 4). No olvide que, el dinero fácil se pierde fácilmente.
En 2021, quien gusta de leer el periódico físico o virtual, en más de una ocasión se encontró con titulares y encabezados relacionados a casos de éxito con la inversión, especialmente con activos no financieros (Figura 1).
Casualmente, el día en que fue publicado el titular de New York Post (Figura 1), el mercado de criptomonedas dio inicio al crypto winter, el cual, al corte del primer día de julio, ha evaporizado US$ 1T de capitalización de mercado del espectro criptográfico, y, ha reducido en más del 50% el precio de varias criptomonedas (Gráfica 5).
Pero no todo es renta variable o criptoactivos, los bonos también han estado envueltos en la misma odisea. El Bloomberg Barclays Aggregate Bond Index, creado en 1976, históricamente tuvo su peor minusvalía anual en 1994, de 2.9%. Actualmente, al cierre del 1S22, el índice acumula un balance negativo del orden de 10.2% (Gráfica 6).
Tanto los bonos del Tesoro como diversos índices de corta duración, incluyendo el AGG visto anteriormente, han registrado retornos que, si se contraponen sobre una base ajustada al riesgo, resultan ser los peores en décadas (Gráfica 7).
Independientemente de la duración de los bonos, es un hecho que el precio de los bonos seguirá cayendo en la medida que las tasas de interés aumenten, y, cuán mayor sea su duración, más caerán sus precios.
Hacia delante, en el 2S22, el panorama en los mercados podría no ser muy diferente; sin embargo, lo único seguro es que esta primera mitad del año nos dejó numerosas lecciones, entre las cuales citaría las siguientes: el dinero inteligente a largo plazo siempre será más sostenible que el dinero fácil a corto plazo; no es posible obtener retornos decentes a largo plazo sin experimentar mercados bajistas, y, no existe un manual para el mercado de valores ni para la economía. Si sabe algo de este último, por favor retire sus inversiones.
Hacia delante, en el 2S22, el panorama en los mercados podría no ser muy diferente; sin embargo, lo único seguro es que esta primera mitad del año nos dejó numerosas lecciones, entre las cuales citaría las siguientes: el dinero inteligente a largo plazo siempre será más sostenible que el dinero fácil a corto plazo; no es posible obtener retornos decentes a largo plazo sin experimentar mercados bajistas, y, no existe un manual para el mercado de valores ni para la economía. Si sabe algo de este último, por favor retire sus inversiones.