Hay voces que dicen que México actualmente es un país polarizado. Esta idea principalmente está basada en las preferencias políticas, es decir, por quienes por un lado están a favor de la manera en la cual está trabajando el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y por el otro, por quienes desaprueban por completo las decisiones de esta administración que formalmente no lleva ni 20 días en el cargo. Debido a esas preferencias políticas e ideológicas han habido discusiones familiares, en las redes, en las mesas de opinión, etcétera, que hacen pensar que actualmente estamos polarizados o divididos en “chairos” y “fifís”. La gran pregunta aquí es ¿en verdad México está polarizado a partir del triunfo y posterior gobierno de López Obrador? pues por increíble que nos parezca, México no está polarizado pero a la vez sí, es decir, el matiz está en el origen de las voces que se han manifestado en contra de este gobierno, en eso nos concentraremos y es lo que trataremos de explicar a continuación.
Matemáticamente, México no es un país polarizado
Si sacamos un promedio de todas las encuestas de opinión de los últimos meses que midieron y siguen tomándole el pulso a las preferencias electorales de antes y después de las elecciones del 1 de julio, Andrés Manuel López Obrador tiene una aprobación y popularidad de entre 60 y 80%, es decir que al menos 6 y hasta 8 de cada 10 mexicanos lo aprueban, y a esto aquí y en China se le dice mayoría.
Ahora sí veamos lo que dice la ciencia: considerando el dato matemático anterior, la estadística afirma que para que exista una polarización las preferencias deben presentarse en un diagrama con una forma “normal”, es decir que necesariamente deben estar representadas por la famosa forma de campana porque ello significaría que las preferencias se concentran contrapuestas en el centro con una forma más o menos igual. Ver el ejemplo:
Sin embargo, el diagrama anterior es sólo explicativo y no es lo que representa la actualidad en las preferencias de la población mexicana hacia el gobierno de AMLO, pues las opiniones positivas hacia el presidente están más cargadas de un lado, y quienes están en contra se encuentran en menor proporción en comparación el lado opuesto. El siguiente diagrama lo explicará mejor:
Así las cosas, desde el punto de vista estadístico y matemático no hay una polarización en México si consideramos la cantidad de personas que desaprueban al presidente y a su equipo, no hay polarización porque son menos las voces que están en contra del actual gobierno federal.
Entonces ¿quién causa la polarización?
Efectivamente y desde el punto de vista poblacional, son menos los que están en contra de la administración de AMLO, pero el matiz importante aquí es que esos menos o “pocos” son voces que tienen más peso porque se encuentran en:
- Medios de comunicación.
- Son líderes de opinión.
- Están aglomerados en grupos económicos y empresariales.
- Están en partidos políticos.
- Se encuentran en el sector financiero.
- Son intelectuales.
- Etcétera.
Actualmente los que están en contra del nuevo gobierno constituido e instalado desde el 1 de diciembre en México son menos desde el punto de vista estadístico, pero se trata de personas que tienen más presencia pública, por tanto tienen mayor resonancia, entonces a pesar de que sean pocos, su origen y por ser quienes son es que pueden hacer “más ruido” por decirlo de alguna manera, porque tienen mayor influencia sin importar que pertenecen a ese menor grupo que desaprueba a AMLO y ellos son los que sí causan la división.
Lo que tenemos actualmente en México es una “polarización partidista”, también conocida como “polarización de élites”
Es muy importante reconocer y darnos cuenta que una cosa son los resultados que arrojan las diferentes encuestas hechas a población general que concluyen que las preferencias positivas hacia el nuevo gobierno son más altas en comparación con el número de quienes lo desaprueban; pero por el otro lado, en el extremo contrario se encuentra el discurso de las cámaras industriales, de diferentes grupos organizados y (tal vez más importante) el de los medios de comunicación, y esto sí hay que recalcarlo: quienes tienen la propiedad de los medios son siempre las élites de una sociedad, es por ello que se le conoce a este tipo de extremismo como “polarización de las élites”.
Con la demostración anterior podemos decir que en México no existe una polarización de masas desde el punto de vista de la estadística y la matemática, pero sí hay una polarización generada desde diversos grupos de élite de la sociedad mexicana (élite empresarial, intelectual, política, de medios de comunicación, etcétera), y aunque esas élites están representadas por una minoría, por encontrarse donde se encuentran, por su rol social, tienen mayor resonancia, mayor grado de incidencia y más posibilidad de quebrantar cualquier situación que deseen.
Por último hay datos que no podemos dejar que pasen de largo: la preferencia y aprobación que goza el presidente López Obrador tampoco es algo tan extraordinario; Fox comenzó su mandato con una aceptación cercana al 70%, Calderón con 64% y Peña Nieto alrededor del 56%, entonces ¿dónde está el campo fértil para que esta radicalización o polarización prolifere? el factor importante aquí es que los partidos y contendientes que perdieron la presidencia el pasado 1 de julio llegaron como figuras con una preferencia muy débil, de modo que la calidad de la cercanía entre AMLO y quienes votaron por él es mayor que en elecciones anteriores y eso le da una fuerza y expectativas muy grandes, por ello es que lo que el presidente hace o deja de hacer se magnifica entre la población, pero se magnifica para bien y para mal por las élites del pequeño grupo que no aprueba sus decisiones como la cancelación del Aeropuerto, la reforma educativa y lo que se sume.
(Con información de @carlosbravoreg )