En esta ocasión, no nos pondremos a hablar sobre cómo el top 100 de billonarios perdió más de 408 billones de dólares de sus fortunas, o de que el Dow Jones estuvo 21% por debajo de sus niveles antes de la pandemia. En este momento, toca hablar sobre las personas del primer quintil, ya que lo único que tienen es su salud y hoy, está en más riesgo que nunca.
Todo esto lo desenvolveremos a partir del coeficiente de Gini (indicador que mide la desigualdad económica, la cual es la diferencia en cómo se distribuyen los activos, el bienestar o los ingresos entre la población), el cual es calculado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Si bien la desigualdad y la pobreza no son iguales, este indicador sirve para evidenciar la brecha entre el ingreso neto de los mexicanos del quintil 5 (más ricos) y el de los mexicanos del 1 (más pobres), ya que, con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2018, se puede observar que los ingresos trimestrales promedio por hogar son de 9,133 pesos el más bajo y de 166,750 pesos el más alto… una diferencia muy significativa.
El coeficiente tiene valores entre 0 y 1, siendo 0 una sociedad sin desigualdad y el 1 una desigualdad total. Tristemente, en México tenemos un nivel de 0.46, siendo el segundo país más desigual entre los miembros de la OCDE, como lo podemos ver en la siguiente gráfica:
Cabe destacar que este coeficiente no es la única manera de medir la desigualdad dentro de México, aunque es uno de los métodos universalmente utilizados. Si nos vamos a los datos históricos, podemos ver que del 2010 hasta el 2018 ha rondado entre 0.47 y 0.45. Aunque se sabe que este indicador tiene un progreso lento, no es suficiente para los mexicanos que cada vez se ven más limitados para la adquisición de los insumos de la canasta básica, a pesar de los esfuerzos del gobierno por lograr una redistribución de los ingresos de los ricos hacia los pobres, más en estos momentos de dificultad que busca mitigar los efectos de la pandemia, pues este tipo de programas de apoyo nunca podrá reemplazar el ingreso de un salario, que es el elemento principal de los hogares, pues representa 67.3%, y para muchas personas será inexistente debido al desempleo que se está viviendo a raíz de la covid-19.
Si bien estos datos por sí solos son preocupantes el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar un artículo donde se prevé que esta brecha crezca debido a la contingencia sanitaria, lo cual no solo puede eliminar el poco avance que se había tenido en este rubro sino que, posiblemente, se vaya a ver un incremento en la desigualdad, lo cual es “… uno de los desafíos más complejos y molestos en la economía global…”, como lo menciona Kristalina Georgieva, directora general del FMI.