Si algo nos ha enseñado la contingencia sanitaria en la que actualmente estamos viviendo, es que es muy fácil hablar desde el privilegio y que, durante el confinamiento, han relucido una vez más las dos versiones que existen de México.
Por un lado, se encuentra la población privilegiada que ha podido comprar víveres para quedarse en su casa y que pasa el día haciendo home office, leyendo, viendo películas o haciendo ejercicio. Por el contrario, está la población que continúa trabajando en la calle todos los días, que si no sale no come, que se expone cada día al salir con la esperanza de no ser infectada.
En México la desigualdad económica y social es un problema grave que ha existido desde hace mucho tiempo, ya que forma parte del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad. El coeficiente de Gini se ubica en 0.48, donde 1 es el punto que corresponde a la perfecta desigualdad y 0 es el punto óptimo de igualdad, según datos del Banco Mundial (BM). Esta situación refleja alta concentración de la riqueza en el decil más alto de la población nacional. (García, 2020)
Las brechas entre ricos y pobres son tan marcadas, que en nuestro país vive el hombre más rico de América Latina junto con más de 50 millones de personas pobres.
El modelo económico mexicano beneficia sólo a las élites económicas. Con base en las últimas cifras de Forbes, la riqueza de los mexicanos más ricos en 2017 fue de 116 mil millones de dólares, esto significa que las 10 personas más ricas de México acumulan la misma riqueza que el 50% más pobre del país. (Alcocer, 2018)
México es una muestra de que aseveraciones como “el pobre es pobre porque quiere” son una falacia, pues la mayoría de la población que vive en situación de pobreza ha pasado casi toda su vida trabajando, pero existen diversos factores que nos les favorecen.
Al gobierno le compete formular y poner en práctica políticas públicas que disminuyan la desigualdad. Como sociedad es necesario tener presente que el privilegio no debe nublarnos la empatía, ya que no todos tienen la misma suerte de pertenecer al sector que goza de comodidades y estar conscientes de que hay muchas personas viviendo en pobreza extrema.