Los que nunca ahorraron hoy viven tronándose los dedos pensando en qué comerán el día de mañana. Ellos no eran pobres, ahora lo son. Son pobres y están viejos. Les faltan fuerzas y memorias que se desvanecen con los años. Les sobran achaques y preocupaciones; se les han ido acabando los amigos, la familia. Las ilusiones.