En este mundo donde se dice que todo tiene un precio, la casa blanca parece estar a la venta. O por lo menos así contribuyen los cárteles bancarios y corporaciones, financiando a sus candidatos favoritos en Estados Unidos. Por supuesto, a cambio de favores en el futuro, estas poderosas entidades influyen en ambos partidos por medio de grandes contribuciones tanto a Demócratas como Republicanos, pero se inclinan por aquellos candidatos que consideran los regularán menos en su administración o en el caso de los bancos por aquellos que los salvarán con dinero de los contribuyentes si volvieran a quebrar la economía, debido a que no están dispuestos a dejar de lado las prácticas corruptas que los hacen ganar jugosas compensaciones, por ejemplo en transmitir riesgos a sus clientes vendiéndoles inversiones basura.
Estamos tan acostumbrados a escuchar escándalos sobre el célebre Trump y lo perjudicial que sería si llegara al poder, que nos olvidamos de los antecedentes de los candidatos que no desafían el status quo y se mantienen como los favoritos de las élites establecidas. La más destacada en este aspecto es Hillary Clinton, no hace falta indagar demasiado para conocer los antecedentes de la familia Clinton y su íntima relación con los avarientos bancos de Wall Street.
Para observar la estrecha relación entre los Clinton y los banqueros, nos remontamos en la historia al esposo de Hillary el ex presidente Bill Clinton, quien en su administración derogó una importante ley llamada Glass Steagall; la cual regulaba al sector bancario para controlar la especulación de los bancos con el dinero de sus clientes, es decir su principal característica era la separación de la banca de depósito y la banca de inversión. La ley fue promulgada por la administración de Franklin D. Roosevelt con el objetivo de evitar que se volviera a producir una crisis de la magnitud de 1929 y como era de esperarse al derogarse, no pasó mucho tiempo para que los bancos empezaran a ganar millones defraudando a sus clientes con la ingeniería financiera y los derivados, en el 2008 destruyeron la economía para ser recompensados con rescates, consolidando su poder como nunca antes en la historia de los Estados Unidos.
Hillary no es diferente a su marido y lo ha dejado entrever al oponerse en volver a adoptar la ley Glass Steagall, un detonante principal de la crisis del 2008 y estar más a favor de su versión mucho más blanda la ley Dodd Frank. Por supuesto, preocupándose por mantener las relaciones que su marido forjó durante años en su administración, ya que se ha beneficiado con millones de dólares en favores a bancos durante su carrera política como secretaria de estado y senadora.
Contribuciones a su campaña del sector bancario.
Los empleados de diferentes instituciones financieras como Citigroup, Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Morgan Stanley, Bank of America y Merrill Lynch son solo algunos nombres que figuran en la lista de benefactores de la campaña Clinton, según datos recopilados de la Comisión Nacional de Elecciones de los Estados Unidos.
Claramente Clinton es el candidato predilecto de la élite con más contribuciones que cualquier otro. Concretamente hasta finales de Diciembre del año pasado Hillary tuvo donaciones de fondos de cobertura, bancos, compañías de seguro y otras empresas de servicios financieros por 21,4 mdd para apoyar su candidatura en el 2016, es decir representando mas de un 10% de los 157,8 mdd que le fueron aportados.
Sus contribuciones la llevaron alcanzar un máximo que de cualquiera de sus 4 anteriores campañas federales e incluso superó lo que obtuvo su esposo Bill en toda su carrera política.
En total las firmas de Wall Street y otras empresas de servicios financieros le han otorgado a su campaña 44,1 mdd y a sus aliados super PACs; que son comités políticos independientes, un modelo relativamente nuevo que entró en vigor en 2010 para que las grandes sumas de dinero apostaran al caballo de carreras que más les convenga.
Como la ley no permite donar directamente grandes sumas de dinero a los candidatos, los super PACs cumplen con apoyar a un candidato con donaciones ilimitadas, siempre y cuando no se tenga una relación directa con el candidato. Estas polémicas organizaciones son fuertemente criticadas, por ejemplo el candidato Bernie Sanders alega que las corporaciones y firmas de Wall Street también pueden estar utilizando los Super PACs para financiar a Clinton indirectamente, siendo casi imposibles de seguirles el rastro, “ya que enmascaran a sus donantes” opina Darrel Delamadie un reconocido analista estadounidense.
Por su parte los empleados de la Reserva Federal de Estados Unidos, “inexplicablemente” también apoyan la campaña Clinton con más donaciones que a cualquier otro candidato.
Debido al éxito de la campaña anti-Wall Street por parte del socialdemócrata Bernie Sanders ha obligado a la hipocresía de Hillary Clinton a sumarse al debate de regular más a los grandes bancos y proclamar discursos huecos donde supuestamente ningún banquero está por encima de la ley, pero no le molesta en lo absoluto recibir honorarios por dar conferencias a los integrantes de los grandes bancos por alrededor de 225 mil dólares la hora, a pesar de que se dice que no es la mejor oradora.
Ella declara que pese a las críticas sobre las fuertes donaciones que recibe del sector financiero, estos no influyen de ninguna manera en su postura. Sin embargo, si eso fuera cierto, ¿porqué sus acciones dicen lo contrario? Hillary nombró a Alan Blinder como su asesor económico, un personaje defensor de los rescates a Wall Street por la Reserva Federal, quien firmemente abogó para que el banco central mantuviera dichos poderes para futuras crisis.
El futuro con Clinton.
Los Clinton, así como los Bush, son parte de las familias de la clase política con un legado que demuestra tener inclinación por satisfacer los intereses de oligarcas financieros.
Sin duda sus amigos contratistas del pentágono como Boeing o Lockheed Martin; principales proveedores de armas al gobierno estadounidense también estarán muy contentos de ver a Hillary Clinton ocupar la Casa Blanca o la monarquía Saudita, que ha mantenido el estándar petrodólar a cambio de que el ejército norteamericano haga su trabajo sucio por ellos en Medio Oriente, factor que ha mantenido la permanencia de Estados Unidos en esa área y donde combate actualmente contra el Estado Islamico, una célula terrorista que Hillary en entrevistas situadas en internet, admite haber apoyado en su creación para desestabilizar al gobierno Sirio. Y por si fuera poco, su recién escándalo con correos electrónicos ha denotado su perfil corrupto y aprobación a diferentes conflictos armados.
La posible administración de Clinton por los siguientes años lamentablemente traerá más impunidad para los bancos que están dispuestos a saquear a mayor escala por incrementar sus beneficios hasta el siguiente debacle, más tratados de libre comercio que benefician principalmente a las grandes corporaciones y su pasión por promover la guerra.
Los más importante a considerar es que quien gane, heredará un imperio en decadencia al borde de la bancarrota, pero si hay alguien peor para el mundo que Donald Trump esa es Hillary Clinton.