Por Rony Estuardo Monzón (USAC), Arturo Morales Castro (UNAM) y Guillermo Alvarado Vázquez (UNAM y UIC).
No hay nada más desastroso que una política de inversión racional en un mundo irracional (John Maynard Keynes).
Segunda parte
Los investigadores en finanzas conductuales han detectado cuatro características psicológicas que pueden llevar a entorpecer la capacidad de tomar decisiones de inversión correctas:
-
Exceso de confianza: se refiere que en ocasiones los individuos creen saber más que lo que realmente saben, sobrevaloran sus capacidades haciéndose el espejismo que dominan cierto sector del mercado, por tanto, al tomar decisiones de inversión caen en la heurística. Empero evidencias, manifiestan que el exceso de confianza hace correr riesgos en los inversionistas que en ocasiones son innecesarios. No toman en cuenta factores que podrían maximizar su inversión, por el contrario, toman decisiones que satisfagan su inversión. Esta característica conlleva como se dice coloquialmente a colocar todos los huevos en la misma cesta, evitando así diversificar. Por tanto, esta trampa hace que las inversiones sean un fracaso. Cuando existe exceso de confianza en los inversionistas no suelen valorar adecuadamente los riesgos que toman, y donde probablemente la experiencia es la causa del exceso de confianza (Nofsinger, 2002).
-
Juicios sesgados: esta característica se explica a través de la heurística de posibilidad que sostiene que los individuos tienden a juzgar muy probable o poco probable la ocurrencia de un evento, según su capacidad de recordar experiencias recientes, al trasladar esto a la inversión en bolsa se observa que los inversores ponderan mucho sus experiencias recientes y si esa experiencia se relaciona con pérdidas tienden a dejar esas acciones y se refugian en las de menor riesgo, olvidando que las acciones se han vuelto más atractivas tras la caída. Es decir, venden los activos ganadores demasiado temprano y, por el contrario, se mantienen en los no tan ganadores durante un tiempo exagerado. Para sortear esta trampa se debe de considerar a aquellos motivos que orientaron al inversor comprar tal acción.
-
Presión social: es quizás la forma psicológica más marcada en los mercados, ya que es la situación donde muchos inversores ven los movimientos de los gurús o de los ganadores e intentan seguir sus patrones ocasionando el famoso efecto rebaño. Sin saber ellos mismos si es lo mejor para su inversión, que según la teoría de perspectiva de Kahneman el valor que se le otorga a un determinado bien no es absoluto si no relativo. Existe la posibilidad de que por seguir al grupo incluso en contra de la voluntad del inversor se entre en una burbuja especulativa que esté a punto de estallar.
-
Fobia a las pérdidas: no es lo mismo una pérdida en papel que una pérdida real (esta se materializa al momento de vender la acción que ha bajado de valor); la hipótesis de los mercados eficientes dice que los inversores buscan maximizar su inversión, sin embargo, existen evidencias que dicen que los individuos prefieren evitar pérdidas antes de obtener ganancias. Ante esto mantienen su posición perdedora por un largo tiempo. Esto se explica por medio de la teoría de la perspectiva de Kahneman y Tversky. Ellos sostienen que las pérdidas hacen el doble de daño en comparación a la felicidad de tener ganancias, por lo que la fobia a las pérdidas conlleva a los inversores a tomar decisiones mucho más riesgosas para devolver el equilibrio a su cartera. Es por ello que en los mercados algunos inversionistas dicen que han sufrido una «dolorosa pérdida» pues al final no es una exageración puesto que las pérdidas son procesadas por la misma parte del cerebro que procesa el dolor, es decir, la amígdala. Las personas tienden a percibir las pérdidas financieras de una manera más intensa que las ganancias de una magnitud similar. Y cuando el inversionista se siente responsable de la pérdida experimenta de manera más intensa una emoción de arrepentimiento (Shefrin, 2002).
Los mercados son ineficientes, debido a la irracionalidad en la toma de decisiones de inversión influenciados por emociones, al final esta ineficiencia hace que los mercados sigan vivos; la constante búsqueda de los traders por obtener información privilegiada (es decir que la información es asimétrica) hace posible la actividad de arbitraje y la especulación, y así conseguir obtener mayores rendimientos. De esta manera ha de comprenderse que el precio de un activo financiero es más que la suma de las partes porqué los precios reflejan la confianza de las masas, la diferencia entre un mercado eficiente e ineficiente reside en la manera en que se forman los precios, (véase figura 1).
Fuente: elaboración propia
El gráfico representa como es que se mueven los precios ante la información presentada como noticia, se observa que en un mercado eficiente no tiene reacción, mientras que en el mercado ineficiente debido a los rumores y especulaciones el precio sí se modifica.
En los mercados financieros en múltiples ocasiones se cae en las especulaciones, rumores, que pueden ocasionar que los inversionistas tomen decisiones sesgadas, ante esta situación (Higuera , 2009) apunta que los inversores deben de actuar en los mercados con base en la noticia, es decir, información confirmada y no al rumor pues este crea incertidumbre. La relación rumor – incertidumbre se observa cuando un evento no puede ser identificado estadística o matemáticamente y la relación noticia – riesgo se presenta cuando es factible formular una función de probabilidad del fenómeno que se evalúa. Por tanto se debe de prestar atención a la información que los medios quieren que sea noticia, donde los medios de comunicación pueden influir en la decisión del inversor.
Por lo anterior, cabe preguntarse ¿Cuál es el campo de acción de las finanzas conductuales? ¿Qué impulsa a los mercados? ¿Por qué se vende cuando los demás venden? ¿Por qué son más rápidas las caídas en la bolsa?, bajo un enfoque tradicional de las finanzas difícilmente se podría dar respuesta a estas y otras preguntas que involucren la irracionalidad del inversor. Pero gracias a las finanzas conductuales sí se pueden responder a ellas, ahora el comportamiento del inversor ya es objeto de estudio, (Thaler, 1993) dice que las finanzas comportamentales son una especie de finanzas de mente abierta.
Las finanzas comportamentales se ocupan primero de los sesgos comportamentales (errores habituales de los inversores y formas de evitarlos) y las anomalías del mercado (ineficiencias de mercado y cómo explotarlas). El sesgo comportamental es una desviación de la conducta racional, por lo que las finanzas comportamentales estudian la conducta de inversores y mercados en el mundo real (Thorstem , 2011).
Las finanzas conductuales exponen la falta de simetría en las decisiones de adquirir o mantener un activo financiero y la gran aversión a la pérdida o arrepentimiento. El miedo al arrepentimiento y la búsqueda de sentimientos de orgullo y satisfacción hacen que los inversionistas se sientan predispuestos a vender acciones con beneficios demasiado pronto y mantener acciones con pérdidas demasiado tiempo (Nofsinger, 2002).
El estudio de las finanzas conductuales ha demostrado que con frecuencia inversores toman decisiones en cuanto adquirir activos riesgosos basados en sus emociones y creencias en el argot financiero conocidos como los noise traders, porque su participación en el mercado es sesgada, asemejándose al ruido en una comunicación al encontrarse el mercado con un considerable número de este tipo de inversores hace que los precios se desajusten.
Entonces se puede decir que lo que impulsa a los mercados es la naturaleza, es decir un día el inversor se puede levantar con ganas de correr riesgos y otro por simple convicción decide no correrlos, esa rareza hace que el comportamiento del inversor sea cómo un péndulo que se vacila entre el optimismo y el pesimismo. Esta actitud hace que los mercados se manejen bajo la premisa precio/confianza, esa confianza de millones de inversores hace que los mercados funcionen generando liquidez y manteniendo el ciclo económico; pero esto parece ser una bomba de tiempo pues tal como dice la teoría del caos que pequeños cambios desencadenan enormes efectos (véase gráfico 2).
Gráfica no. 2 El inversor emocional
Fuente: tomada de (Credit Suisse, 2011)
Entonces los precios reflejan el nivel de confianza, esa confianza se puede ver reflejada en un gráfico, que sigue patrones de conducta de la gente, indistintamente sobre qué activo financiero se trate, unos venden porque pierden la confianza y otros compran porque la retoman, es decir, es un ciclo; pero al momento que los individuos pierden la confianza en el mercado crea especulación e incertidumbre lo que lleva a la bolsa a caer tanto, así puede afectar la desconfianza de las masas que puede incluso ocasionar una crisis financiera y para muestra un botón la crisis del 2007/2008, que llevo al colapso a Lehman Brothers.
¿Cómo pueden ayudar las finanzas comportamentales en las decisiones de inversión?
(Signner & Kalbreier, 2011) exponen la manera de cómo aplicar la economía conductual al proceso de inversión; así pues, la recomendación es establecer procesos de inversión estrictos, sistemáticos y basados en reglas; definir claramente los objetivos de inversión. Además, supervisar periódicamente las carteras y advertir a los inversores de las concentraciones de riesgos; ser consiente en las trampas en las que se pueden caer ayuda a los inversores a sortear las trampas conductuales y contener el exceso de confianza. La economía conductual puede ayudar a los inversores a identificar los puntos débiles y sesgos cognitivos y emocionales; sumado a ello el uso de análisis fundamental orienta al inversionista a ir incluso en contra de la corriente aun cuando muchos siguen al rebaño en una posible burbuja especulativa, incrementando así sus posibilidades de éxito.
(Thorstem , 2011) explica la manera en que las finanzas comportamentales contribuyen a tomar decisiones de inversión más racionales, para entonces explica tres pasos para convertirse en un inversor más racional; primero el aplicar un test de diagnóstico proporciona al inversor un feedback científico sobre sus fortalezas y debilidades de inversión, al final del test al comparar las respuestas con otros inversores se determina que los inversores con mayor éxito son aquellos que reconsideran los motivos para comprar una acción; segundo las finanzas comportamentales han desarrollado simuladores con el objetivo de orientar a los inversores en el proceso de toma de decisión, con esto se pretende aumentar la confianza en estos y alivia el miedo inconsistente de recurrir a pérdidas y, por último, en el mundo de inversión no se debe de sobrestimar los individuos no deben de sobrestimar sus capacidades de inversión pues invertir prematuramente es uno de los errores comunes en las personas, por tanto, la gente se debe de fijar en el resultado final de su inversión.
Conclusión
“La irracionalidad es parte inherente de los mercados financieros, ya que estos están compuestos por la oferta y la demanda que realizan los inversionistas, quienes en ocasiones se dejan llevar por emociones como el miedo y la avaricia, o como se sabe ahora, la esperanza” (Alvarado, 2017).
Las finanzas comportamentales han demostrado que los seres humanos no pueden ser modelizados en estructuras matemáticas en las que se supone que se toman decisiones completamente racionales, por lo que se propone seguir investigando en la identificación de la conducta de las masas que moldean los mercados. La historia económica financiera brinda muchas lecciones. Desde la crisis financiera de la «tulipnamía» en 1630 pasando por el crack de 1929 conocido como jueves negro, el crack de 1987 conocido como lunes negro hasta la más reciente 2007/2008 de las hipotecas subprime; todas parecen tener un denominador común y es el amor al dinero, la codicia y el miedo. Parece que estas burbujas especulativas aun no pueden preverse, pero los avances en neuroeconomía sugieren que el cerebro humano tiene la clave para explicar las burbujas y quizás un día poder evitarlas.
Primera parte:
Referencias
Alvarado, G. (2017). Razones financieras y múltiplos que han impactado el rendimiento de las acciones que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores en el periodo 2006-2015. (Tesis de Doctorado). México: ISEC.
Caballero, A., & Morales, R. P. (2017). Finanzas Conductuales. 15a. Semana Académica Interdisciplinaria. México: FCA, UNAM.
Credit Suisse. (23 de marzo de 2011). Emociones y Mercados. Obtenido de Credit Suisse: www.credit-suisse.com/globalinvestor
Fama, E. (1965). The Behavior of Stock Market Prices. Journal of Business, 34-105.
Fama, E. (1970). Efficient capital markets: Areview of theory and empirical work. TheJournal of Finance.
Fama, E., & Blume, M. (1966). Filter rules and stock market trading (Vol. 39). The Journal of Bussines.
Heyman, T. (1998). Inversión en la Globalización. México: Milenio BMV IMEF ITAM.
Higuera , M. (9 de junio de 2009). Noticias, rumores y especulación. Recuperado el 4 de abril de 2017, de El Universal: http://archivo.eluniversal.com.mx/finanzas/79908.html
Martínez, J. B. (2007). La Hipótesis de los Mercados Eficientes, el Modelo del Juego Justo y el Recorrido Aleatorio.
Morales, A., & Morales , J. (2010). Planeación Financiera (Primera ed.). México: Grupo Editoral Patria.
Nofsinger, J. R. (2002). La Locura de la Inversión. Madrid: Prentice Hall.
Roberts, H. (1967). Statistical versus clinical prediction of the stock market. Unpublished manuscript.
Shefrin, H. (2002). Más allá de la codicia y el miedo. México: Oxfordrt.
Shiller, R. J. (1981). Do stock prices move too much to be justified by subsequest changes in dividends? American Economic Review, 1190-1219.
Signner, R., & Kalbreier, L. (2011). Los límites de la racionalidad. Global Investor, 6-9.
Simon, H. (1988). El Comportamiento Organizacional. Estudio de los Procesos Decisorios en la Organización Administrativa. Buenos Aires: Aguilar.
Thaler, R. (1981). Some empirical evidence on dynamic inconsistency. Economics Letters, 68-84.
Thaler, R. (1993). Advances in Behavioral Finance. Russell Sage Foundation.
Thorstem , H. (2011). Inversores: lo ideal y lo real. Global Investor, 19-21.