“La mente juega trucos sobre nosotros”, esta frase conocida y proveniente de una película de superhéroes no sólo tiene eco en el ámbito personal sino también en el plano financiero. En principio, la mente es una fábrica productora de miríadas de ideas, primero, en bruto y sin estar conectadas: se asemeja a una cubeta llena de cubos LEGO, listos para ser ensamblados. En una fase posterior, el razonamiento conecta estas ideas, conforme a ciertas reglas mentales, y su producto final son los argumentos/conclusiones, que constituyen el soporte para la toma de decisiones. En este sentido, existen ciertas fallas cognitivas que nos llevan a concebir argumentos que no explican la realidad adecuadamente ni resuelven los problemas/retos cotidianos. Aunado a esto, los aspectos emocionales influyen en el proceso del raciocinio, entre ellos la inclinación personal sobre ciertas ideas, el uso recurrente de atajos mentales, y la reacción inmediata ante un evento, sobre todo, adverso. Y al final de la cadena, cualquier decisión tomada acarrea ciertas consecuencias. En su conjunto, estos dos aspectos – fallas cognitivas y emociones – son potenciales frenos para la toma de decisiones óptimas, rumbo a una mayor utilidad o provecho posibles.
Dentro del ámbito financiero, estos “trucos” pueden ser catalizadores de eventos desfavorables, relacionados con la pérdida de valor de los activos financieros, o hasta perjuicios en el propio sistema financiero. En la realidad, se ha observado que las decisiones tomadas en materia financiera por los especialistas e inversionistas no siempre resultan ser “perfectas”, ni en términos de racionalidad ni utilidad. Con respecto al primero, existen errores relacionados con el procesamiento de la información e inclinaciones emocionales, ambos ya citados, que no permiten que los participantes actualicen sus argumentos/creencias y se llegue a conclusiones acertadas. En el caso del segundo, si los individuos basan sus decisiones este tipo de argumentos “incorrectos”, el efecto no será el esperado, con una utilidad por debajo de la esperada. A este respecto, algunos principios de las finanzas modernas, cuyo basamento es la teoría económica de libre mercado, se ponen en tela de juicio. Fundamentalmente, se desafían estos supuestos: 1) los participantes son agentes racionales, 2) hay control sobre las emociones, y 3) no existen errores psicológicos ni preferencias.
Teniendo en cuenta lo anterior, las finanzas conductuales, como campo de estudio reciente dentro de las finanzas y extensión de la economía conductual[1], atienden estas falencias a partir de la integración de la psicología y sociología en el marco de la teoría económica de libre mercado. Al respecto, se han formulado una gran cantidad de principios dedicados al ámbito financiero, producto de un creciente interés y número de estudios interdisciplinarios recientes[2]. Los pilares de la economía conductual, como se anticipó en la introducción, son el razonamiento y las emociones. A partir de esto, se presentan dos posibilidades: 1) razonamiento reflexivo, que carece de un proceso estructurado y donde las emociones son consideradas para la toma de decisiones. Además, se caracteriza por ser un proceso rápido y fácil de ejecutar. Como ejemplo sencillo, hay dos contratos financieros, ambos son opciones (derivado financiero), y uno ya se revisó y hay un acuerdo con las condiciones, incluyendo que sea de tipo americano[3]. Y aquí puede ocurrir que se asuma que el otro posee los mismos atributos, ya que menciona que es también una opción. Sin embargo, la satisfacción nos guía al error de no leer el tipo del segundo, que se plasmó como un tipo europeo[4]. Entonces, el resultado no es el esperado, ya que se saltó el paso del análisis del segundo contrato, y no siguió el mismo orden de la primera vez que se hizo: en este caso, el individuo perderá la posibilidad de ejercer su derecho en momentos favorables para su inversión. Por otro lado, 2) el razonamiento reflectivo, que siempre lleva un orden en el razonamiento. Aquí, los individuos toman en cuenta la información disponible y formulan conclusiones para ajustar sus argumentos/creencias. Retomando el ejemplo anterior, el primero paso se asemeja a un razonamiento reflectivo. Por tanto, la toma de decisiones apropiadas en materia financiera se hace con base en este último razonamiento.
Otra limitación en el contexto financiero es la posibilidad de una carencia de autocontrol emocional. Múltiples estudios en el campo de la psicología sugieren que la capacidad del ser humano para revertir las emociones ante un acontecimiento resulta limitada. Y lo peor: se toman decisiones con base en ellos. Primero, la teoría económica tradicional menciona que la utilidad marginal es decreciente: esto es que el nivel de satisfacción es menor a cada unidad adicional que se consume de un bien. Sin embargo, se observa otro comportamiento que tiene un impacto económico, denominado exceso. En el caso de las inversiones, la compra compulsiva de activos cuando sus beneficios se comportan de manera muy favorable, excluyendo un principio esencial: la diversificación. Otro comportamiento para considerarse es la sobrerreacción, guiada por el impulso de una información favorable o desfavorable. Como ejemplo, se ha observado que los inversionistas tienden a sobrevaluar sus activos si reciben buenas noticias que los impactan, y la proclividad a infravalorar sus activos ante una serie de malas noticias[5]. Con el fin de revertir estas emociones, se requiere tener consciencia de nuestros actos con base en recordar ciertos conceptos relacionados con los errores psicológicos y preferencias, antes de ser víctima de ellos: esto es tener un libro mental que tomemos en cuenta para juzgar las decisiones que se toman en materia financiera. A estos conceptos se les conoce como sesgos, en el marco de las finanzas conductuales. En la actualidad, se reconocen tres tipos de sesgos: 1) cognitivos, 2) autoengaño, 3) sociales. Este artículo se enfoca exclusivamente en entender el primer punto, y los demás puntos serán abordados en futuras entregas.
Específicamente, ¿Qué son sesgos cognitivos? Se refieren a predisposiciones psicológicas, que provocan alteraciones en el procesamiento de la información y que llevan a juicios, interpretaciones y conclusiones erróneas. En este sentido, Kahneman formuló este concepto cuando se percató que existen problemas cognitivos al momento que los individuos procesan grandes cantidades de información: existe una tendencia a no utilizar la razón ni la lógica, especialmente con “demasiada” información disponible, y se consideran otros parámetros, como las experiencias y juicios pasados, para tomar decisiones. Y más allá, esto corresponde, según la psicología, a una necesidad evolutiva de responder ágilmente ante un evento, que requiere de un filtrado o resumen inmediato ante su complejidad, dejando a un lado la racionalidad. Adicionalmente, el ser humano no es capaz de procesar toda la información de su entorno al mismo tiempo. En virtud de esto, los sesgos cognitivos se clasifican conforme a ciertos escenarios que conducen hacia una actuación rápida e irracional, donde abundan los atajos mentales. En esta clasificación se incluyen el sesgo de retrospectiva, sesgo de auto atribución, sesgo de confirmación, sesgo de clustering, sesgo de representatividad, sesgo de anclaje y sesgo de encuadre. Cada uno estos elementos serán explicados a continuación.
El sesgo de retrospectiva, que consiste en creer que un evento se pudo haber previsto, después de que esto ya ocurrió. Al final de cuentas, se resume en una frase: “(este evento) se vio venir”. Después de conocer las explicaciones sobre algún acontecimiento, los recuerdos pasados se distorsionan y la memoria se actualiza: este suceso genera la sensación de que “la verdad” ya existía desde tiempo atrás, y que, por tanto, se pudo pronosticar. En otras palabras, la memoria, al ponerse al día, concibe lo inevitable como evitable. Un ejemplo claro es el estudio de la crisis financiera de 2008: con el devenir de las investigaciones sobre los determinantes de esta crisis y el conocimiento sobre sus conclusiones, surgieron cada vez más opiniones sobre la capacidad de revertir estos escenarios adversos. En realidad, sólo algunos individuos, con participación en los mercados financieros, plantearon la posibilidad de un colapso financiero. Este sesgo es de los más comunes entre los participantes financieros, que produce una sensación de sabiduría, cuando no es así: la jactancia en la toma de decisiones dentro de los mercados financieros es peligrosa ya que se pueden interpretar y mandar señales erróneas sobre el estado del mercado. Para contrarrestar este sesgo, funciona: 1) evaluar situaciones desde diversas perspectivas, 2) tomar en cuenta aspectos pasados y completar con escenarios alternativos y diferentes a lo acaecido en el pasado.
El sesgo de auto atribución, que representa la tendencia de atribuirse el dominio de conocimientos y habilidades cuando hay resultados positivos, mientras se asigna factores fuera del control del individuo, típicamente la suerte, cuando existen resultados negativos. En este caso, el ser humano tiende a observar solamente una cara de la moneda y ésta consiste en creer que siempre produce un razonamiento correcto sobre algún evento. Sin embargo, este lado eclipsa al otro, que es un razonamiento erróneo, donde se reconoce que un suceso fallido es imputable a un error. Un estudio en Fusiones y Adquisiciones (conocidas como M&A) en el Reino Unido[6] generó como conclusión que un creciente número de acuerdos en M&A, en décadas anteriores, llevaron a un aumento en la confianza para llevar a cabo pactos posteriores, cuyos resultados redujeron el valor de las nuevas unidades creadas, cuando se creía lo contrario. Por tanto, es importante liberarse del yugo de la auto atribución, especialmente cuando los resultados no fueron favorables, ya que permite a los individuos aprender y actualizar sus creencias y conocimientos correctamente. Para contrarrestar este sesgo, funciona: 1) evaluar situaciones desde diversas perspectivas, 2) tomar en cuenta aspectos pasados y completar con escenarios alternativos y diferentes a lo acaecido en el pasado.
El sesgo de confirmación, que es la proclividad en recopilar información que favorezcan los argumentos, creencias y razonamientos sobre sucesos acontecidos en los mercados financieros. Este comportamiento genera demasiada confianza en los individuos, que los lleva a asumir mayor riesgo y dar preferencias a ciertos activos financieros y mercados. Este sesgo se presenta comúnmente en el análisis técnico: el individuo observa una tendencia favorable en el comportamiento del activo, verbigracia una acción, y busca más información sobre el impulso hacia el alza que confirme aquello que se observa gráficamente; sin embargo, el análisis no debe parar ante noticias positivas, ya que, quizás, haya otro tipo de información, ejemplo un nivel de deuda en la compañía que alcance niveles insostenibles, que afecte el precio del activo en el mediano plazo. Para contrarrestar este sesgo, funciona: 1) buscar y considerar evidencia que no estén de acuerdo con el punto de vista original, 2) poner atención a otros métodos o formas de hacer algunas actividades o de llegar a un resultado, 3) preguntarse que puede estar mal de aquello que se cree, junto a reforzar a aquello que va en linea con las ideas originales.
El sesgo de clustering, que consiste en interpretar erróneamente patrones y tendencias en comportamientos que, en realidad, son aleatorios. Esta conducta también se observa en el análisis técnico: probablemente, la evolución en el precio de algún activo financiero siga alguno de los patrones predefinidos, que se abordan en la teoría del análisis técnico. Empero, las señales, extraídas de estos patrones, no necesariamente simbolizan algún tipo de tendencia o patrón, simplemente sea producto de algún factor no descontado. Para contrarrestar este sesgo, funciona: 1) enfocarse en periodos prolongados para el análisis histórico de los precios de los activos financieros, 2) pensar en la posibilidad de que no hay conexión entre la realidad y los patrones preexistentes, 3) asegurar que exista evidencia que soporte las conclusiones provenientes de la observación histórica. En resumen, recordar la frase: “los sucesos presentes no forzosamente son los mismos a aquellos acontecidos en el pasado”.
El sesgo de representatividad, que plantea la probabilidad de ocurrencia de un evento a partir de ciertas características similares a aquellas que se presentaron en el pasado. Al respecto, se crean atajos mentales, donde el análisis de la posibilidad de ocurrencia es reemplazado y ocupado por planteamientos fundados en aspectos semejantes. En otras palabras, se cae en el “síndrome de molde”, donde los estereotipos son el soporte de las decisiones. Otro error que incluye este sesgo es contemplar la muestra equivocada rumbo a la toma de decisiones: por ejemplo, hacer una encuesta sobre las preferencias del chocolate en una zona donde existe alto consumo de este producto, en vez de ampliar la muestra a otros individuos con preferencias alternas. En el plano financiero, este sesgo afecta las inversiones, cuando el especialista en mercados financieros propone un mix predeterminado de activos a un cliente, que es similar a otros portafolios de inversión, y sin dedicar tanto tiempo a la búsqueda de los activos apropiados a su perfil. Esta actitud podría dejar de lado otros factores que disminuyan la posibilidad de un beneficio mayor en un corto/mediano plazo. Para contrarrestar este sesgo, funciona: 1) detener el pensamiento basado en similitudes y cambiar a un approach de posibilidad de ocurrencia dado la evidencia presente, 2) ampliar la muestra en un análisis para evitar las preferencias.
El sesgo de anclaje, que es la tendencia de los individuos a creer en información preexistente sobre algún tema financiero, o cualquier información atractiva que se encuentre “a la mano”. Aquí, el individuo ancla sus expectativas en sus preferencias personales y casos de éxito previos, y no observa otras posibilidades que le produzcan una mayor utilidad. Esto se observa cotidianamente en los productos financieros. Por ejemplo, un individuo tiene una tarjeta de crédito cuyo Costo Anual Total es del 50%, y cuando observa otro producto similar con un 40% de CAT, decide cambiarse a éste; sin embargo, posiblemente exista otro más benéfico, pero no lo buscó porque ancló sus expectativas al producto más inmediato. Para contrarrestar este sesgo, funciona: 1) crear anclas benéficas (mayor utilidad posible), con base en una investigación a fondo, 2) mantener un razonamiento paso a paso, y no guiarse por emociones, 3) reconocer que es posible que el anclaje no sea el apropiado.
Finalmente, el sesgo de encuadre, donde el individuo toma decisiones con base en cómo se presenta la información más que en el análisis de los hechos. Típicamente, este error se presenta en el análisis y la presentación de datos numéricos financieros. En el caso de las finanzas corporativas, los reportes anuales son una fuente confiable de información para los interesados en comprar acciones de la compañía. A pesar de esto, hay que tener cuidado en análisis presentado en los resúmenes, ya que suelen incluirse los factores más significativos que llevaron a la empresa hacia un balance positivo o negativo, y no se presenta toda la fotografía. Para ello, habría que analizar los estados financieros y las valuaciones de la empresa, o consultar con un especialista que estudie este tipo de compañías dentro de una industria. Como ejemplo, la empresa menciona que hubo un aumento en la utilidad versus el año pasado; en cambio, si estudiamos las cuentas del flujo de efectivo, se observa un deterioro en los días de crédito otorgados, ya que los clientes de la empresa han tenido problemas para pagar dado la baja de sus ventas por tema de una pandemia. Para contrarrestar este sesgo, funciona: 1) hacer un análisis más a detalle antes de tomar decisiones de inversión, 2) reformular las creencias, con base en un análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades, y amenazas (FODA).
Notas a pie de página:
Notas a pie de página:
[1] Finanzas conductuales y economía conductual no son sinónimos, ya que la primera se encuentra contenida dentro de la segunda. Propiamente, las finanzas conductuales se delimitan al comportamiento en los mercados financieros, mientras la economía conductual en otros ámbitos, como en la concepción de políticas públicas.
[2] Entre los autores más connotados se encuentran tres premios nobel de economía: Thaler, Akelof y Shiller.
[3] Se ejerce la opción call/put durante el lapso de duración del contrato.
[4] Se ejerce la opción call/put al vencimiento.
[5] Véase Thaler (1985), Does the stock market overreact?
[6] Véase Doukas (2007), Acquisitions, Overconfident Managers and Self Attribution Bias.