Uno de los grandes fallos del sector público es la existencia de un mercado político. Así lo mencionan Cuadrado y sus co-autores (2010). Aseguran que un individuo en el sector privado se guía por fines egoístas, tratando de maximizar su nivel de bienestar. Consecuentemente, cuando este individuo opera en el sector público no es de extrañarse que actúe de la misma forma, y no altruistamente por el bien común. Se forma así el mercado político. A diferencia de los mercados de bienes y servicios, los oferentes son los políticos que se postulan con una serie de promesas en distintos ámbitos de la sociedad. Por su parte, los demandantes son los votantes, quienes también buscan que el sistema se acople a sus intereses. Como los votos disponibles, al igual que todos los recursos, son escasos, los oferentes hacen todo lo posible para conseguir la mayor “cuota de mercado”, es decir, la mayoría de los votos.
En México, esta situación se ve claramente reflejada en las campañas políticas, especialmente en años electorales, como lo es el 2018. Es un fenómeno tan usual, que varios analistas consultados por la agencia EFE (2017) prevén un crecimiento del PIB de 2.5% (mayor al 2.3% del 2017), a pesar de riesgos como la renegociación del TLCAN.
Esta proyección a la alza se debe a la existencia de un ciclo político de los negocios, que se caracteriza por el aumento del gasto público previo a las elecciones, con el fin de atraer el mayor número de votantes al partido actual. Además de incentivar la demanda, esta postura expansionista aumenta el nivel de empleo. Así, el partido logra atraer una gran cantidad de votos, puesto que estas políticas favorecen especialmente a los deciles de ingreso más bajos del país, es decir, a una gran parte de la población mexicana.
No obstante, las elecciones no son una etapa de bonanza económica, sino de volatilidad. Primero, la política fiscal expansiva causa presiones inflacionarias a la alza. Luego, el gasto disminuye después de las elecciones al no haber más incentivos por complacer a los votantes. Asimismo, se genera incertidumbre sobre las políticas actuales, pues no se sabe si el siguiente partido querrá mantenerlas. Esto llega a afectar la inversión extranjera y el tipo de cambio.
Por estas razones, es de suma importancia que el desempeño de un partido no se evalúe con base en el último año de gestión, pues las estadísticas indicarán crecimiento económico. Deben tomarse en cuenta todas las políticas y decisiones implementadas. También se debe estar informados sobre los nuevos candidatos, sus propuestas y la probabilidad de que las cumplan. Solo así el mercado político reflejará más adecuadamente las preferencias de los votantes.
Brenda Carolina Perales Rodríguez
Universidad de Monterrey
Licenciatura en Economía
Referencias:
Cuadrado, J., Mancha, T., Villena, J., Casares, J., González, M., Marín, J. & Peinado, M. (2010). Política Económica. Elaboración, objetivos e instrumentos. (4ª edición). Madrid: McGraw Hill.
N/D. (2017, diciembre, 31). Año electoral generará crecimiento económico, pero también riesgos. Agencia EFE. (México). Recuperado el 12 de febrero de 2018 de: https://www.efe.com/efe/america/mexico/ano-electoral-generara-crecimiento-economico-pero-tambien-riesgos/50000545-3480563