La semana pasada, dos de las principales Instituciones Calificadoras de Valores (ICVs), S&P Global Ratings y Moody’s, dieron a conocer sus respectivas calificaciones crediticias del soberano mexicano. La primera, revisó al alza la perspectiva de las calificaciones soberanas de México, desde negativa a estable, ratificando la calificación de la deuda soberana de largo plazo en moneda extranjera de ‘BBB’ y en moneda local de ‘BBB+’. Por su parte, la segunda, bajó la nota de la deuda soberana, al tiempo que elevó la perspectiva para el país desde negativa a estable, ajustando a ‘Baa2’ la deuda en moneda extranjera y a ‘Baa1’ en moneda local.
¿Qué significa lo anterior? ¿Por qué las discrepancias? ¿México seguirá teniendo grado de inversión? Antes de contestar estas interrogantes, comencemos recordando el término de riesgo de crédito, así como qué es y qué hace una Institución Calificadora de Valores.
El riesgo de crédito se define como la posibilidad de sufrir una pérdida a razón del incumplimiento de las obligaciones contractuales por parte del prestatario; en este contexto, del emisor.
Las agencias calificadoras de valores son instituciones que brindan servicios sobre el estudio, análisis, opinión, evaluación y dictaminación de la calidad crediticia de un emisor de títulos valor; denominada calificación crediticia soberana, en el caso de un país, y, calificación de deuda, en el caso de una empresa.
Una calificación crediticia, por término general, alude a una evaluación fundamentada sobre el nivel de solvencia del emisor en cuestión. El público inversionista recurre a dichas evaluaciones para valorar la capacidad de pago de los demandantes de recursos financieros.
Una calificación crediticia, por término general, alude a una evaluación fundamentada sobre el nivel de solvencia del emisor en cuestión. El público inversionista recurre a dichas evaluaciones para valorar la capacidad de pago de los demandantes de recursos financieros.
Existen dos tipos de calificaciones: corto y largo plazo. Las calificaciones a largo plazo analizan la capacidad que se tiene para cumplir con los compromisos de todos los valores emitidos en el mercado. Las calificaciones a corto plazo se centran en la capacidad de los valores específicos para desempeñarse considerando la situación financiera actual y las condiciones generales de la industria y el sector.
Para comprenderlo mejor, veamos el siguiente caso:
Cuando usted solicita financiamiento a una institución financiera, esta última recurrirá a una agencia de crédito para determinar si se le otorgará el préstamo y en qué condiciones (de otorgárselo), dado su historial crediticio. De manera similar, cuando una compañía o gobierno emite deuda o bonos en el mercado de valores, el público inversionista acudirá a una agencia calificadora de valores con el propósito de evaluar si adquirirá un instrumento financiero, dada su calidad crediticia.
Si bien la industria global de las ICVs está compuesta por más de 70 agencias calificadoras, está concentrada en tres compañías: Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch. Tan sólo, Moody’s y S&P engloban el 90% del mercado americano.
Ahora bien, ¿cómo se clasifica la calidad crediticia?
Ahora bien, ¿cómo se clasifica la calidad crediticia?
Básicamente, se divide en dos categorías: grado de inversión y grado especulativo. Analicemos sus respectivas subclasificaciones (Tabla 1).
- I. Prime: capacidad extremadamente alta para hacer frente a sus compromisos financieros. Riesgo crediticio mínimo.
- II. Excelente: capacidad muy fuerte para afrontar sus compromisos financieros. Riesgo crediticio muy bajo.
- III. Media-Alta: capacidad fuerte para cumplir con sus compromisos financieros, pero altamente susceptible a condiciones económicas adversas y cambios en las circunstancias. Riesgo crediticio bajo.
- IV. Media-Baja: capacidad moderada para hacer frente a sus compromisos financieros, pero más sujeto a condiciones económicas adversas y cambios en las circunstancias. Riesgo crediticio moderado.
- V. Especulativo: capacidad inadecuada para afrontar sus compromisos financieros. Riesgo crediticio alto.
- VI. Muy especulativo: capacidad baja para cumplir con sus compromisos financieros. Riesgo crediticio muy alto.
- VII. Riesgo sustancial: capacidad muy baja para hacer frente a sus compromisos financieros. Vulnerable a impago. Riesgo crediticio extremadamente alto.
- VIII. Extremadamente especulativo: aún no cae en incumplimiento. Altamente vulnerable a impago.
- IX. Altamente especulativo: muy probable de caer en incumplimiento o que esté a punto de estarlo, con cierta perspectiva de recuperación de capital e intereses. Extremadamente vulnerable a impago.
- X. In default: incumplimiento de pago de obligaciones financieras, con poca perspectiva de recuperación de capital e intereses. También usado en casos de violación de una promesa imputada o de concurso mercantil.
Una vez entendido esto, ¿en dónde se ubica la calificación crediticia de México?
Contrastando las posturas de las diferentes instituciones, en síntesis, nuestro país continúa manteniéndose en el umbral del grado de inversión (Tabla 2).
No obstante lo anterior, es muy importante no subestimar el actual balance de riesgos ni su trascendencia, ya que existe la posibilidad de un debilitamiento futuro de nuestra capacidad de pago. Por lo tanto, es preponderante que nos enfoquemos en acciones como las siguientes: dinamización de las inversiones (aprovechar el proceso de restructuración de las cadenas de suministro internacionales), mayor rigidez del gasto público y ampliación de la base tributaria no petrolera (canalizándola a activos productivos y no a la mitigación de los pasivos contingentes de compañías paraestatales), preservación de la estabilidad macroeconómica y las finanzas públicas (evitar el subsidio excesivo en los hidrocarburos).