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No se automedique

Alrededor de las inversiones existen muchos mitos; que si es solamente para quienes gozan de un poder adquisitivo alto; que si se trata de una apuesta, o como muchos le acuñan a la inversión en Bolsa, un juego de casino, o que si es una actividad exclusivamente enfocada para expertos o especialistas financieros. Ahondemos en ello.

La inversión, bajo la perspectiva de su servidor, es más que una actividad profesional o personal, es una filosofía de vida, pues va más allá de acrecentar el patrimonio, es verdaderamente entender qué es lo que está sucediendo en el mundo, para con ello poder contribuir mediante nuestro capital en la realización de proyectos y ejecución de ideas que resulten en una influencia positiva para la sociedad, a través de la generación de productos de consumo, infraestructura, tecnología, y con ello, empleos, lo que en suma es, crecimiento y desarrollo económico.  

Dicho lo cual, es preponderante que todos seamos partícipes de ello. Pero ¿qué se necesita realmente para convertirse en inversionista?

Como cualquier disciplina, en términos generales, la inversión requiere de práctica y compromiso, pero sobre todo control de las emociones, ya que el recurso principal que sirve a ésta es nada más y nada menos que el dinero.  

Hablando en términos particulares, es deseable tener conocimientos mas no una carrera de administración, contabilidad, economía, finanzas, programación, e incluso, idiomas. Sin embargo, una de las características que distingue a las inversiones de otros campos del conocimiento es su versatilidad y heterogeneidad, pues tanto en la industria financiera como entre el gran público inversionista, hay de todo tipo de profesionistas.

Otro punto que debemos entender es que las inversiones como cualquier otra cosa, implica riesgos, significando entonces que ante cualquier ejecución existe la posibilidad de que el escenario final sea desfavorable, ya sea por errores de cálculo a título personal, o bien, por aspectos sistémicos. He de ahí la importancia de conocerse a sí mismo y tener pleno entendimiento en lo que se está invirtiendo. En ese mismo sentido, mientras redacto estas líneas recuerdo una de las frases más populares que suelen aparecer en los comerciales en México:

«El primo de un amigo».

Es muy común que la mayoría de quienes son principiantes en el mundo de las inversiones cometan sus primeros errores por recomendaciones brindadas por amistades o conocidos, o peor aún, por contenidos que se encuentran en los diferentes canales de información. Mi único comentario aquí es que al igual que con su salud física, con su salud financiera no se automedique, en su lugar, contacte a un especialista que pueda asesorarle, aunado al aprendizaje que usted forme, el cual no suplirá a la primera ni viceversa.  

Finalmente, la pregunta del millón, ¿cuánto dinero se necesita para ser inversionista? En México, desde $100 MXN, tanto en renta fija como en renta variable. Así como lo lee. Permítame compartirle que antes se necesitaban cantidades superiores a los $100,000 MXN para poder abrir una cuenta de corretaje en alguna casa de bolsa, pero gracias al amplio esfuerzo y la compleja labor que ha hecho el sistema financiero mexicano en pro de los oferentes y demandantes de recursos financieros, es sin duda alguna, admirable y respetable.  

Si algo más puedo compartirle; sobre la mesa:

«A menos que pueda ver caer sus acciones un 50% sin que le dé pánico, no debería invertir en la Bolsa ». Warren Buffett.

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