Ante la crisis ¿habrá más empresas familiares en México?

En nuestro país, la creación de empresas familiares se ha dado como una respuesta ante el difícil panorama económico y el desempleo de México en los últimos años, entonces sería de esperarse que ante la difícil situación que apenas estamos comenzando a enfrentar debido a nuestra falta de dinamismo económico y a los bajos precios del petróleo las personas intenten hacer su propio negocio.

 

                                            

 

Lamentablemente, bajo este contexto muchos emprendedores buscan hacerse de un negocio desde una actitud desesperada, sin ninguna planeación previa, lo cual generaría algunos problemas y en el caso de aquellos negocios que vayan creciendo lo harán también con las dificultades que no pulieron desde que inició la aventura de emprender.

 

En México es muy común iniciar un negocio sin estar plenamente convencido de querer ser un trabajador independiente, sin estudios, sin conocimientos administrativos, sin saber contabilidad básica y muchas veces hasta con recurso limitados, contando únicamente con una gran necesidad por delante como un motor que se aferra a salir adelante frente a todo tipo de obstáculos.

 

En este contexto, el emprendedor generalmente comienza vendiendo o produciendo algo que sabe hacer o que adquirió en las empresas para las cuales trabajó, entonces echa mano del recurso humano más barato y disponible que tiene a su alcance: la Familia.

 

Las empresas familiares en México son aproximadamente el 95% del Producto Interno Bruto del país y están distribuidas en micro, pequeñas, medianas y (pocas) en grandes empresas.

 

Desafortunadamente muchas empresas familiares desaparecen durante sus dos primeros años de vida, las que sobreviven vuelven a presenta problemas al llegar a su quinto año, pasando ese periodo ya han logrado cierta estabilidad; luego siete de cada 10 empresas familiares que llevan dos décadas de existencia desaparecen antes del primer cambio generacional de los propietarios, es decir, que su esperanza de vida promedio es de 25 años.

 

Unos de los principales factores son los extremos, es decir, por un lado o se tiende a consentir a algunos miembros de la familia con salarios altos, menor tiempo de trabajo, menos exigencia en resultados, gran poder e influencia en el rumbo de la empresa a miembros que no saben tomar decisiones, etcétera; y por el otro las fricciones, juegos de poder y rivalidades entre los familiares fundadores. En el fondo la falta de equilibrio, equidad y negociación van destruyendo poco a poco el negocio familiar.

 

Se sabe que aquellas empresas que tienen una gestión más institucionalizada, aun así llegan a unos 50 años en promedio.

 

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Lo recomendable para que un negocio deje de serlo y se transforme en empresa es que los dueños entiendan primero que la operatividad es lo primordial y ante ello se deben buscar siempre alternativas de producción y mandato que promuevan la subsistencia de la empresa y que ayuden a consolidar el producto o servicio que se ofrece.

 

Otra cosa que hay que considerar es la expansión, pero no hay que entender esto simplemente como un crecimiento obligado, hay que expandirse en 360 grados, es decir mejorando  salarios y condiciones para quienes trabajan en ella, pero principalmente diversificando riesgos, es decir llega un momento que, aunque la empresa es familiar, debe abrirse a otros inversionistas para fragmentar los riesgos. Obviamente la rectoría podría permanecer en un miembro de la familia, aunque muchas veces en la realidad ello no ha sucedido y se han dado casos donde el fundador al retirarse y convertirse en presidente nombra a un director general externo ante la incapacidad o falta de talento de sus familiares ¿por qué lo hace? para garantizar la vida y operatividad de la fuente de ingreso de la familia.

 

Como podemos ver, la planeación en primer lugar es fundamental, así como no tener un sistema de privilegios o rivalidades excesivas en la organización. Se debe estar muy pendiente de todas las áreas internas de la empresa así como de las circunstancias externas del mercado para que en todo momento se puedan detectar áreas (tanto internas como externas) donde se pueda crecer o hacer negocios.

 

Es por ello que ser empresario es una labor difícil, demandante y no toda la gente puede hacerlo ni nace para ello, pues no se trata de una actividad reservada para quienes tienen estudios o no, de hecho la mayoría de los grandes empresarios del  mundo no tuvieron estudios universitarios, pues la gran generación de riqueza (no de ingresos) tiene que ver más con un estilo de vida y no con una formación profesional.