La región de América Latina y el Caribe ha gozado de un crecimiento sostenido en su población y bienestar económico en los últimos 15 años. Paralelamente, la región ha seguido un proceso de urbanización continua que la ha llevado a tener una cifra de 80% de la población viviendo en ciudades (ONU, 2015).
Este fenómeno de crecimiento y urbanización ha sido acompañado por un mayor consumo de productos y un aumento en la generación de residuos sólidos. Por ello, los gobiernos han adoptado paulatinamente los llamados modelos de gestión integral de residuos sólidos (GIRS). Estos modelos suelen estar construidos en torno a objetivos de salud pública, de medio ambiente y de manejo de recursos (UN-Habitat, 2010). El reciclaje, definido como la recolección y el procesamiento de materiales de desecho para su reutilización (EPA, 2016), es un aspecto fundamental de estas estrategias integrales, por su contribución a los objetivos de manejo de recursos (y reducción del desperdicio) y a las metas ambientales.
El reciclaje contribuye a la preservación de recursos naturales, y el uso de material reciclado en la industria reduce el consumo de energía y las emisiones de carbono, en comparación con el procesamiento de materias primas vírgenes (The Economist, 2007).
El crecimiento económico de la región continúa incrementando la población que vive en áreas urbanas, generando una necesidad de políticas públicas que eviten costos más elevados a futuro en términos ambientales, económicos y de salud. Las ciudades latinoamericanas necesitan transformar sus modelos productivos lineales de “extraer, producir y desechar” a un modelo de Economía Circular de “reducir, reutilizar y reciclar” (Peinado-Vara, 2016). Fortalecer el reciclaje inclusivo es un paso clave en la transformación de las ciudades. Se estima que las diferentes estrategias de transformación a la economía circular pueden obtener beneficios netos como incrementos del PIB entre 0,8% y 7%, crecimiento en empleos de entre 0,2% y 3% y reducciones en las emisiones de carbono de entre 85% y 70% (Ellen MacArthur Foundation, 2015).
En el caso de México, se mencionan los logros en recolección de residuos y materiales sólidos, como es el caso del papel y cartón así como, la implementación de la nueva forma de separar la basura en la CDMX:
• El Plan de Manejo de Residuos de Papel y Cartón acopiara 1.3 millones de toneladas adicionales de papel y cartón para reciclaje.
• México ocupa el quinto lugar a nivel internacional por índice de reciclaje de papel y cartón y el número trigésimo segundo por índice de recolección.
• Alrededor del 87% de las materias primas utilizadas para fabricar productos de papel y cartón son fibras secundarias, fibras acopiadas después de su consumo.
En el caso de separación de la basura:
Orgánicos: restos de verdura, cáscaras de fruta, semillas, huesos, lácteos, sobrantes de comida, té, filtros, residuos de jardinería.
Inorgánicos reciclables: papel, cartón, plástico, metal, vidrios, envase.
Inorgánicos no reciclables: es decir, aquello que no se puede reutilizar y sí es basura, como colillas de cigarro, envolturas metálicas, pañales, toallas sanitarias y papel higiénico.
Residuos voluminosos y de manejo especial: como televisores, refrigeradores, lavadoras, computadoras, celulares, muebles rotos. Estos serán aceptados por los recolectores de basura únicamente los domingos.
En torno al reciclaje, los beneficios para México son fundamentados en la creación de empleos ya que las actividades de reciclaje, en el sector manufacturero, tiende a acrecentar el índice de ocupación laboral. Es por ello que el reciclaje impulsa la necesidad de mejorar la competitividad de la industria en el ambiente global y preserva los empleos en la manufactura. Claro el tema es amplio y abarca más allá que solo la parte de empleos e industrialización, podría mencionar la eficiencia del reciclaje, las principales actividades beneficiadas, ganancias de los materiales reciclados y su segundo uso, entre otros.