Discutimos los nacientes estudios empíricos que utilizan un diseño aleatorio para determinar a quienes otorgar créditos dentro de un grupo de solicitantes elegibles para recibirlo o para determinar el lugar donde se establecerá una sucursal de una institución de microfinanzas.
Desafortunadamente, aún no existen muchos resultados disponibles, la mayoría de los experimentos aleatorios se están llevando a cabo en este preciso momento en países como China, India, Marruecos, México y Perú. Una vez que se completen estos estudios, se podrá dibujar un panorama más completo respecto al impacto de las microfinanzas sobre el bienestar.
Los autores de dos de los tres estudios que utilizan experimentos aleatorios son Karlan y Zinman. Estos autores llevan a cabo experimentos aleatorios para determinar a qué clientes financiar y a qué clientes no financiar dentro de un grupo de solicitantes marginalmente elegibles para recibir un préstamo.
En Karlan y Zinman (2008), se lleva a cabo un ingenioso experimento aleatorio con el afán de medir los efectos de microcréditos al consumo sobre el bienestar de los prestatarios. Para atacar el problema de la autoselección, Karlan y Zinman introducen de forma exógena variaciones en la decisión de un prestamistas respecto a aprobar o no los préstamos solicitados.
La institución de microfinanzas animó aleatoriamente a sus agentes de préstamos a reconsiderar solicitudes de crédito que habían rechazado de manera marginal. El personal de la institución de microfinanzas realizó las reconsideraciones en tiempo real, sin que los solicitantes se enteraran de lo que estaba sucediendo. A la mitad de los solicitantes cuyos casos fueron reconsiderados, se les aprobó el crédito. Posteriormente, Karlan y Zinman siguen el comportamiento de los grupos de tratamiento (reconsiderados) y de control (los que siguieron rechazados) durante un periodo de seis a 27 meses usando datos administrativos y detalladas encuestas a hogares.
Los autores indican que logran solucionar los problemas de autoselección individual al comparar individuos similares, con necesidades similares que aplican por un préstamo y que, por cuestión de suerte, a unos se les permite seguir con su proceso de aplicación y a los otros no. Es decir, no se comparan individuos que viven en una misma localidad y que unos deciden ser clientes de la microfinanciera y los otros no, ni se comparan clientes de una localidad con “clientes potenciales” de otra localidad.
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Los autores encuentran que los préstamos elevan substancialmente el bienestar de los prestatarios quienes son, en promedio, 11% más propensos a conservar su empleo. El nivel de autosuficiencia económica (empleo e ingresos), de consumo de alimentos y de una medida subjetiva de bienestar fueron más altos para el grupo de tratados que para el grupo de controles entre seis y 12 meses después de haber recibido el tratamiento.