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El tipo de cambio: Ruido superficial en el análisis de la situación mexicana.

La predicción del tipo de cambio ha sido erróneamente percibida como la variable relevante para evaluar la situación económica de México desde siempre, ya va siendo hora de desplazar este enfoque simplista.
La predicción del tipo de cambio ha sido erróneamente percibida como la variable relevante para evaluar la situación económica de México, ya que, cuando no vemos la gasolina, volteamos a ver el tipo de cambio. Sin embargo, reducir el análisis económico del país a la fluctuación del peso frente al dólar es problemático por varias razones. Esta percepción ignora la complejidad de los factores que afectan el tipo de cambio, tanto internos como externos, y genera una visión incompleta y distorsionada de la situación económica real, es entendible como humanos que busquemos simplificar las cosas, como cuando utilizamos la inversión extranjera directa como un indicativo de nearshoring (y, a partir de eso me gustaría recomendar este artículo: Necesitamos dejar de hablar de nearshoring), sin embargo, que sea humano no significa que sea correcto, por ello me gustaría abordar algunos puntos que considero, pueden ayudar a enriquecer la conversación. 

Sobre la desviación del debate público:

Durante muchos años hemos vivido y escuchado comentarios respecto del tipo de cambio que son, francamente, con propósito alarmista, 1,2,3 ya que el tipo de cambio, aunque visible, es fácil de malinterpretar para el público y se ha convertido en la única variable que muchos consideran para evaluar el desempeño económico. Este enfoque superficial es problemático porque el tipo de cambio no depende únicamente de la economía nacional. Está influenciado por múltiples variables externas, como la política monetaria de otros países, las decisiones de los inversionistas extranjeros y factores globales, ¿o quién sería el valiente que se atrevería a decir que es gracias a las decisiones tomadas desde las distintas instituciones mexicanas involucradas en política y economía, que el peso fue de aproximadamente 20 pesos por dólar hasta 16 y de regreso?
Es sencillo hacer juicios de valor alrededor del tipo de cambio, lo que no es sencillo es entender los Modelos de Fortaleza Económica Relativa y Modelos Econométricos, que forman parte de los variados métodos que los economistas utilizan para intentar predecir los movimientos del tipo de cambio, pero incluso estos modelos reconocen que el tipo de cambio responde a factores que no siempre están bajo control local, recordemos que el peso se predecía para 2019 desde Banxico se quedó muy alejado de lo que realmente sucedió.

Fuente: Investing, Gobierno de México
Fuente: Investing, Gobierno de México


El crecimiento de otras economías, las tasas de interés extranjeras, los balances comerciales globales, entre otros, influyen directamente en los movimientos de la divisa. Por lo tanto, centrarse en el tipo de cambio como indicador único no hace sino entorpecer la búsqueda de una visión precisa de la realidad económica del país.

El tipo de cambio entendido como un reflejo de los intereses del mercado, no de las políticas económicas:

El tipo de cambio puede reflejar, en gran medida, los intereses del mercado sobre las políticas económicas, pero no siempre es un indicador fiable del desempeño económico interno, y aquí es donde hay que desechar cualquier modus operandi de opinión donde toda depreciación termine siendo una justificación para invocar un discurso amedrentador contra el oficialismo, de cualquier color y sabor, mientras que una apreciación siempre responde a que “hay intereses externos” o que a “Estados Unidos le está yendo peor”, y en el sentido contrario es igual de desechable. En la práctica, observamos cómo, en ciertas épocas del día, especialmente durante las madrugadas, el peso sufría cambios significativos debido a la influencia de mercados extranjeros, como el asiático, mucho antes de que hubiera cambios importantes en las políticas internas, incluso en los meses de mayor ruido político.

En el pasado, el peso mexicano llegó a apreciarse hasta los 16 pesos por dólar, en un entorno en el que muchos analistas convenían, no existía una justificación fundamental estrictamente basada en las políticas mexicanas o en la situación de la economía mexicana. La intervención de inversionistas asiáticos en la forma del tan citado “carry trade” fue uno de los factores clave, sino es que el factor clave detrás de estos movimientos, y al final hay que entender que estos inversionistas buscaban aprovechar el diferencial de tasas, principalmente. Esto nos demuestra que enfocarse únicamente en el tipo de cambio desvía la conversación de los verdaderos desafíos económicos que enfrentamos, como el bajo crecimiento, la inversión insuficiente en sectores estratégicos o los problemas de competitividad.

Además, considero importante analizar estudios que exploran la relación entre los fundamentales económicos y el tipo de cambio, y sobre este punto, me gustaría recomendar el artículo "Predicting Exchange Rates Out of Sample: Can Economic Fundamentals Beat the Random Walk?" de Jiahan Li, Ilias Tsiakas, y Wei Wang, publicado en el Journal of Financial Econometrics en 2015. Este estudio aborda una de las mayores dificultades a la hora de utilizar fundamentales económicos para predecir tipos de cambio: la inestabilidad de los parámetros. Los autores señalan que, debido a la fluctuación impredecible de los fundamentos económicos, como la paridad de poder adquisitivo (PPP) o la paridad de interés descubierto (UIP), es difícil establecer una relación consistente entre estos y los movimientos de las divisas, ya que los coeficientes que vinculan los fundamentos con los tipos de cambio tienden a variar con el tiempo.

Esta variabilidad puede dar lugar a la impresión de que los fundamentales no están conectados con el tipo de cambio, pero estudios como este demuestran que es posible mejorar la predictibilidad mediante el uso de técnicas avanzadas, como el elastic-net shrinkage, que reduce la variabilidad de los coeficientes y permite obtener predicciones más precisas. Aunque el modelo de la caminata aleatoria ha sido popular por su simplicidad, el uso de enfoques más sofisticados, como el modelo Efficient Kitchen-Sink (E-KS) propuesto en el estudio, ha mostrado que los fundamentales económicos pueden ofrecer valor predictivo real, siempre que se gestione adecuadamente la inestabilidad inherente a los parámetros.

Esto refuerza la idea de que los movimientos del tipo de cambio responden a una compleja interacción de factores tanto internos como externos y no siempre reflejan fielmente las políticas económicas. Al centrarnos exclusivamente en el tipo de cambio, se pierde de vista la verdadera naturaleza de los desafíos económicos a los que se enfrenta México, que requieren un enfoque más integral, basado en reformas estructurales y políticas económicas coherentes, en lugar de depender de fluctuaciones en los mercados internacionales que no controlamos.

Sobre los factores globales y su influencia en la percepción pública: 

Como ha sido el caso históricamente, los cambios en el tipo de cambio generan juicios de valor en la opinión pública. El peso se aprecia o deprecia, y de inmediato se establecen relaciones directas entre este fenómeno y la eficacia del gobierno. Sin embargo, esta relación es simplista e injusta, ya que no toma en cuenta que hay muchos otros indicadores que podrían ofrecer una visión más integral del desempeño gubernamental. En lugar de medir los logros del gobierno únicamente con el tipo de cambio, deberíamos observar el crecimiento del empleo, la inflación controlada, las inversiones extranjeras o la mejora en la infraestructura, entre otros factores.

Sobre el "Stop Loss" de AMLO, una herramienta política más que económica:

AMLO ha sido claro al señalar que para la toma decisiones políticas, “no importa” en la fluctuación del tipo de cambio, a menos que el peso supere los 25 pesos por dólar, cifra que parece haber establecido como un límite psicológico más que económico. Esta posición refuerza su estrategia de no permitir que, ni la iniciativa privada (a quienes ya ha públicamente declarado en varias ocasiones que no tiene en su mejor agrado, especialmente a las empresas energéticas), ni los mercados financieros dicten su agenda política, lo que él mismo ha calificado como algo sin tanta importancia, ya que “La justicia está por encima de los mercados” que los analistas siempre anticiparon. El peso puede ser importante, pero solo en la medida en que no cruce este umbral arbitrario; el verdadero debate, por lo tanto, debería centrarse en políticas estructurales, como la ya aprobada reforma judicial, que impactarán a largo plazo, más allá de la calma o el nerviosismo de los mercados, y aquí vale la pena insistirles a los analistas que nos expliquen, ¿en que periodos aplicará la “incertidumbre” predicha por esta reforma judicial? ¿para quiénes y en qué sentidos es importante?, con detalle, no aplicando la máxima de “la certeza jurídica para los inversores”.

Sobre otros indicadores clave, eclipsados por el tipo de cambio:

Si el tipo de cambio es simplemente ruido, ¿qué indicadores deberían ser nuestra brújula? El crecimiento del PIB es un buen punto de partida, la mejora de la infraestructura, la inversión extranjera directa, la diversificación económica, los distintos indicadores de la balanza de pagos, el desarrollo del capital humano, y un largo etcétera, podrían ser un buen punto de partida hacia verdaderos ejes productivos dentro de nuestra discusión. Además, los niveles de inflación, el crecimiento del empleo formal y los distintos factores del sector externo (para ello, recomiendo esta lectura, diaria y bastante digerible: Noticias del sector externo mexicano), por ejemplo, ¿por qué nadie nos está hablando de que la infraestructura se está viendo rebasada en el comercio agrícola con USA? ¿O de que hay presiones para que se pongan más medidas proteccionistas al acero mexicano porque en el pasado hemos permitido que el acero de otras naciones, como China y Japón “se colen” como Mexicano a Estados Unidos?  Este tipo de conversaciones son fundamentales para entender si un país está avanzando o estancándose, no las fluctuaciones diarias de la divisa.

El sesgo histórico de los analistas y los medios de comunicación:

En México, gran parte de la cobertura mediática y el análisis financiero sigue atrapado en un sesgo que puede provenir, en cierta medida, de los tiempos en que el tipo de cambio era fijo o estrictamente controlado, este legado mental ha llevado a muchos analistas a considerar el tipo de cambio como el principal indicador de la salud económica del país, cuando en realidad, esto no es necesariamente cierto ni efectivo para evaluar el desempeño de la economía moderna. Hemos visto cómo en el pasado, incluso durante momentos de apreciación significativa del peso, la economía mexicana no registraba mejoras estructurales ni se reflejaba un bienestar tangible para la población en general. Limitarse a utilizar el tipo de cambio como el único termómetro del éxito económico no solo es un enfoque limitado, sino que ignora factores más importantes que realmente determinan la prosperidad de una nación, como el crecimiento sostenible, la estabilidad en el empleo, y la mejora de la infraestructura.

Dicho todo lo anterior, enfocarse únicamente en predecir el tipo de cambio es simplemente un ruido superficial en el análisis de la situación económica de México. Si bien el tipo de cambio puede generar titulares y conversaciones inmediatas, es un indicador volátil y dependiente de factores externos que muchas veces están fuera del control de las políticas económicas internas. Es hora de desplazar este enfoque simplista y dar lugar a discusiones más profundas sobre los verdaderos motores del desarrollo económico: la inversión en sectores estratégicos, el crecimiento sostenido del empleo, la mejora de la infraestructura y la competitividad a nivel global. Solo abordando estos temas podremos tener una conversación económica que realmente aporte al futuro del país.
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