Recientemente, se ha visto una tendencia creciente de los países industrializados por cerrar sus fronteras e imponer barreras al comercio internacional, es decir, por adoptar una postura proteccionista. Lamentablemente, los argumentos que se utilizan para defender este comportamiento resultan ser las falacias más comunes del comercio internacional. Aunque estas ideas erróneas parecen tener sentido, un análisis económico un poco más profundo demostrará lo contrario.
Una de estas creencias, quizás la más antigua, es que el comercio internacional es un juego de suma cero, es decir, que las ganancias de un país son iguales a las pérdidas de otro. Esta suposición se remonta a la época del mercantilismo, cuando los países colonizadores simplemente extraían los metales preciosos de las nuevas tierras conquistadas. Sin embargo, el comercio internacional de hoy en día no funciona como hace más de 500 años. Existen ganancias mutuas para los países que comercian entre ellos, como la posibilidad de la especialización y una frontera de posibilidades de producción más amplia.
Otra falacia del comercio internacional es que se pierden muchos empleos cuando las empresas migran a países con mano de obra barata. Aunque sí aumentan las prácticas de outsourcing, lo cierto es que no se ha demostrado una correlación significativa entre el desempleo y la apertura comercial. Además, el sector exterior de la economía termina generando nuevos empleos, como transportistas y minoristas.
También existe el planteamiento de que mayores aranceles traerán mayores beneficios al país, ya que incrementarían los ingresos gubernamentales y se promovería la economía local. Lo cierto es que mayores aranceles generan ineficiencias en la economía local, especialmente por parte de los productores, debido a la oferta restringida de los productos internacionales. Por si fuera poco, estas ineficiencias terminan pagándolas los consumidores del país.
Aunque todas estas ideas sobre el comercio internacional sean falsas, debe resaltarse que sí se crean perdedores y ganadores a partir de esta situación, igual que en toda decisión económica. Por ello, estas creencias suelen utilizarse con fines políticos, bajo el escudo del nacionalismo o patriotismo. Es posible que esta sea la razón más contundente de eventos como el Brexit o la renegociación del TLCAN.
No obstante, deben recordarse también las ventajas que ha traído consigo el comercio exterior: es una de las fuentes más importantes de los recursos de algunos países, entre ellos México; se crean incentivos a la innovación de las empresas; existe mayor competencia, evitando mercados monopolísticos; y los consumidores cuentan con más opciones y terminan aumentando su excedente, entre otros beneficios.
Finalmente, debe hacerse un análisis robusto sobre los costos y beneficios del comercio internacional antes de tomar cualquier decisión referente a esta práctica. Pero uno de los aspectos más importantes de este análisis será que los argumentos en los que se base no resulten ser ideas probadas como erróneas desde hace ya varios años.