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Globalmente atestiguamos una transformación cultural, de medios de producción, y de percepción de la realidad de una manera no antes vista en el pasado. Existen conceptos que antes iban completamente en contra de la creencia popular, volviéndose difíciles de asumir por parte del mundo corporativo o estatista que controlaban severamente el futuro de las naciones.

La percepción de modernidad en la economía, el corporativismo y del estado se resuelve en políticas públicas que tengan impactos que antes no se contemplaban al interior de la agenda. La lucha de grupos marginados por la misma sociedad ha entrado en la conversación de todos, ello gracias a la cercanía con que suponen las redes sociales, y repentinamente se exigieron cosas con voces de multitudes que exclamaban cambios radicales en la forma de imponer la vida que tenían los grupos operantes.

Esto se ejemplifica en el mercado laboral y las constantes sugerencias que hacen las fundaciones o instancias internacionales para golpear drásticamente los enormes problemas de desigualdad o discriminación que existen en los diferentes entes. La primera evidencia la puso el Foro Económico Mundial en 2006, cuando publican el Global Gender Gap, un reporte único porque ponderaba la participación de las mujeres con respecto a los hombres en participación política, integración en la economía, acceso a salud y educación.

Este cambio radical se encuentra en las propuestas que incluso diarios hacen a través de sus articulistas para abatir los problemas sociales, volviendo al tema de brecha de género, el diario británico The Economist ha escrito en diversas ocasiones del Gender Pay Gap, recomendando un presupuesto de género que asuma proyectos que integren y beneficien mejor a las mujeres en el mercado laboral, así como un periodo de maternidad compartido que elimine candados que existen para alcanzar los mejores puestos de las organizaciones. Sólo el 20% de los puestos de CEO en los países del G7 son ocupados por mujeres.

Y esta visión moderna alcanza a uno de los temas más tocados por organizaciones civiles alrededor del mundo, así como lo que implica el cambio climático y la contaminación generada por la detonación de los medios de producción masivos durante el siglo XX. Ya no solamente se ubican diversas movilizaciones civiles dedicadas a recomponer el daño hecho por generaciones, ahora existen incluso medios de inversión y financiamiento a través de la recuperación de áreas verdes.

En el mundo se han propagado los instrumentos financieros cuyos recursos se utilizan para proyectos de baja emisión de carbono, o de energías renovables, o de cualquier clase de práctica sustentable. Se acaba de anunciar la llegada del ETF Low Carbon en la Bolsa Mexicana de Valores, dedicado a compañías con historial intachable en términos ecológicos, sociales o corporativos. Esto se adhiere a los bonos verdes que se encuentran en el mercado de deuda, y al IPC Sustentable en el mercado de capitales mexicano. Y esto implica un mensaje, entre mayor sea la inversión en estos productos financieros, más firme es el mensaje por el cambio climático y su importancia.

La sociedad moderna está edificada con nuevos principios adaptados a ideas sociales y de eliminar la marginación y el preocuparse en construir un desarrollo que alcance a las siguientes generaciones con una profundidad más sustentable que la que le ha tocado a ésta.

La economía se vincula de la sociedad, y al cambiar la sociedad, la economía cambia con ella.

 

David Abraham Ruiz Ruiz

Licenciado en Finanzas por la Universidad de Sonora

Correo: [email protected]

Twitter: @Ruiz4D

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