“El coronel no tiene quién le escriba”. Una y otra vez el cartero repetía lo mismo al viejo coronel de la guerra civil española que iba todos los viernes a la estación de trenes de su pueblo en espera de la pensión que le fue prometida cuando salió de España hace quince años. Quince años habían pasado y su esperanza parecía no haber desfallecido. La sombra cae en el último párrafo junto con el telón. La esposa del coronel le pregunta: “Dime, ¿qué comeremos?”; y él, como en un arrebato de sinceridad, responde: “Mierda”.
García Márquez nos cuenta la triste historia de este pobre coronel que vive en la pobreza esperando su pensión. Y algunas personas nos vemos en la estación de tren esperando lo que se nos prometió hace cuatro años con la reforma laboral.
Veamos si conseguimos la “pensión” que nos fue prometida. Una de las promesas fue el aumento en la productividad. Una vez que los trabajadores mejoraran su bienestar social se desprendería un incremento en la productividad nacional. Uno de los métodos para analizar la productividad es a partir del PIB nacional. Si se observa la tendencia de los datos del Banco de Mundial los cuatro años anteriores a la reforma laboral (2008-2011) dicen que, por cada año adicional, el PIB per cápita incrementó en 165.54 dólares; la tendencia de los cuatro años siguientes dice que, por cada año adicional, el PIB per cápita redujo en 198.05 dólares. Eso nos habla del decremento en la riqueza disponible para el grueso de la población. ¿Dónde está el progreso?
¿La población mejoró su nivel de vida? El CONEVAL es el encargado de determinar la medición de la pobreza. De acuerdo con sus datos, el porcentaje de población en pobreza en 2010 era de 46.1%; en 2012, redujo a 45.5% de la población; para el 2014 la pobreza regresó al 46.2% de la población. Y seguimos preguntándonos dónde están los beneficios si la pobreza ha aumentado tras la reforma. Otras opciones de análisis nos llevarían al índice de GINI que se ha mantenido en 48.1, lo que nos demuestra que la disparidad en la distribución de la riqueza es enorme y su estabilidad en el tiempo nos indica que no ha mejorado esa distribución.
Se prometió que habría más y mejores trabajos. La tendencia de los cuatro años anteriores a la reforma en la generación de empleos formales dice que ha habido un aumento de 282,752 empleos por año adicional; la tendencia de los cuatro siguientes años presenta un aumento en 5,572 empleos por año adicional. Si se hace una diferencia del incremento poblacional menos los empleos generados vemos que, en promedio de los últimos cuatro años ha habido 687,170 personas más que empleos formales generados en el año. Eso conlleva que todo el excedente de gente por encima de los empleos formales se irá al empleo informal. Entonces, ¿dónde están esos mayores empleos y de mejor calidad?
¿Cuánto tendremos que esperar para que lleguen los cambios que se prometieron? Mientras tanto, la esposa del coronel vuelve a preguntar: “Dime, ¿qué comeremos?”. Y se escucha la respuesta…
Esteban Manuel Castro Martínez
IMEF