Durante el primer semestre del año, el déficit del sector público se ubicó en 345,035.5 millones de pesos, el monto más alto de los últimos seis años. Además, supone un incremento del 43.7% respecto del mismo periodo del 2014. Aunque el sector público obtuvo ingresos presupuestarios por 1 billón 912,211.3 millones de pesos, el gasto neto fue de 2 billones 172,045.5 millones de pesos.
Hacienda declara que este incremento en el déficit se explica por dos fenómenos temporales que se irán compensando este año: las aportaciones a los fondos de estabilización que se realizaron en enero y sobre todo por el menor nivel de ingresos petroleros que no incluyen los beneficios de las coberturas de precio del petróleo que se obtendrán en diciembre de este año. La caída del precio del petróleo ha lastrado el crecimiento económico de los últimos meses, ya que cerca de un tercio de los ingresos del estado provienen del petróleo, mediante la empresa petrolera nacional Pemex. Por eso el impacto de la caída del crudo es doble, por una parte los ingresos provenientes de las exportaciones disminuyen y por otra, el Estado con unas arcas más vacías se ve obligado a recortar el gasto público. Además, como hemos visto las inversiones en el sector recientemente liberalizado no han sido tan importantes como estaba previsto, en la primera licitación de Ronda Uno solo se adjudicaron dos de los catorce campos.
Pese a todo, México es un país que presenta cifras de crecimiento positivas desde hace tres años. Los inversores aprecian las reformas emprendidas, como la liberalización de sectores clave como el energético o el de las telecomunicaciones y también el aumento de la presión fiscal para los ciudadanos y las empresas, lo que ha permitido reducir la dependencia del petróleo.
Pero el balance para los ciudadanos mexicanos no es muy positivo, los salarios se estancan y el consumo doméstico se ve penalizado por la subida de impuestos.