Alrededor de 722 mil toneladas de PET son empleadas para cubrir las necesidades de consumo de los mexicanos (Cámara de Diputados, 2017). Este peso equivaldría a la población total de automóviles en el estado de Aguascalientes que ronda alrededor de las 500,000 unidades (Durán, 2016), y si lográramos reciclarlo en su totalidad su valor ascendería a 2,888 mil millones de pesos.
Redes de Reciclaje Sustentable, una Responsabilidad Social, Privada y Gubernamental
Desafortunadamente, la cultura de reciclaje en México es deficiente o casi nula. En Alemania cerca del 65% de su desperdicio es reciclado siendo el primero en el mundo, Estados Unidos 35% y Canadá 24%; en México solo el 5% del desperdicio es reciclado (McCarthy, 2016).
Por otra parte, en México a pesar de que la cantidad de aluminio recuperada es del 97%, solo el 50% puede ser reciclado aquí por la falta de tecnología y centros de reciclaje, el resto es exportado a Estados Unidos y China, que posteriormente lo importan como un producto elaborado con precios mucho mayores de los que se exporta (Sánchez, 2013).
En el ámbito ecológico, el reciclar una tonelada de aluminio según The Recycling Coalition of Utah [RCU], se ahorraría cerca de 14,000 kWh, 1,663 galones de petróleo y 10 yardas cúbicas de espacio (RCU, 2015). Tomando estos datos aplicados en México esto representaría 161,280 casas que podrían abastecer sus necesidades de electricidad en un año, ahorraríamos casi 507 millones de litros de petróleo.
Estos hechos nos indican que la basura no puede seguir siendo considera como un desperdicio inservible y sin valor agregado. En México se requieren los esfuerzos en conjunto del gobierno, las comunidades y el sector privado, los cuáles deben generar una plataforma efectiva para el manejo de desperdicios (Dwipasari, 2014). Aquí es donde entra la colaboración entre estos sectores ya que una red sustentable de desperdicio reciclable inicia desde su principal fuente, la casas (Chowdhury et al., 2014).
Para lograr este cambio es necesario guiarnos conforme a los siguientes pasos:
- Organizar e impartir programas de educación ambiental en los diferentes niveles de educación del país, para empezar a educar a futuras generaciones sobre la necesidad de reciclar en el país.
- Desarrollar un plan efectivo de recolección de material reciclable en las comunidades del país, de forma que el material reciclable pueda ser recogido con eficiencia, así como contar con la capacitación y equipo necesario para disponer de este desperdicio.
- Establecer estímulos económicos o sociales de impacto que sean catalizadores para impulsar la participación ciudadana en esta crucial actividad.
- Reinvertir las utilidades que todos estos esfuerzos genera en tecnología y empresas que ayuden a mejorar la infraestructura y procesos de reciclaje en México.
México es considerado como líder en Latinoamérica en reciclaje y reutilización de desperdicios, debido a su población y posicionamiento estratégico en la economía mundial (Cámara de Diputados, 2017), sin embargo, eso solo denota lo atrasados que estamos como región. Es tiempo de que México se consolide como modelo para los países latinoamericanos y entremos en este mercado billonario que solo pocos están explotando ya que de los 443 billones de dólares en juego alrededor del 70% está siendo aprovechado solo por China (Moses, 2013).
El planeta está en riesgo, durante años, diversas organizaciones no gubernamentales han estado luchando sin descanso por ser la voz de la tierra. Estamos cerca de un punto de no retorno, y ahora que se ha demostrado que las energías renovables y el reciclaje es un modelo de negocio viable no podemos seguir pasivos ante el cambio climático y nuestro entorno. Es obligación tanto de los organismos privados, gubernamentales, y la sociedad empezar la transición hacia energías limpias y modelos sustentables de la reutilización de los recursos. Si no existe esta apertura, es responsabilidad del ciudadano el tomar acciones y presionar por este cambio.
Daniel Natividad Ríos
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Director de Responsabilidad Social
Referencias:
Asteria D., Santoso, T., Ravita, S. (2018). Local Action for waste bank management through an environmental communication strategy and a collaborative approach for the sustainability of villages. Competition and Cooperation in Social and Political Sciences. Recuperado de https://goo.gl/JpdvMS
Cámara de Diputados. (2017). En México, 90 millones de botellas de plástico de refrescos y agua son lanzados a la vía pública, ríos y mares. Boletín No. 3469. Recuperado de https://goo.gl/bQ7qcF
Chowdhury, H., Mohammad, A., Ul Haque, Md. R. & Hossain, T. (2014). Developing 3Rs (reduce, reuse, and recycle) strategy for waste, management in the urban areas of Bangladesh: Socioeconomic and climate adoption mitigation option. IOSR Journal of Environmental Science, Toxicology and Food technology (IOSR-JESTFT), 8(5), 9-18.
Duran R. (2016). ¿Sabes cuántos coches hay en Aguascalientes? Líder Empresarial. Recuperado de https://goo.gl/hj98h7
Dwipasari, L. (2014). Waste management model-based design character in junior high school as a tool of the economic empowerment. IOSR Journal of Business and Management (IOSR-JBM), 16(10), 38-48.
McCarthy N. (2016). The Countries Winning The Recycling Race [Infographic]. Forbes. Recuperado de https://goo.gl/T9AdWL
Moses, K. (2013). China leads the world recycling league. The Guardian. Recuperado de https://goo.gl/DRs6hp
Plastic Soup Trip. (2015). What can the Prices of Plastics Teach Us? Plastic Soup Trip. Recuperado de https://goo.gl/V2kWH5
Recycling Coalition of Utah [RCU]. (2015). The Facts Aluminum. Recycling Coalition of Utah. Recuperado de https://goo.gl/19RUim
Sánchez A. (2013). México recolecta latas y otros las aprovechan. El Financiero. Recuperado de https://goo.gl/CAxPbs