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La obsesiva austeridad de AMLO es descontrolada y perjudicial

La obsesiva austeridad de AMLO es descontrolada y perjudicial

Comúnmente en la administración de casi todo (y cuando la situación así lo amerita) por regla general las personas hacemos ahorros en algunos gastos para usar esa “reserva” en comprar o invertir en lo importante, pero ese no es el caso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Desde 2019 el presidente nos viene diciendo reiteradamente que “todavía falta más austeridad”, sin embargo, nunca nos explica claramente en qué consistirá. Lo que sí sentimos es que los recortes al gasto se han hecho de tajo y no se manera fina.
 
Para justificar su obsesión descontrolada al recorte de los gastos, recurre a menudo al discurso del “fin de los privilegios” de burócratas y empleados gubernamentales, sin embargo, otras áreas vitales y productivas de México han sufrido por la carencia de dinero púbico, como la ciencia, la cultura, el medio ambiente, la educación o el sistema de salud sólo por mencionar algunos; todas esas áreas se han deteriorado y/o dañado por la falta de planeación en el reparto del presupuesto.

 

Si algo caracteriza al gobierno de López Obrador es que prácticamente todo lo ve como un gasto, se le olvida que hay costos que son fijos y sí o sí deben hacerse. El trabajo de su gobierno (si es que de verdad quiere hacer una diferencia) debería ser construir mecanismos para convertir lo que considera un gasto en inversión, es decir, que ese “gasto” produzca riqueza y beneficios de todo tipo: económicos, científicos y culturales, pero no es así y México está estancado desde 2019.
 
La noche en que se dio a conocer que AMLO era el ganador de la presidencia de México, en su discurso triunfal dijo que “todo lo ahorrado por el combate a la corrupción y por abolir los privilegios se destinará a impulsar el desarrollo del país. No habrá necesidad de aumentar impuestos en términos reales (…) bajará el gasto corriente y aumentará la inversión pública”, hasta ahora no hemos visto aumento en inversiones públicas ni desarrollo económico; tampoco mencionó que viviríamos una austeridad en la que sus recortes afectarían y dañarían el trabajo del gobierno, de científicos, académicos, de médicos, jueces, artistas, etcétera, cuyo desempeño y resultados sufren a manos de un gobierno que extralimita el uso de los recursos como si fueran de su propiedad y se le olvida que nos pertenecen a todos. Cualquier recorte al gasto es positivo siempre que se haga con planificación y análisis detallado.
 

Presupuestos anteriores ejercidos en México

En el último año del gobierno de Enrique Peña Nieto (2018) el presupuesto aprobado fue de 5.27 billones de pesos, es decir 23.1 % del Producto Interno Bruto (PIB) lo que significó una disminución en el gasto de 0.9 puntos PIB comparado con el presupuesto de 2017. Con López Obrador estos han sido sus presupuestos:
 
  • 2019: un gasto neto de 5. 81 billones de pesos. En ese año se revisaron los servicios personales, los fondos, fideicomisos y el desempeño del presupuesto en el ámbito social principalmente.
  • Para 2020 el presupuesto fue de 6.09 billones de pesos.
  • En 2021 se programó un gasto por 6.295 billones de pesos.
 
El presupuesto programado para este año, según la iniciativa privada, está contraído en 0.3% en términos reales. A pesar de que tenemos una economía golpeada por la pandemia, el presidente sigue profundizando su política de recortes al gasto oficial y continúa obstinado en reducir todavía más el presupuesto, porque sigue diciendo que aún “hay mucho gasto superfluo en el Gobierno”.

La limitación de dinero ya ha mostrado signos alarmantes

El primer gran signo de alarma en el excesivo recorte al uso del dinero por parte de AMLO se dio cuando el entonces director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Germán Martínez, renunció debido a las exageradas medidas de “ahorro” impuestas por la Secretaría de Hacienda lo cual (a su decir) imposibilitaba llevar a cabo los trabajos de ese organismo de salud pública.
 
Nadie se ha salvado de los recortes:
  • Crisis por pandemia: México se ha distinguido malamente por ser uno de los países que dedicó menos dinero para hacer frente y aliviar la crisis económica derivada de la pandemia al usar menos del 1% de su PIB (según datos de la Comisión Económica para América Latina, CEPAL). Supuestamente para contar con recursos y hacer frente a los efectos del Covid-19, el presidente anunció la eliminación de 10 subsecretarías y al mismo tiempo se redujo el salario de altos funcionarios (hasta en 25%), se les cancelaron aguinaldos y otras prestaciones.
  • Administración pública: este gobierno redujo en 30% los gastos de representación, vuelos y viajes de la burocracia, desapareció las direcciones administrativas y terminó los contratos de trabajadores eventuales de la administración pública, lo cual ahoga diversas ramas operativas gubernamentales. 
  • Programas de apoyo: los recortes al gasto llevaron a la eliminación de programas como Escuelas de Tiempo Completo y Estancias Infantiles cuya operación era vital para muchas madres trabajadoras en un México en donde más de la mitad de los hogares son sostenidos sólo por la mujer. 
  • Sector salud: desde 2019 fue uno de los más dañados por los recortes presupuestarios, por ejemplo, el Hospital Infantil (instituto de alta especialidad que atiende a niños de escasos recursos) sufre la falta de camilleros, de personal de intendencia, personal de lavandería. Redujo las cirugías en 50% por la suspensión de 180 contratos de trabajadores por outsourcing, y es que muchos trabajos en el ámbito de la salud se hacen por esta modalidad de contratación, por ejemplo, los servicios de anestesiólogos u operadores de maquinaria. En este mismo tenor están otros importantes institutos de salud pública que atacan enfermedades que son las principales causas de muerte entre la población mexicana.
  • Ecología y medio ambiente: los recortes al gasto han mermado la alimentación y gastos veterinarios de especies mexicanas en peligro de extinción. Nuevamente estos programas dependían de contrataciones por medio el outsourcing, tema que este gobierno se ha encargado de satanizar.
  • La ciencia: el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), órgano rector de la ciencia en México, también sufre por menos dinero para operar en los 26 institutos que tiene adscritos, de modo que hay problemas para pagar estímulos, bonos y sueldos a investigadores. Con López Obrador se cumplieron cinco años de austeridad y recortes a la inversión en la ciencia y tecnología de México. Debido a estos recortes peligra, por ejemplo, el funcionamiento del observatorio de Cananea en Sonora el cual podría cerrar parcial o totalmente.
  • El agua: la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que es la entidad encargada de concesionar permisos y supervisar la calidad del suministro del líquido en el país, y tuvo que recortar a más de 100 empleados, la mayoría de ellos de confianza que desempeñaban labores vitales para las áreas de planeación y gestión de crisis. Entre el personal de confianza se despidió a un par de científicos que eran los encargados de vigilar la calidad del agua en lugares con alta concentración de arsénico provocada por prácticas industriales y agrícolas, ellos supervisaban 3 mil 200 muestras al año y ahora ese trabajo se le cargará a otras áreas que no conocen la ubicación de los pozos a vigilar. Por si lo anterior fuera poco, la carencia de personal ha generado que esta administración entregue “masivamente” concesiones para explotar el agua sin planeación, análisis previo ni mediciones de impacto.
  • Cultura: se ha recortado la creación de arte mexicano, principalmente porque este gobierno piensa que darle dinero a la comunidad artística es un privilegio burgués, en lugar de ver a nuestros artistas como una comunidad que puede mantener la presencia del arte y cultura mexicana en el mundo.

 

Los retos y las consecuencias del exagerado recorte al presupuesto

Sin duda el reto principal de esta administración es ayudar a la economía de los hogares y los negocios más afectados por la pandemia, pero la falta de apoyos y estímulos ha generado que los consumidores y empresas tengan más cautela para gastar e invertir respectivamente.
 
Hasta ahora no se pueden calcular a ciencia cierta las consecuencias que nos falta enfrentar a raíz de la política descontrolada de recorte al gasto por parte de López Obrador y no sabemos cuántos despidos más se van a generar por las medidas de austeridad. Lo que no debemos perder de vista es que el dinero no se puede mantener congelado, debe fluir para que se invierta y a su vez se traduzca en dinamismo económico.
 
En lo que sí tiene razón el presidente es en recordarnos que en el pasado se contrajo deuda que benefició en gran parte a “los de arriba" como él les dice, pues no se puede ocultar que anteriormente para estimular las recuperaciones económicas se usaban líneas de crédito internacionales y al final de cuentas se privilegiaba más a las clases dominantes. Por su puesto que debe existir una reorganización del gasto público, pero no con burdos machetazos como lo hace el gobierno de AMLO, debe ser planeada para hacer más con menos y no lo contrario: generar menos resultados por utilizar mucho menos dinero.
 
Todos estos recortes al gasto han dejado ver al gobierno de la autollamada Cuarta Transformación como falto para atender problemas, improvisado, sin capacidad de análisis técnico, ni creatividad para diseñar respuestas que den solución a nuestros problemas. Por otro lado, su austeridad es más bien simbólica porque administrativamente, ni antes ni después de la crisis por pandemia, ha generado mecanismos efectivos de ahorro e inversión, pero lo peor es que en medio de una crisis mundial por Covid-19 el presidente siga respondiendo con más y más austeridad.
 
En lugar de ahorrar por todos lados, lo que debió hacer López Obrador fue invertir en mejorar las capacidades del Estado para hacerlas más redituables, reformar lo que tenía problemas o era ineficiente en lugar de eliminarlo de tajo. Su descontrolado recorte en las áreas de gobierno provocó una fuga de gente que hacía que las dependencias funcionaran. Evidentemente los organismos del gobierno necesitaban mejoras, pero recortar sólo por recortar dejó sin líderes a áreas vitales de la administración federal y todo por una ignorancia presidencia al no saber convertir el gasto en inversión.
 

Eso sí, el gasto social va al alza

Durante el sexenio de Obrador el gasto en subsidios dirigidos a los que menos tienen ha aumentado 7% a pesar que en 2020 nuestra economía decreció. La política de ayudas sociales de AMLO no es autosustentable, este presidente y su equipo deberían idear mecanismos que garanticen bienes, servicios básicos y trabajo perdurables más allá del periodo que AMLO esté en la presidencia, eso sería una verdadera transformación de fondo y no lo que vemos ahora: austeridad simbólica descontrolada, incapacidad operativa del Estado y un gran desfile de cifras alegres u “otros datos”. 
 
 


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