Ayer por primera vez en la historia el peso cayó frente al dólar a un mínimo histórico que pasó por momentos las 17 unidades. La forma más fácil de explicar la caída del peso es diciendo que todo lo que sube –y sobretodo si es artificialmente- debe bajar.
Después de que en el primer trimestre de 2009 el tipo de cambio rebasó muy rápido los 15 pesos por dólar, y después de que la Reserva Federal (Fed) –banco central de Estados Unidos- comenzará su programa de inyección de dólares y de depresión de las tasas de interés, el billete verde comenzó una tendencia bajista en pesos hasta que llegó a los 11.50 pesos (FIX de Banxico) en mayo de 2011. No volvió desde entonces a caer hasta ahí.
Los capitales fluyeron abundantemente a México y en general a los mercados emergentes. No era en su mayoría capital productivo sino de cartera, del que solo viene a cobrar intereses. Por tanto, el peso como cualquier mercancía, mientras lo compren, sube de precio, o lo que es lo mismo, bajó el dólar. Pero ahora se está especulando que la Fed podría comenzar a subir sus tasas de interés, ahora está ocurriendo el sentido contrario: los capitales están saliendo de aquí, venden sus pesos, compran dólares y por tanto, este sube.
Debido a las políticas intervencionistas de los mayores bancos centrales del orbe, los inversores han salido a inflar gigantescas burbujas en toda clase de activos. Divisas como la mexicana fueron parte de ellas y ya se están desinflando.
Simplificando podemos decir que todo lo que fortalece al dólar debilita lo demás, sobre todo si se considera de riesgo. Por esa razón las materias primas siguen cayendo de precio. Muy importante el caso del petróleo, porque la producción se sigue desplomando, y gran parte de los ingresos públicos provienen de él. Y además la caída de precios del barril de crudo aviva el fuego de la depreciación.
Como puede observar, son fuerzas muy poderosas de grandes capitales saliendo del país los que determinan que el peso se siga debilitando. Si realmente se produce un alza de tasas de la Fed en septiembre, el tipo de cambio podría subir a niveles impredecibles, pero si no lo hace, podría venir un nuevo “respiro” para el peso que se deberá aprovechar para salir de él.
Poco pueden hacer el gobierno o el Banco de México para contrarrestar aquellas fuerzas en el corto plazo, y de hecho, lo mejor es sacar las manos. El mercado es mejor que actúe sin intervenciones.
Hacienda debería hacer un fuerte recorte al gasto para equilibrar las finanzas públicas en 2016, pero esto no está contemplado en el Paquete Económico que entregará al Congreso en septiembre. También sería bueno que ordenará desde la Comisión de Cambios, dejar de vender en vano cientos de millones de dólares de las reservas, porque más adelante los vamos a necesitar en los verdaderos momentos de crisis por venir.
También aquí creemos que Banco de México no tardará en comenzar a subir su objetivo de Tasa de Interés Interbancaria a un día, pero como siempre, ya es tarde.
La buena noticia es que con fortaleza del dólar se están comenzando a cocinar algunas buenas oportunidades de compra en ciertos mercados que se están abaratando. Es a ellos hacia donde debemos mirar.