Aunque muchos insisten en desdeñar el oro y comentan que es una simple materia prima, pero esto no es así. El oro es el dinero por excelencia ya que el libre intercambio así lo eligió años atrás. El oro es el activo más vendible que existe y su utilidad margina es casi constante para todos los fines prácticos.
Todos estamos dispuestos a aceptar crecientes cantidades de oro sin sacrificar el precio, o al hacerlo, será en la menor proporción posible con respecto a todas las demás mercancías que existen.
El segundo lugar en el ranking de materias primas, lo ocupa la plata. Tanto el oro como la plata son metales preciosos monetarios, así lo determinó Carl Menger, fundador de la Escuela Austríaca.
Históricamente la gente atesoraba oro, mucho antes de que este se convirtiera en dinero. Los ahorros de la población eran crecientes en el metal y por ello se convirtió en la materia prima con el mayor ratio “stocks –to-flows” (existencias sobre flujo) de las existentes. Debido al elevado valor que las personas le han otorgado al oro desde tiempos inmemoriales, casi la totalidad del que ha sido extraído de la tierra aún se encuentra en nuestras manos.
Carl Menger desde el siglo XIX resolvió el problema de cómo medir el valor, y expuso el oro como la vara de medición. Del modo que todo valor existente puede ser medido en términos de determinada cantidad de oro.
Valor del peso mexicano en oro
Con ello vamos a medir el valor del peso mexicano. A la cotización del pasado 17 de septiembre de 2013 a 1.313,25 dólares la onza troy (London PM Fix) y considerando el tipo de cambio peso/dólar FIX determinado por Banxico a la misma fecha de 12,9241, un peso valía apenas 1.8324 miligramos de oro. Los precios con que a diario cotiza el metal en los mercados internacionales, en dólares, no deben ser vistos como los indicadores del valor del oro en términos de billetes verdes, sino al revés, como el valor de esa divisa medido en oro.
Cuando suben los precios del oro en términos de una determinada moneda, es señal inequívoca de que ésta se ha devaluado, pues se requieren crecientes cantidades de ella para comprar la misma cantidad del metal precioso. Y a la inversa, cuando los precios bajan, ha ocurrido una revaluación de la divisa frente al rey de los metales.
Combatir el precio del oro para beneficiar a la propia divisa papel ha sido el propósito de muchos gobiernos a lo largo de la historia, y siempre hemos visto el mismo resultado: tarde o temprano la fuerza del mercado siempre termina por imponerse sin importar los esfuerzos que se hagan por detenerla, y el precio estalla en términos de ese papel moneda hasta reflejar su auténtico valor.
En este entendido, realizar la acción contraria (elevar por decreto el precio del oro como se pretende hacer en México al imponerle IVA), tendrá de forma inevitable todos los efectos de una devaluación de la moneda en la economía. En México, esta es una lección muy importante que las autoridades hacendarias debieron contemplar en su Iniciativa de reforma hacendaria antes de llevarla a cabo.
Con su entrada en vigor, habría de hecho una devaluación del 16% del peso mexicano (la tasa del IVA), con efectos muy marcados en el bolsillo de la mayoría de los ciudadanos. En el ejemplo dado, un peso ya no valdría 1.8324 miligramos de oro, sino apenas 1.5796 miligramos. La situación es más preocupante ya el mercado alcista del metal precioso está más lejos que nunca de haber terminado, a causa de las crecientes deudas impagables en el mundo occidental y a la impresión monetaria sin fin de sus bancos centrales.
El resultado inevitable es una devaluación del poder de compra y del trabajo de las personas no solo en México sino en todo el orbe.
Si no lo previeron así en Hacienda por error o por omisión, todavía tienen tiempo de corregir esta propuesta y quitar de la mesa el IVA al oro en el Congreso. Pero si lo contemplaron con toda intención con el propósito de volvernos más competitivos por decreto, como antaño, los mexicanos deben saber que la medida implicará mayor inflación en el futuro cercano, por lo que se vuelve imperativo acelerar acciones de auto protección financiera del patrimonio personal.